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La lengua de Cato recorría los rincones de mi boca, al igual que la mía recorría los suyos.
Su mano se deslizó hacia mi entrepierna y comenzó a acariciarla, haciendo que mi polla se fuera poniendo dura. Cuando el ultimo botón estuvo desabrochado Cato comenzó a masajear mi miembro mientras nos seguíamos besando.
Yo por otra parte introduje mis manos en sus pantalones acariciando su precioso culo.
Aquello sí era el paraíso, la brisa acariciaba nuestros cuerpos que pronto se fundirían en uno solo, nuestras pollas calientes chocaban la una contra la otra con el roce de nuestros cuerpos y nuestros labios solo se separaban para decirnos como nos deseábamos.

Desprendidos por completo de nuestras ropas abrí las piernas para dejar paso a Cato, él, dejado caer sobre mi, fue introduciendo su rabo con suavidad mientras nuestras lenguas disfrutaban juntas.
La polla de Cato se hacía paso a través de mi, llenándome de placer y haciéndole sentir lo mismo a él.
Mis manos estaban aferradas a su perfecto culo, su piel lisa y suave se pegaba contra la mía frotándose al son de las entradas y salidas del rabo de Cato dentro de mi.
Esto no era follar, hacíamos el amor, nos habíamos entregado el uno al otro, éramos uno solo, que solo buscaba una cosa. El placer
Finalmente tras una gran dosis de euforia Cato y yo consumamos nuestro acto al mismo tiempo, nunca me había sentido así.
Dejó caer su cuerpo sobre el mío, exhausto, con la polla todavía dentro de mi, aun segregando semen.

Ya más tarde, aún desnudos sobre la hierba del campo, estando abrazados el uno al otro nos lo dijimos.

-Te quiero-

Secretos del Distrito 2 (gay hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora