Capítulo 10. »◦Extra◦«

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Desde que nuestra relación empezó, las cosas dieron un giro drástico, para mi, por lo menos. Osomatsu-niisan no parecía afectado, al contrario, estaba más feliz de lo normal a mi lado.

Lo más notorio y que, a pesar de que en estas tres semanas lo he experimentado muchas, no, demasiadas veces, son los actos físicos. Besos, abrazos, toques por debajo de la ropa. Todo eso, era... extraño.

No por el hecho de que mi hermano lo estaba haciendo, no, eso ya lo había superado. Si no, por el hecho de que él, tenia ciertas intenciones que yo aún no podía complacer.

Así es, sexo.

El sexo siempre fue algo que quería experimentar, desde la adolescencia. No había nada que quisiera más, que dejar de ser virgen en ese tiempo y ahora, además de que mi novio fuese mi hermano es hombre. Hombre. Y eso, jamás lo pensé.

—O-somatsu... niisan —suspiré, recargado contra la pared de mi habitación con una de sus piernas entre las mías y su boca besando mi cuello —. Ba-basta, ya...

—Choromatsu... —alzó su pierna, apretando mi miembro entre mis pantalones, causando una fricción que poco a poco derrotaba a mi auto control, junto a sus lamidas y esas manos juguetonas sobre ni tórax y por debajo de mi sudadera —... tú también.

Tomó mi mano y la dirigió a su propia entre pierna, obligándome a tocarlo. Yo di un respingón ante la repentina sensación de tocar el miembro viril de alguien más, duro como una roca e impaciente. Mis mejillas se tornaron de rojo, haciéndolo reír con ternura y, me besó, mientras susurraba que todo estaría bien, que no había nada de que preocuparse.

Desabrochó su propio pantalón, dejándome tomar su falo caliente y mojado. Lo envolví con mi mano y di pequeños tirones, para después subir hasta la punta y juguetear un poco.

—Deja de torturarme...—dijo junto a mi oído, dejándome sentir su respiración entrecortada.

Reí y volví a lo de antes, moviendo mi mano de arriba a abajo suavemente. Después de un rato, empecé a subir poco a poco la velocidad, sintiendo gotas viscosas y calientes caer sobre mi mano de vez en cuando. Osomatsu-niisan subió la cabeza y me besó, advirtiéndome así que subiera la velocidad. Y así lo hice. De pronto el vaivén se volvió más fuerte, más agresivo.

En el silencio de la habitación, sólo se podían oír nuestras agitas respiraciones entre beso y beso, junto al chapoteo que su pene y mi mano causaban. Él agarró mi cintura, hundiendo su lengua en mi cavidad bucal y un caliente chorro de semen ensució la manda de mi sudadera.

Él me soltó, bajando sus manos con una sonrisa en el rostro, hacia mi miembro y yo...

—Lo siento, debo ir a-al baño —salí caminando a paso veloz hacia el cuarto de baño. Como siempre.

En estas tres semanas, jamás dejé que tocara más allá de mi torso.

Soy un cobarde, lo sé.

Pero al dejar que me toque, los recuerdos de aquél día vuelven a mi mente como si estuviese viviéndolo en ese mismo instante. Veo perfectamente a Karamatsu e Ichimatsu frente a mi y, a pesar de que ya no estoy enojado con ellos por lo que hacen, estoy dolido. No con ellos, sino, conmigo.

Siento culpa, remordimiento, tristeza, ansiedad, todo por las estúpidas palabras que dije esa vez y, por sobre todo, el no haberme disculpado debidamente.

Desde aquel día, en que los descubrí y, aquel día en que fui por un impulso a mi antiguo hogar, jamás crucé palabras con ellos. Bueno, aunque tampoco nos hemos visto, que digamos.

Según lo que sé, por Osomatsu-niisan, Jyushimatsu y Todomatsu, Ichimatsu... ha vuelto a su antiguo estado. Ha vuelto su depresión. Aunque los tres jamás me lo dijeron directamente, quizá por miedo a mi reacción, sé que es así. Karamatsu seguramente debe estar devastado, todos sus esfuerzos fueron en vano por mi reacción...

No escapes •OsoChoro•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora