10

1.7K 66 4
                                    

Los días se sucedieron, desde aquel día en el prado cuando decidimos hacer de lo nuestro algo más todo ha ido genial.
Realmente estamos enamorados, no nos quitamos las manos de encima, tenemos sexo salvaje todos los días y siempre hay tiempo para unas mamadas improvisadas de vez en cuando a lo largo del día.
La forma en la que nos deseamos no ha cambiado, incluso en el trabajo. Hace unos días Tomson pilló a Cato follándome contra una vagoneta y tuvimos que montar un espectáculo para él, fue excitante realmente. Era de las pocas cosas que no habíamos hecho en cuanto a sexo se refiere.

Pero nuestra relación no solo era sexo, Cato tenía una mente increíble que, al fin me estaba dejando ver. Confiábamos plenamente el uno en el otro, pero no todo era felicidad

Cada día que pasaba los juegos estaban más cerca y Cato era el elegido para presentarse voluntario este año por el gimnasio.
Todo se venía abajo en este tema, su mente se cerraba y no encontraba salida. Tenía la cabeza comida totalmente por las ideas del Capitolio, las ideas de los juegos.

Yo no me rendía, le decía que podíamos trabajar juntos, que se podría mudar a mi casa y follariamos a todas horas, eso lo calentaba y solíamos tener una buena dosis de sexo, pero aun así no veía posible abandonar.

La noche anterior a la cosecha yo no pude dormir, había llegado demasiado rápido, no habíamos tenido tiempo suficiente.

Cato me visitó esa mañana y lo hicimos como nunca lo habíamos hecho, me entregué a él y él se entregó a mi.
Pasamos abrazados unas dos horas, sin más, desnudos y entrelazado nuestros cuerpos, era como siempre nos habíamos comunicado mejor.

Cuando me quise dar cuenta ya no había vuelta atrás, aun esperaba que ocurriera algo que lo detuviera, que lo nuestro fuera lo suficientemente fuerte para cambiarlo todo.
Pero cuando una voz fuerte y decidida se presentó voluntario frente a otro chico del distrito supe que no había más por lo que luchar. Cato finalmente se había presentado voluntario.

Después de eso fui a verlo a una habitación que estaba destinada a despedirse de los tributos, yo sabía que llorar no serviría de nada ya, disfrutamos nuestros últimos momentos juntos con mi polla embistiendo su perfecto culo contra una de las mesas, los agentes de la paz seguro oyeron todo esto pues no procuramos que fuera de otra forma, Cato gemía sin parar y me pedía más y más, fue rápido claro, pues no disponíamos de mucho tiempo, pero muy intenso. Así me aseguraría que se llevaría algo mío al Capitolio
Nos besamos apasionadamente y Cato se despidió con un

-Siempre-

Esas fueron las últimas palabras que pronunció para mi









Nota del autor:
Sí, lo sé, soy un capullo, pero no me quedaba otra, Cato tenía que ir q los Juegos después de todo, y eso no lo decidí yo, sino Suzanne Collins, la autora de la trilogía.
Espero que os haya gustado esta historia y que os haya "alegrado" algunos ratos aún siendo algo trágica, a mí desde luego me ha dejado muy agusto.
Nos vemos en la siguiente
                                         ~maxtellastory

Secretos del Distrito 2 (gay hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora