Fundido a Piel.

99 16 19
                                    

     La fuerte y ardiente ola expansiva quemó un poco mi ropa y mi espalda mientras protegía a mi hermana que estaba ya incolora de pánico, apreté mis dientes por el dolor y cuando el fuego bajó su intensidad un poco y resolví que ya era "Seguro", decidí dejarla.

     Me volví hacia el montón de chatarra carbonizado, nisiquiera sé durante cuánto tiempo lo miré... Diez segundos... Diez minutos... Ahí estaba, ardiendo... Sin forma alguna, sin nada que salvar. Con mi respiración completamente errática y mi garganta echa un nudo total, me volví para ver a mi hermana que miraba la escena completamente apagada, fantasmal, sin expresión alguna y noté como literalmente sus ojos perdían el color, brillo y vida... Muy lenta, dolorosa e inevitablemente.

     Aún con mi corazón inactivo, mi mente convertida en una laguna blanca enorme y mi estómago queriendo vomitar a cualquier costo, me acerqué al auto, pero inmediatamente me arrepentí y regresé. Encendí una bomba de agua que enviaba agua a el jardín frontal y reduje las llamas para después llamar a los Bomberos.

     Ahí estaba, desde hace una hora y media, sentado en el suelo, recostado en la puerta principal, abrazando a mi hermana, mirando a los uniformados intentar hacer lo que se pudiese por la bolita de aluminio arrugada que en algún momento fué un auto, cortaron el ochenta por ciento del auto para poder tener acceso al interior, pero yo ya no les prestaba atención. Brutales recuerdos pasaron por mi mente.

     -¡Feliz cumpleaños, pequeño!- gritaron mis padres al unísono entrando a mi habitación con un enorme pastel color azul con un pequeño mando de videojuegos hecho de el mismo material en el centro. ¡Me siento como el rey del universo, hoy todo gira en torno a mí! ¡Es el mejor día de mi vida! ¡Ya tengo diez años!

     Mi padre se arrodilló frente a mí y me miró fijamente con una sonrisa de orgullo puro, sus ojos de severidad que te abrían lentamente por dentro, reflejaban cariño, nostalgia... Amor, y me dijo literalmente sin borrar la sonrisa de sus labios secos en ningún momento:

     -Hijo... Acabas de entrar en la etapa más importante de tu vida, estás a nada de la adolescencia... Y por lo que puedo ver...-

     Hizo un ademán a todo mi cuerpo.

     -Ya estás entrando. Hijo, a partir de hoy todos los días de tu vida traerán decisiones, fuertes, insignificantes o muy significativas. Pero eso sí, serán millones, incluso llegará a fastidiar, pero cada una de ellas será lo más importante de tu vida, será lo que te formará como persona, como hombre, de ahora en adelante el mundo es tuyo, tendrás que cuidar de tu madre, de mí y de tu pequeña hermana, hijo mío, me da orgullo decirte que ya eres y te haz convertido en un Señor.-

     Señor... Señor... Señor...

     Esa última palabra resonó con fuerza hasta que la imagen de mi padre fué distorsionándose y convirtiéndose en la imagen de un bombero que me costó bastante definir hasta que logré salir de mi trance.

     -¡SEÑOR!- Dijo el bombero frente a mí por última vez para llamar mi atención.

     Aún perdido hice un sonido de "atención" hacia él. Lo miré vacilar un poco, luego tensó su cuadrada mandíbula, podía notar su fuerte incomodidad, hasta que finalmente lo escupió.

     -¿Qué quiere que hagamos con... eh... los restos?-

     Esa última palabra me abrió el corazón, se sintió como un cuchillo dentado caliente  penetrando mi carne, mis sentimientos... a mí. Sentí como mi hermana se aferraba con mucha más fuerza a mi brazo y se escondía en mi pecho comenzando a sollozar, tuve que ser fuerte en ese instante.

Balas Y LágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora