𝚜𝚎𝚒𝚜

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Thalía

Me quedé del otro lado de la puerta con mis piernas temblando de los nervios y con las manos todas sudorosas por culpa de la ansiedad.

Me pasé las manos por el pantalón para secarlas, y toqué el timbre.

Con los nervios que cargaba lo único que podía calmarme era un porro pero me había torturado todo el camino a mi misma reteniéndome de fumar para no tener el olor.

Ya no aguantaba más, sentía un nudo en la garganta el cual me dificultaba el poder tragar saliva,
necesitaba fumar y si no lo hacía en ese preciso momento iba a colapsar.

Pero en realidad lo único que necesitaba era
verte a los ojos,
oír tu risa,
abrazarte,
esconderme en tu pecho y que nada me joda.

Tenerte a mi lado Valen , eso es lo único que necesitaba.
Porque con vos era todo más simple.
.

Abrí los ojos al escuchar la puerta abrirse,
al verla del otro lado sentí como mis ojos se humedecían, y si antes estaba temblando ahora lo hacia el triple.

No pudé ni hablar por que ya me había abalanzado a sus brazos.

–M-me está costando mucho Maia.– lloré en su hombro.

– Lo se Thalía, tranquila.– respondió relajada la madre de los hermanos Oliva mientras me hacía mimos en el pelo.

– Vas a estar bien Thali, vos y Valen siempre fueron muy fuertes.– volvió a hablar sin parar de acariciar mi pelo.

Me limpié las lágrimas separándome de ella y la miré a los ojos.

Si no la conociera podría creerle que se encuentra bien, pero sus ojos siempre irradiaban felicidad y ese brillo ya no se veía.
Era comprensible, su hijo menor ya no estaba, como podía seguir irradiando la misma felicidad? Es imposible.

Y mi corazón se rompió un poco más,
al ver una lágrima deslizarse por su mejilla.

La volví a abrazar más fuerte, provocando que esta vez lloráramos las dos,
Valen era la felicidad de ambas y sin él no estábamos bien,
la diferencia es que Maia es más fuerte y puede pelear contra ese dolor, en cambio yo no.

Me separé de ella por segunda vez y luego de analizar mi rostro preguntó
– ¿No has estado comiendo bien no ?–
y al escuchar su pregunta solo hice una mueca .

El tan solo pensar en comer me daba asco, realmente me estaba autodestruyendo.

No me dejó contestar por que ya se encontraba en la cocina buscando algo para darme.

Reí inconscientemente, Tín era igual de testarudo que ella.

–Sentaté en el sofá Thalía, ya sabés que esta es tu casa, sentite cómoda.– habló mirándome con una sonrisa.

Le devolví la sonrisa y me senté en el sofá.

Miré que no estuviera prestándome atención y saqué de mi bolsillo la carta que había escrito.

– Voy al baño.– le avisé adentrándome por el pasillo.

Tenía que buscar en donde poner la carta y no tenía ni la menor idea de dónde hacerlo.

Abrí la primera puerta a mi derecha topándome con el cuarto de música, el cual seguía igual a la última vez que lo vi.

Mis ojos brillaron al ver la antigua batería de Valentin y me aproximé despacio con el corazón en la garganta.

Ataraxia ; Wos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora