Golpeaba una y otra vez, con el estúpido intento de que frenara. ¿Por qué no se fue con ellos? ¿Por qué se quedo aquí?
No, no, no quería pensar en su próximo miedo. Drake ya no estaba allí. Se encontraba sola, de nuevo. Ya no había nada que hacer, más que esperar. Esperar y sufrir. Porque nada de aquéllo era fácil.
Tuvo la intuición de saber lo que era. De que iba a dolerle demasiado. Quiso correr y esconderse, no creyó poder superarlo.
El ambiente lo revelaba todo, su hogar, todo estaba tan silencioso que a Dianne se le puso a piel de gallina, sus pies se movían solos, en contra de su voluntad, como si sabieran que ella no quería moverse. Su mano abrió el picaporte lento, estaban tan resbalosas del sudor y temblorosas del miedo. Se encontró con la habitación principal. Tan alegre y bonita le parecía antes, y ahora sólo era una habítación aburrida, sin sentido, sin vida. Todo seguía igual; el pasillo que conducía a los cuartos, el color rojo de las paredes, los cuadros de fotografías de su familia... todo era igual. Pero el sentimiento no. Su hogar le transmitía calma, y ahora lo único que sentía era dolor.
Correr y esconderse.
No podría, ella lo sabía, pero no podía sacarse esa idea de la mente.
Cerró los ojos al instante que su pie hizo contacto con el suelo de su casa, lo sabía. Un hombre sin rostro, hace años la idea la torturaba, ahora ya no era su hermano, eran sus padres, sus amigos, Ethan, Drake y Brooke. Todos amarrados a sillas, con la respiración agitada y lágrimas en sus ojos.
—¡No!— gritó, inútilmente. No ganaba nada, sólo que su garganta se desgarrara. Le dolía, pero gritó. Era lo único que podía hacer. Era lo único que lograba hacer por su cuenta.
El hombre se acercó a Brooke, junto con un cuchillo. Lo pasó por su cuello, pero no la lastimó. Jugaba con los sentimientos de todos.
—¡Déjala en paz!— gritó, de nuevo, inútilmente. El hombre seguía haciéndolo. Era como si no la escuchara, o simplemente no quería hacerle caso.
Comenzó a subirle la camiseta que tenía, pero paró. Soltó una carcajada seca. Vio hacia el cuchillo y presionó con fuerza sobre su cuello. El dolor dejó de acechar a Brooke, pues se encontraba muerta en la silla. Más lágrimas por parte de Dianne, su corazón se rompió. Su amiga de toda la vida ya no respiraba...
El hombre miró hacia Drake. Apretó el cuchillo con fuerza y lo pasó por su mejilla. El metal chocaba con las lágrimas, que caían sin parar. Separó el cuchillo y lo apuntó con fuerza a su corazón. Éste dejó latir. Drake. Brooke. Muertos.
Se acercó a su padre, jugaba con su cabello negro y con alguno que otro cabello blanco. Lo dejó, y regresó a la mesa en la que se hallaban todas cosas con las que podrías hacer daño. Tomó una soga y caminó hacia el padre.
Rodeó con la soga su cuello, e hizo un nudo. Lo empujó, haciéndolo caer de la silla negra. Tomó la soga y la colgó en un gancho que tenía en la pared. Era lo suficientemente alto como para ahorcar a su padre...
Se acercó a un cuerpo sin vida. Pero no lograba ver su rostro, la luz de allí era escasa. Cuando logró verlo...
Ethan, muerto. Tenía apuñaladas en todas las partes del cuerpo, sin brazo y la cara destrozada.
Su vista se nubló. Sus amigos, su padre. Muertos. Por su culpa.
Silencio. Gritos desesperados. Cuerpos sin vida. Sangre. Y lágrimas por doquier.
«
—Eh, buenos días— susurró Ethan. Cuando abrió los ojos, y vio a Brooke, una leve sonrisa apareció en su rostro.
—De buenos nada— dijo ella de mala gana. Se percató de que él sonreía, y frunció el ceño—. ¿Cómo puedes sonreír?— arrastraba las palabras—. ¿Por qué?
—El estar vivo es una razón bastante buena, pero es porque te veo a ti— al terminar la oración largó una carcajada—. Y a esa baba seca.
Las mejillas de la chica tomaron un color rojo. Se tapó la cara con las manos, avergonzada. El muchacho apartó las manos con las suyas.
—Eh, tranquila. Eres así, y eres perfecta. Babear mientras duermes es tu naturaleza. La mía, la de Drake, la de D...— un grito desesperado lo interrumpió. No eran palabras, eran alaridos. Estaba seguro de que provenía de una chica—. ¡Dianne!
El chico se levantó como rayo, y corrió en busca de la causa de los gritos. La muchacha estaba aturdida por las palabras que él le había dicho. "Eres perfecta"...
—Brooke, ¡apresúrate!— le gritó el joven. Ella corió hacia donde estaba. Lo alcanzó justo cuando llegaba a la puerta. Tiró de la cerradura, pero la puerta no se abría. Volvió a intentarlo, una y otra vez. Cada segundo que pasaba era una pizca de nerviosismo más para el cuerpo de los presentes.
—¡Las ventanas, joder!— gritó la chica. Corrió hacia la ventana más cercana y, con desesperación, tomó la madera vieja de la ventana y tiró de ellas. Nada. Absolutamente nada.
Estaban encerrados.
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¡Hola! Bueno, aquí tienen el sexto capítulo. ¿Votas y comentas? ¡GRACIAS POR LEER! <3
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City of Fear
Ficção AdolescenteMiedo. Ese sentimiento que arruinaba todo. O eras cobarde, o valiente. A ellos el miedo acechaban sus cuerpos, pero ¿podrían superar aquello en esta ciudad? ¿En la "Ciudad del Miedo"? Portada: @YamilaMicaela