Capítulo 3: La enfermedad sin cura

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Salió de ducharse para sentarse en la sala del hotel donde se encontraba su maestra de ballet, observando el patinaje artístuco sobre hielo, la mujer siempre intentó hacer que Yuuri patinara, pero lo cierto es que Yuuri no tenía tal talento, así que dejaron ese tema por mucho tiempo.

-Yuuri, qué alegría volver a verte-El Japonés se había sentado al lado de su maestra para poder platicar con ella- ¿Cómo está Aron?

-Creciendo, siendo el niño más amable y lindo de siempre- El Japonés hizo una sonrisa ladina al recordar a su pequeño hijo.- ¿Y usted Minako sensei? ¿No debería estar dando clases de ballet?- El Japonés preguntó curioso.

-Cerramos por hoy, y tampoco es que tenga muchas alumnas, hasetsu cada vez pierde más gente, deberías de traer a Aron a mis clases, así podrías animar un poco las cosas.

-No sé si Aron quiera estudiar Ballet, lo veo más entusiasmado por sus clases de gimnasia.-Se puso un dedo en la varbilla, recordando cómo eran los gustos de su pequeño.

-Es lo mismo, Yuuri, deberías de traerlo para que pula más su talento.

-Hablaré con él, no quiero obligarlo a hacer algo que no quiera hacer-el japonés dirigió su mirada a la televisión que estaba frente a ellos para presenciar con más atención a las personas que siempre admiró sobre el hielo.

Ponerse los patines y hacer que dar saltos y giros sea arte era digno de admirar, el Japonés nunca logró patinar bien, pero lo deseaba, por más que practirara jamás le salia, y fue entonces cuando descubrió la botánica, sólo fue así como de verdad pudo ser feliz: Cuidando flores y aprendiendo de la naturaleza.

Misma que le hizo conocer a alguien importante y perder a un ser que amaba.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por una palmada en el hombro y un grito por parte de la profesora.

-¡TE LO DIJE! ¡Apostaría todo mi dinero, Yuzuru Hanyu ganará esta competencia!-La mujer tomó una vez más de su botella de cerveza para levantarse e imitar los movimientos del japonés en la pantalla.

-Minako sensei, por favor, está muy ebria, siéntese-El Japonés se alarmó aún más al ver que la profesora se tropesó con un cojín en medio del piso ¿¡Porqué alguien dejaría un cojín en medio de la sala!? Sus intentos por atraparla antes de que chocara con el piso fueron en vano puesto que ambos cayeron en este. Un Auch por parte del japonés y unas risas por parte de la profesora se hicieron presentes en la habitación.-¿Porqué te ríes?-Ahora la Profesora no reía, ahora lloraba- ¿Porqué lloras?-El japonés se reincorporó para verle el rostro a su profesora, ¿pues cuántas cervezas se había tomado ya para llegar a ese extremo?

-Yuuri, yo, yo nunca tuve la oportunidad de darte el pésame-La profesora comenzó a limpiarse las lágrimas con las mangas de su playera- Lo siento Yuuri, perdóname.

-¿De qué hablas?-El Japonés intentó animarla, pero la mujer seguía llorando.

-Del hermano de Aron, nunca lo conocí pero lo extraño, Yuuri, esos niños son como mis sobrinos- Ahora la mujer se había tirado en el piso para poder llorar a gusto.-Quiero quemar todo, pero al mismo tiempo no, no sé que me pasa Yuuri.

-Estás borracha, diciendo incoherencias, mejor, vayamos a tu cama ¿okey?- el japonés intentó levantarla con todas sus fuerzas y la llevó a rastras a una habitación libre en el hotel, claro que, durante el transcurso la mujer se quedó completamente dormida. Es cierto que la mensión de Acke por parte de la mujer le sorprendió muchísimo a Yuuri, ella jamás había mencionado algo sobre el tema, era cierto que ella era muy cercana a su familia, pues era una gran amiga de su madre, pero jamás pensó que a ella le afectara tanto la pérdida de Acke como a él.

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