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En la ambulancia Lizzi luchaba por su vida. Según los paramedicos había perdido mucha sangre, tanta que necesitaría una transfusión.

Los padres ya estaban al tanto de la situación y ya estaban esperando a su hija en el hospital.

-Preparen el quirofano- dictó el cirujano de guardia.- ¿El donante de la chica?- pregunto el doctor a la multitud que había en la recepción.

-Soy yo- la madre de Lizzi se acerco al doctor y juntos fueron hasta una pequeña habitación.

-Bien Señora Jones, el procedimiento será extraerle medio litro de sangre AB+. Se sentirá mareada o algo cansada pero no es nada que ponga su salud en riesgo- la madre de Lizzi procedió a donar le su sangre ya que ambas eran compatibles.

En el quirofano ya estaba todo preparado para la transfusión. Además debían quitarle la bala del muslo derecho y suturar la herida.

La cirugía había durado solamente dos horas y luego la chica fue transportada a una habitación.

-¿Padres de de la joven Lizzi Jones?- pregunta el doctor saliendo del cuarto.

-¿Esta todo bien con mi hija?- pregunta él papá.

-Por su puesto, solo presenta una herida de bala en la pierna derecha y quebradura del hueso radio y cubito en el brazo izquierdo. Por este motivo deberá utilizar un bastón para poder caminar bien hasta que su pierna sane por completo. Pueden pasar a verla.-

Los padres entraron corriendo a la habitación. En el medio de esta yacía su hija más pequeña.

La madre al verla rompió en llanto.

-Mira como está. Parece que está muerta!- la mujer lloraba desconsoladamente en el hombro de su marido al ver todas las heridas en la blanca piel de Lizzi.

-Esta viva cariño, eso es lo que importa. Ya sanará- su esposo trataba de consolarla pero también estaba angustiado.

Ver a su hija inconsciente en la cama de un hospital no era nada lindo.

Lizzi estaba más pálida de lo normal, su brazo estaba inmovilizado con un yeso, su piel estaba cubierta de cortes por los vidrios y su pierna estaba vendada.

Pasaron la noche allí junto a su hija para que cuando despierte encuentre a sus padres.

Al día siguiente Lizzi despertó y llamo a sus padres que se encuentra contrabando durmiendo en una silla alado de si cama.

-Mamá estoy bien- la chica abrazaba a su madre que era un mar de lágrimas.

-Te pudieron haber matado como a la mesera ¡dios mio!- chillo la mujer.

Lizzi estuvo un rato más con sus padres hasta que llegó una enfermera con agua y unas pastillas analgésicas.

-Hija el comisario necesita hacerte unas preguntas sobre lo que pasó ayer, luego de eso podrán pasar a verte tus amigos ¿de acuerdo?- le habló el padre.

Lizzi asintió.

El oficial Kovach entro a la habitación blanca y les pidió a los padres y a la enfermera que se retiren ya que esto era algo confidencial de la víctima.

Por fuera mantenía su rostro serio, pero por dentro estaba despedazado. Su pequeña estaba herida y con una bala, eso podía haber quitado su vida.

Al verla allí tan frágil le daban ganas de correr a abrazarla y llorar en su hombro. Nunca había experimentado una sensación ta triste y horrenda de ver a la persona que amas lastimada a tal punto.

Al salir todos del cuarto Kovach se quedó solo con Lizzi. Ella no lo miraba y su cara mostraba enojo total.

-Debo hacerle un interrogatorio sobre lo que pasó la noche de ayer señorita Jones- aclaro su garganta el oficial.

-Adelante- hablo la chica sin mirarlo.

Kovach quería atrapar y estrangular con sus propias manos al que había lastimado a su pequeña Lizzi.

-Usted sabe que algo así no pasa hace casi siete años ¿no es verdad?- la chica asintió- ¿Hay alguna marca o algo que nos ayude a reconocer a los atracadores?- pregunto el oficial.

Ella lo miro por primera vez desde que entró.

-Tenían lentillas rojas, supongo para no reconocer sus ojos- Kovach se quedó pensando. Era muy ingenioso o retorcido ese asalto.

-¿Había alguien importante o qlfun turista en ese lugar?-

-No que yo recuerde, eran todas caras conocidas-

Kovach anotaba cada detalle en sus libreta.

-¿No hay nada que usted haya visto o escuchado que nos ayude con la investigación? Porque esto no es  algo normal de ver en esta zona.- hablo el oficial.

Lizzi negó con si cabeza.

-Ahora oficial si ya termino con sus preguntas puede irse, necesito descansar.- Hablo lizzi en todo enojado.

Kovach cerró la libreta, se paro de  la silla y dejo una cajita  en la mesita de luz.

Y se marcho. Antes de salir al pasillo habló.

-Te extraño mucho Lizzi-

Y se fue.

Esas palabras quedaron flotando en la cabeza de la chica.

Derramó algunas lágrimas.

Todavía lo quería,  lo amaba. Pero no quería ser más la obsesión de él y sobre todo que la mantuviera en secreto para que nadie se entere.

Cogió la cajita y la habría.

Allí dentro había una pequeña pulsera plateada con estrellitas colgando.

1963 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora