Capítulo 7

734 63 3
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jamás creí que Magnolia fuera a atreverse a ir y reclamarle a Raisa que hayamos hablado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jamás creí que Magnolia fuera a atreverse a ir y reclamarle a Raisa que hayamos hablado. Ni siquiera fue ella quien me buscó si no que yo a ella, tendría que haberme preguntado a mí cuando nos vimos en la mañana, está más que claro que ya lo sabía, pero prefirió mentirme e ir por su lado a reclamar algo que ni siquiera merece un reclamo.

—¿A dónde vas? —pregunta Tito.

—Necesito hablar con Raisa, debe estar molesta en este momento.

—No te lo dije para que vayas a buscarla. Además, a ti qué te importa lo que piense, en todo caso preocúpate por lo que piense la mamacita de tú novia.

—Me dijiste que Margot llegó, ¿Qué crees que va a pasar si Raisa convence a su hermana de no ir a la fiesta?

—Ve, yo me encargo de tú tío.

Impulsivo. Esa fue la primera característica con la que me describieron. Y sí, allí estaba otra vez cumpliendo con ello. Apenas había logrado un mínimo acercamiento con Raisa como para que por la imprudencia de Magnolia todo se fuera al carajo. Cuando llegué, esperé un buen tiempo, el auto de Margot estaba parqueado por lo que era imposible me acercara, de verme era capaz de llamar hasta a la guardia costera para que me detuvieran con cargos que quizás en su cabeza iban a funcionar a la perfección.

Por fortuna de la vida, unas cuantas horas después salió. Ya había merodeado por los alrededores de la casa y era claro que los papás no estaban, así que ella estaba sola.

Pensé en tocar el timbre, pero no quería arriesgarme a que hubiera una cámara, los Brino siempre habían sido amables, pero no sé si les causaría gracia que llegara sin permiso, por lo que preferí atravesar el cerco del patio trasero, el mismo por el que cruzaba cuando era pequeño. Me fue imposible no ver la casa que había sido de mis padres, pero no quería concentrarme en eso, así que luego que crucé, me encargué de hacer el suficiente ruido posible para que Raisa me viera.

Subí a la casa del árbol, y mientras esperaba que todo saliera como quería, esperando ella notara mi presencia y bajara, disfrutaba ver que ahora la casa del árbol ya no era del todo cómoda para mí como antes.

Entre 2 billones de GalaxiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora