Capítulo 28

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* Sólo por una vez.

P.O.V. NORMAL

Último día de clases antes de vacaciones.

Un día lluvioso, como todos los anteriores. Nuestros protagonistas estaban en horario de clases, faltaba tan solo media hora para que la posada iniciara, lástima para ellos que les ha tocado un maestro que no deja pasar ningún tiempo para dar clases.

- (Vamos... Termina ya) - dejó caer su cabeza hacia su pupitre, último día y no quería saber absolutamente nada sobre tareas, maestros o estudios.

Los minutos pasaban lentamente...

...demasiado...

...Lento.

Deseaban morir.

El timbre sonó finalmente.

Varios exclamaron de alegría y otros suspiraron de alivio, ¡al fin la clase de historia había terminado! Nadie tenía nada contra la materia pero, leer, escribir y dibujar mapas y líneas del tiempo era demasiado aburrido.

Todos guardaron sus cosas y se levantaron de sus asientos para poder marcharse.

Grave error.

- ¿Quien les ha dado permiso de levantarse? - indignado ante la falta de respeto a su autoridad, alzó la voz y se dirigió a enfrente de todo el salón - ¿No se les ha enseñado que deben de esperar a que su maestro o maestra salga de salón para poder irse? - todos permanecieron en silencio. Quien diría que por ese pequeño incidente les tomaría mas tiempo en salir.

.

.

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Otra vez, todos sentados en sus lugares, escuchando los reclamos de aquel maestro tan irritante y "especial".

- Agh - flotó sus manos por su rostro - ya cállese pinche viejo - murmuró con fastidio, siendo escuchada por el azabache. Sólo sintió un toque en su hombro izquierdo, miró atrás y lo vio a él haciéndole una seña para que ella se acercara - ¿Qué? - gritó en un susurro.

- Tranquilízate ¿Entendido? - susurró de forma tranquila, ella sólo asintió haciendo ojos en blanco - bien, tú y yo sabemos de que ese viejo no parará de hablar si no hacemos algo ahora.

- Ajá, desde luego que lo sé, llevo teniendo mas clases con él que tú.

- sí, sí, bueno a lo que voy, estoy cansado y aburrido, y no pienso desperdiciar horas preciadas del convivio, además, ¡Tengo hambre! - susurró desesperado.

- ¿Crees que yo no? No desayuné pensando que comería aquí - contestó de mismo modo - ¿Y qué esperas que hagamos? Si llegamos a hablar nos regañará aún más y habrá más motivos por la cuál se tardará más quejándose.

- Shh, shh, shhh, escucha preciosa.

- no me digas "preciosa", idiota.

- entonces, escucha lindura - ella gruñó - ¿Tienes saldo?

- Sí.

- Dame tu celular - acercó su mano.

- ¿Para?

- ¿Quieres salir a comer o no?

Dudó durante segundos, ¿Qué tenía planeado ese chico? Su estómago dolía al igual que su cabeza, ¿Qué era peor? ¿Tardar quince minutos más escuchando a ese maestro de historia o confiar en "el idiota" de Fred Fazbear?

¿Se puede cambiar? (Fred x TN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora