Capítulo 34

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(Alice: A partir de ahora se cambiará el aviso de narración.)








* El ángel como demonio.



 Fred

Las clases habían iniciado de nuevo. Sentía demasiada pereza como para asistir al primer día después de vacaciones.

— Pensé que estarías emocionado por volver —la voz chillona de mi hermano captó toda mi atención logrando verle a los ojos en los cuales se le veía emocionado. Seguramente a causa que verá a sus amigos—, pero parece que ni querías levantar la cara de la almohada.

Su risa escandalosa resonaba por toda la calle vacía, yo sin entender la gracia vi como apuntaba a mi rostro, así que mire en el espejo retrovisor de un vehículo, notando como tenia marcas de la almohada en mi mejilla.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —le reclamé haciendo aumentar sus fastidiosas carcajadas.

— Fred, da gracias que al menos te lo dije ahora, pensaba decírtelo frente alguno de tus amigos.

No dije nada más hasta llegar a la escuela donde le pedí que no me esperara al regresar a casa. 
Me adentré por los pasillos sintiendo los murmullos de algunas chicas, sabía que no era por la marca de mi cara... creía saber que no era por eso, así que aumenté la velocidad de mis pasos hasta llegar al salón. Me recosté en mi pupitre, escondiendo mi rostro entre mis brazos ignorando a todo aquel que se acercase a mí y sin darme cuenta, terminé cayendo dormido.




— Fred, gran estúpido, estás en mi asiento.

Sentí un piquete, algo doloroso, en mi brazo izquierdo. Miré con molestia y aun adormilado aquella persona para ver a ___ con unas notables ojeras decorando su mirada haciendole ver algo más intimidante al mostrarse enfadada frente mío.

— ¡Hey, primor! —con gran disimulo limpié la línea de saliva que intentó salir de mi boca tiempo atrás al dormir— tanto tiempo sin verte, eh ¿me extrañaste? Obviamente me has extrañado, no podrías vivir lejos de tu pri...

— Fazbear, no estoy para nada de humor, estaba quedándome dormida, por poco y no me dejan entrar a la escuela y tú solo parloteas sin quitarte de mi maldito asiento —conforme hablaba, mas se distinguía la frustración que la apoderaba—. Así que, ¿podrías?

Le miré directo a los ojos aun sin levantarme. Hace tiempo que no le veia así de histerica, enfadada o lo que sea que tenga en aquel entonces.
Rodee los ojos y tiré mi maleta al asiento de atrás, donde se supone que siempre ha sido mi lugar.

Me puse de pie y quedé frente ella. Todos los presentes en nuestra salón dejaron de pronto lo que hacían, haciendo más tenso el ambiente entre ___ y yo.

— Hug, ¿te podrías quitar de una vez o acaso planeas quedarte ahí todo el día? —con fuerza le tomé del mentón casi como para levantar su cuerpo desde ahí, enterrando inconscientemente mi uña en su delicada piel.

¿Se puede cambiar? (Fred x TN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora