·15· Es como ver un faro cuando estás perdido en medio del océano·

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Eva

"Abre la piernas" separé las piernas dejando que el segurata del hombre al que debía entregarle la droga chequease que no tenía ningún tipo de arma guardada. Sin tocar más de lo debido se echó para atrás dejándome pasar. En teoría debería ser una entrega fácil ya que estaba entrando yo sola.

"Pasé" escuché y con un segurata detrás mía entré en la habitación en la que un hombre de unos 30 y pocos años estaba tumbado sobre una cama con dos chicas poco vestidas a cada uno de su lado. "¿A quién tenemos aquí?" Sonrió levantándose de la cama empujando a las dos chicas en el proceso.

"Viene de parte de Morente, trae la carga" dijo el segurata contestando al hombre.

"Pero de dónde ha sacado Morente a este bombón" susurró cogiéndome la cara y acercándose hasta quedar a pocos metros de mi cara.

"Esta todo en la bolsa, si me das el dinero salimos de aquí ya" Dije intentando sonar lo más fuerte posible.

"Pero bueno fiera que prisa tenemos, hay tiempo de sobra para divertirse y después podemos hacer el intercambio" Me besó la mandíbula y yo me aparté levantando la mano izquierda con la que sujetaba la bolsa con la droga.

"Y si le pido a Morente que en vez que la droga me quede contigo" Se volvió a acercar y yo volví a apartarme.

"Se supone que esto iba a ser un intercambio limpio señor Montés, si tengo que volver con mi compañero volveré" dije amenazando con salir por la puerta, sabía que estos hombres de alimentaban con el miedo de las chicas que repartían droga, si veían que tenías miedo lo usaban contra tí, eso había aprendido las muchas veces que había hecho esto con 10 años en una época en la que muchos extranjeros venían solo por la droga.

"No hay necesidad señorita Morente" me quedé pillada, en teoría nadie sabía quién era yo, nadie sabía que yo era la hija de Jacobo.

"Creo que se confunde señor Montés, yo no soy la pareja del señor Morente"

"No" se rió "La pareja no, eres la hija de Jacobo"

Que supiera eso me inquietó, nunca me habían reconocido, nunca se habían dado cuenta de quién era. Según decía Jacobo era más peligroso para mi si se enteraban por que podrían secuestrarme a cambió de dinero, él me seguía mandando por qué tenía la conciencia tranquila de que si me pillaban iba a dejar que se quedaran conmigo y me mataran por qué el tenía a mi hermana y no me necesitaba, no valía ni un céntimo.

"No sé por qué dice eso"

"Has cambiado mucho pero no lo suficiente Eva" sonrió acercándose a mí y acariciándome la cara "Tendrías unos once años cuando viniste aquí a darme este mismo pedido, pero entonces eras mucho más pequeña y divertida"

Le aparté la mirada mientras empezaba a besarme el cuello, ya no podía echarme más para atrás, estaba contra la pared.

"Tu y yo lo pasamos muy bien en esta misma cama hace unos 7 años, me ofende que no te acuerdes" Claro que no me acordaba, siempre que me violaban intentaba olvidarme, olvidarme del hombre, del lugar, del olor y del dolor. "Claramente no tenías este cuerpo" gimoteo agarrandome la teta con fuerza.

Cerré los ojos y pensé en Lea, tenía que salir de aquí y de toda esta mierda por ella. Le pegué un empujón cuando estaba apunto de subirme la camisa que le desestabilizó y le tiró contra la cama.

"O hacemos este intercambio ya o me voy con lo que he traído"

"Eres muy valiente para estar aquí solita" dijo amenazante acercándose más a mi.

LEA: Siguiendo tus pasosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora