EL HOMBRE VUDÚ

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Mi corazón late a cien por hora. Ya esperaba mi muerte cuando le oí entrar a mi habitación. Se acercó mucho a mi y sentí como me miraba, pero ni siquiera me tocó. Luego, bajó las escaleras y cerró la puerta de mi casa. En ese momento, cerré los ojos aliviado y caí en un sueño profundo.

Me despierto, enciendo la luz y grito el nombre de mi madre, pero en esa casa sólo reinaba el silencio. Me levanto y me doy cuenta que tengo un muñeco vudú rodeado de unas diez chinchetas y encima de un papel con una letra impresa: una t. Confundido, bajo las escaleras, me doy una vuelta por mi casa pero no había nadie y además todo estaba intacto. Parecía que el desconocido se había colado en casa sólo para entrar en mi habitación, pero yo tenía el presentimiento de que por algo más se encontraba en mi casa.

Pongo en la mesa un mantel rojo y encima un plato, un kiwi, un yogur, un bowl con cereales y un par de cucharas. Me levanto y mientras entro a YouTube echo la leche en una taza. En mitad del proceso, se me ocurrió llamar a mi abuela, pero le saltó el contestador. Intranquilo, me senté en el taburete donde suelo leer el libro de Stephen King, mi escritor favorito. Después de inspirar y suspirar varias veces, me calmé. Recogí la taza del microondas y la eché en el bowl.

Unas cucharadas después, cogí el kiwi y me lo comí bastante rápido, pero no más que el yogur. El yogur desapareció. Tenía un hambre inaguantable.

Luego me puse a hacer memoria de las últimas palabras, pero algo que vi por el rabillo del ojo captó mi atención. ¿Otro muñeco vudú? ¿Otras diez chinchetas? ¿Y otra letra impresa en un papel? Levanté el papel y vi la letra que estaba impresa: una e. La guardé rápido en el mismo cajón donde había guardado el otro.

Incómodo, decido irme de la casa a dar una vuelta y pedir un kas o una fanta en una cafetería.

Después de una horas fuera vuelvo a casa. Me había ido a las doce y cuarto de la mañana y volví a las nueve y media de la tarde. Ya esperaba que mis padres estén en casa, pero desgraciadamente no estaban, aunque si había algo diferente.

EL NIÑO DE LA BOCA COSIDA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora