2. |♡| Razonamiento.

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Ricardo Montaner - ¿Qué vas a hacer?

𝑷𝑹𝑬𝑺𝑬𝑵𝑻𝑬

ERIKA.

No fue hasta hace un mes que las cosas empezaron a caer en picada.

Él y yo estábamos bien... Hasta que contrate a Peter un mes atrás, se notaba que ellos se llevaban mal por una razón y era por mí. No quisiera sonar engreída pero es la verdad, se retan con la mirada ya que Pet es es muy coqueto conmigo.

Y todo eso nos llevó a las peleas.

𝐃𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐦𝐚𝐧𝐚𝐬 𝐚𝐭𝐫𝐚́𝐬.

—¿Has visto como te miraba? —pregunta indignado mientras pongo mis cosas en mi bolso.

—Es un empleado, nada más. —repito por enésima vez en todas estas semanas.

—Empleado y la mierda, ese tipo te desea. —camino a paso rápido a buscar mis tacones en su habitación con él a mis espaldas.

—Deja de joder con eso, y aunque así fuera no sería de tu incumbencia. —voy a un lado de la cama y tomo los tacones bruscamente.

—¿Por qué no tendría que ver conmigo? —eleva la voz indignado.

Me doy la vuelta y me acerco a él, este baja su cabeza y nos miramos a los ojos.

—Porque sólo me acuesto contigo. —Las palabras destruyen mi corazón y sé por su rostro que no le a gustado nada lo que le dije.

No es mentira, no sé porque se sorprende.

Paso por su lado para salir de la habitación entre suspiros. Bajo las escaleras y voy por mi bolso, doy la vuelta para ir a la puerta y frente a esta empiezo a ponerme mis tacones.

Benjamín llega delante de mi y se respalda sobre la puerta mirándome fijamente.

—Erika, no te vayas. —ruega derritiendo mi corazón.

Me quedaría... sólo por él. Pero no quiero confundirlo, ni a mi.

No más de lo que estoy.

—Debo trabajar. —quiero pasar por su lado pero su mano me detiene y sus ojos me miran suplicantes, sus bellos ojos celestes me mantienen hipnotizada y suelto mi bolso en un suspiro para luego lanzarme a sus labios. Me pega a la puerta haciéndome soltar un jadeo sorprendida, besa mi cuello y se frincciona contra mis caderas mientras acaricio sus cabellos.

Los siguientes días discutíamos por lo mismo pero lo arreglabamos en la cama, aún así todo quedaba en la nada. No hablamos del tema de nuevo y luego volvíamos a discutir, las peleas se hacían más fuertes y poco a poco empezamos a soltar cosas hirientes. Entonces los malos recuerdos me inundaron y ya no quise más, se lo dije y me partió el corazón hacerlo.

—Ya no haré más esto. —le digo mirando a otra parte.

—¿Qué? —muemura confundido, frotando su rostro por otra pelea que hace no más de cinco segundos estábamos teniendo.

—Lo que sea que sea esto...—nos apunto a ambos —, ya no lo quiero. —cruzo mis brazos mirando el suelo y las paredes de su casa. Me encanta venir a verlo, ya que todo huele a él.

—¿Hablas de nosotros? —pregunta poniendo sus manos a los lados de su cintura.

—Es que no hay un nosotros, Benjamín. —aclaro con un nudo en la garganta queriendo llorar.

¿Quiero llorar porque todo esto me recuerda al pasado o porque de verdad no quiero dejarlo?, ¿a quién le dolerá más que no haya un «nosotros»?

ℳάs.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora