Al parecer, Osomatsu-niisan se tomó muy en serio lo que le dije hace tres semanas atrás.
Día tras día tocaba mi puerta en las mañanas, me acompañaba en el trabajo y volvía junto a mí a mi hogar, luego, horas más tarde regresaba al suyo. Jyushimatsu y Todomatsu me visitaron dos veces en estas tres semanas que transcurrieron como un reloj de arena, parecía lento, pero es rápido. En tanto los otros dos, Ichimatsu y Karamatsu, nadie hablaba de ellos. Osomatsu-niisan evitaba toda mención a petición mía, lo mismo con nuestros pequeños hermanos menores.
Cierto día, en el trabajo, una hermosa muchacha se me acercó con una sonrisa y una pequeña carta, que leí horas más tarde en la comodidad de mi habitación.
—Matsuno-san, espero que este leyendo esta carta...— murmuré en voz alta mientras mis ojos de pasaban por toda la hoja color rosa durazno —. Esta carta la escribí pensándose en usted. Es tan amable, divertido y tiene una hermosa sonrisa. Quizá no lo recuerde, pero hace unas semanas, usted me prestó su paraguas en un inesperado día lluvioso... desdé ese día, no he podido parar de pensar en usted... usted me... ¿M-me gu-gusta...?
Mi cuerpo tembló.
«¿Gustar? ¿Yo? ¿Cómo es posible? Para empezar, mi sonrisa no es hermosa, es horrible ¿Quién vería eso en mí? ¿Divertido, amable? No, no, que va, yo no soy así»
Recuerdo perfectamente ese día, hace una semana. Los clientes se apresuraban a irse a sus casas, pues la lluvia cayó de improviso, ni siquiera el canal del clima se lo vio venir. Esa chica estaba allí, mirando el cielo y con una mano extendida, quizás para medir cuantas gotas caían. Entonces, Konosuke-senpai me dijo que le diera mi paraguas y que me compartiría el suyo y yo acepté...
«Aun así, no lo sé. Creo que lo pensaré unos días... Si, es lo mejor, no debo apresurarme con esto y... bueno, ella me dio permiso para pensarlo cuanto lo necesite»
«Ya dos días pasaron desde qué aquella muchacha de me declaró» recordé entre el cómodo silencio de la recepción. Konosuke-senpai enfermó de gripe hace algunas horas, por lo que no pudo venir a trabajar y, a cambio de la mitad de su próximo salario, yo ocupé su lugar. Para mi fortuna, el lluvioso día bajaba las ventas, así que no había mucho en que trabajar.
Suspiré, esto iba de bien a mal, aunque sé que así no era el dicho.
Disimulé que buscaba algo a un lado de la caja registradora, dándome un ángulo perfecto hacia la mesa número once. Miré por el rabillo de mi ojo a la hermosa joven sentada en la mesa que mencioné. Jugaba con su cabello, algo nerviosa al parecer. Llevaba un abrigo de plástico para la lluvia, al igual que unas botas y, a su lado, recargado de cabeza sobre la esquina del asiento de cuero, se encontraba mi antiguo paraguas verde.
«¿Me lo vino a... devolver? Si, posiblemente. Dios, n-no estoy preparado para esto. No tengo una respuesta, no una clara.»
Agradecí a dios que la recepción estaba ubicada detrás de un gran muro que separaba las dos habitaciones del local y también, sostenía las escaleras hacia el segundo piso.
«Generalmente trabajo como mesero así que debe estar esperando a que vaya a por su orden... Lo siento mucho...»
Como el cobarde que soy, le pedí a mi compañero de trabajo el favor de atenderla por mí y decirle, de paso y como comentario para no levantar sospechas, que había cambiado mi horario por temas personales y que volvería a trabajar como siempre al día siguiente.
«Soy una escoria...»
El turno terminó dos horas después, las cuales esperé con todo el corazón. Sólo pensaba en llegar a mi apartamento y dormir todo el día. Que se joda mi cuerpo y las ganas de comer. Sólo quiero dormir. El reloj de la recepción sonó, con esa típica alarma de campañas tintineando. Me alertó por fin que el turno había término y salí como un rayo a cambiarme de ropa.
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No escapes •OsoChoro•
FanficChoromatsu sólo quiere escapar de la realidad y sus problemas, pero Osomatsu no lo dejará. Y, en eso, Choromatsu sabrá que quizá, el amor no se manda, sino que, el amor nos manda a nosotros. Pareja principal: OsoChoro La portada no me pertenece, cr...