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La luz del día me despertó, cuando me di cuenta ya no estaba sobre el pecho de Cato, él ya no estaba en mi cama.
Baje a la cocina y lo encontré vestido con uno de mis pantalones de tela gris, no llevaba ropa interior y podía notar su bulto claramente.
Me acerqué a él y me recibió con un cálido beso, no llevaba camiseta y sus músculos se tensaron al pegarme contra su cuerpo, era como una obra esculpida por un artista.

Me preparó un café y hablamos un rato

-Tendré que irme en un rato, hoy tengo entrenamiento intensivo-

-Además de perder la vida pierdes el tiempo- farfullé, me molestaba mucho su ambición por esa estupidez mortal.

-¿Qué has dicho?- dijo cambiando su expresión en la cara

-¿Por qué esa obsesión con los juegos? Las probabilidades de morir son muy altas Cato-

-Llevo toda la vida preparándome para esto, es mi destino-

-No, no lo es, es tu final- solté

Y sin verlo venir, nos encontrábamos ante nuestra primera pelea, los dos teníamos un temperamento muy fuerte, lo que no mejoró las cosas.
Nos gritamos, empujamos...

-¿Por qué te importa tanto de repente?- dijo con furia

-Porque no quiero perderte imbecil- contesté más furioso aún
Una lágrima calló por mi mejilla, Cato contuvo las lágrimas

-Yo.... yo debo... hacerlos orgullosos...- dijo en un tono mucho más calmado mientras me miraba fijamente.

-No le debes nada a nadie, y menos tu vida- de dije

-No les conoces, si no fuera a los juegos mi vida se acabaría de todos modos- contestó

-¿Quiénes?- pregunté

-Mis padres- confesó

Secretos del Distrito 2 (gay hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora