Capítulo 1: La primera historia

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Llevaba una vida independiente a su corta edad, a pesar de ser un omega, su familia siempre lo apoyó en su sueño de trabajar en una florería, puesto que desde muy pequeño soñaba con estar rodeado de esos diversos aromas que le fascinaban.

Su departamento no era especialmente grande, y mucho menos lujoso, pero era esa vida que le gustaba tener, su preciada vida rutinaria, abrir la florería y llenar sus pulmones del fresco olor.

Sin embargo, una cálida tarde de verano, por las puertas de cristal de aquella florería, cruzó un apuesto alfa de nacionalidad sueca, de cabello negro y un poco rubio en sus puntas, le robó el aliento a nuestro pequeño florista.

-Serían 800 yuans, ¿necesita algo más?

-Sí, tu nombre

-Katsuki Yuuri, a su servicio.

-Cristophe Giacometti para servirte, guapo.- el más alto le lanzó una mirada coqueta a Yuuri, quien se sonrojó ante tal acto.

Esa no sería la primera y última vez que Critophe iría a aquella florería, muchas veces no compraba nada, sólo iba a coquetearle al nipón, hasta que finalmente accedió a tener una cita con el sueco.

De esa cita siguieron miles hasta llegar a ser novios, por supuesto que la familia de Yuuri estaba más que contenta por la relación, Cristophe era un alfa de otro país, alto, dominante, y una persona de negocios que tenía mucho dinero, ¿pero más importante? Se notaba que su hijo rebosaba alegría al lado del sueco, sabían que ambos serían muy felices al lado de otro.

Pasó un año y la tan anhelada propuesta de matrimonio se dió lugar en tokyo, ¿y la boda? Fue una pequeña ceremonia celebrada con amigos y familiares cercanos, la luna de miel sería un viaje por todo el continente Asiático y Europa, Yuuri simpre quiso recorrer Europa. El largo viaje de 2 años construyó una bonita relación.

Pasó un año para que Yuuri por fin quedara embarazado de su alfa, honestamente, ellos no esperaban que en el vientre del nipón estuviesen creciendo mellizos, ambos varones, por fin tendrían su familia muy lejos de la ciudad natal de ambos, ambas familias estaban muy contentas por la noticia, en la gran casa se comenzaba a notar la desesperación por conocer a los pequeños con el pasar de los meses.

Y el día circulado en rojo, en todos los calendarios de la casa, por fin había llegado, la espera terminó y Yuuri sería hospitalizado, la pareja decidió una cesárea. Ambos niños nacieron, 10 dedos en sus manos, 10 dedos en sus pies, nacieron ambos sanos, excepto uno, quien nació sin el ojo derecho, la pareja quedó anonada, Yuuri y Chris lloraron, pero tenían que aceptar la realidad, durante la primera semana de vida de los pequeños, Chris se volvió distante, y Yuuri sólo se encargaba de alimentar a sus pequeños.

El día que Yuuri sería dado de alta, y ambos se subieron a la camioneta, Chris condució por otro camino que no era el que los llevaba a su hogar.

-¿A dónde vamos?- Preguntó Yuuri curioso al ver el letrero de la salida de la ciudad.

El sueco se quedó callado, pasaron minutos, y Yuuri volvió a preguntar, de nuevo el sueco se quedó callado, el ambiente era tenso, ¿Porqué no le respondia? ¿A dónde se dirigian? ¿Qué estaba pasando por la mente de Chris? Cuando menos lo esperaba, Chris se adentró por un camino lleno de terracería, ahora ya no era intriga, ahora era miedo, en serio, si esto era una broma, era de muy mal gusto.

- Chris, esto me está dando miedo, en serio, ¿a dónde vamos?- Los ojos de yuuri se comenzaron a tornar rojos, llevaban horas dentro del auto, y Yuuri no tenía idea de a dónde iban, si el sueco no le respondía de nuevo, probablemente Yuri soltaría en llanto.

-Descansa. Aún falta una hora, no te preocupes, todo estará bien.

El sueco le dedicó una mirada tierna, detuvo el auto por un momento para darle un beso a su pareja y seguir conduciendo por el camino lleno de árboles y enormes piedras que impedían que el coche avanzara más rápido, aquél gesto por parte de Chris, hizo que Yuuri se sintiera más relajado, cerró sus ojos, ¿podía descansar, no? Después de todo las últimas horas en el hospital habían sido agotadoras, sus ojos se cerraron, confiaba en Chris, era su pareja, el amor de su vida, el padre de sus pequeños ¿Porqué desconfiaría de la persona que más amaba en el mundo?
No supo en qué momento se quedó dormido, tampoco recordaba qué había soñado, pero el llanto de uno de sus pequeños cachorros lo despertó, y al despertar sus ojos no podían creer el maravilloso paisaje que lo recibió al despertar, un pastisal verde, un cielo azul, unas preciosas nubes blancas, y más al fondo la entrada hacia el bosque, volteó para ver a Chris y, el no estaba, miró hacia los asientos traseros, y ahí estaban sus pequeños hijos, Acke y Aron, rápidamente salió de la camioneta para atender al pequeño Acke que lloraba, cuando lo sostuvo en sus brazos, este dejó de llorar, nuevamente cerró la puerta de la camioneta y dirigió su mirada hacia en frente, ahí estaba Chris, recargado en el tronco de un árbol solitario en medio de la nada, con una mirada que el Japonés jamás había visto en el sueco, se acercó a él.

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