Caramelo de Limón.

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John.

     En el momento de la pregunta me ahogué de manera mínima con mi bebida y volteé a verla, no quitaba su mirada de los objetivos, no era una mirada de miedo, tampoco de angustia, no era lo que encontraba en sus ojos, lo que veía era algo totalmente diferente, un brillo, curiosidad, ambición, ganas de algo, tenía en los ojos esa mirada de cuando ves algo que realmente deseas, el tiempo no parecía transcurrir mientras permanecía allí, estática. Sin darme cuenta, duré más segundos de lo debido mirándola, hasta que viró su mirada encontrándose con mis ojos, obviamente, esperando una respuesta.

     -Este, em... Sí. Lo hago.-

     De sus ojos pareció salir una chispa eléctrica.

     -¿¡En serio!? Con... ¿¡Con armas de verdad!?-

     Su tono no era alto, era persistente, deseoso, como el de un niño cuando le cuentas una historia que le pareció fascinante. En mi mente pasó por un segundo un "¿Qué no es obvio?" Luego me dí cuenta de lo difícil de conseguir que eran las armas de fuego en ese lugar, casi nadie tenía, sólo las personas pertenecientes a el ejército o ya sea... Gángsters.

     -Sí, con armas de verdad.-

     Sé que fué estúpidamente peligroso decirle eso a una chica totalmente desconocida, probablemente hija de un policía, o tal vez no, pero que igual podría hacerme las cosas mil millones de veces más difícil de lo que ya eran.

     Abrió su boca ampliamente en gesto de decir algo, pero al instante su semblante cambió.

     -¿Tu hermana lo sabe?-

     Me preguntó con cierto temor en sus ojos, pero no por mí obviamente, temía por la niña.

     -Sorprendentemente... Es incluso mejor que yo disparando.-

     Fué lo único que me limité a decir, ella abrió sus ojos de par en par, la reacción era obvia, una niña de once años con talento para las armas de fuego no era algo que normalmente constituía la cotidianidad.

     Luego de eso elevó sus ojos castaños al cielo, ya había oscurecido, las estrellas se dejaban ver, habían entrado en escena, parpadeando, moviéndose muy muy lento a nuestra vista, los pequeños puntos blancos se reflejaban en sus pupilas, con mucho esfuerzo logré ver cómo se dilataban éstas, lo disfrutaba muchísimo, sin esperarlo, dijo con voz suave, pero ansiosa.

     -Quiero disparar, enséñame.-

     Dijo y se notaba que se sentía un poco apenada, mordía sus labios sutilmente y le costaba mantener su mirada junto a la mía.

     -¿De noche? Ya debería llevarte a casa.-

     Suspiró y bajó su mirada para volver su mirada al cielo.

     -Tienes razón. ¿Puedes llevarme?-

     -Ni siquiera debes preguntar, yo te traje y yo debo llevarte, venga, vamos.-

     Dije con simpleza para levantarme y tenerle mi mano, ésta la miró un segundo y luego la tomó para levantarse, se sacudió en trasero (Que por cierto, era espectacular.) Y comenzó a caminar detrás de mí, cuando estaba buscando la llave en la sala, estaba mi hermana con sus amigas en la cocina, tenía experiencia con eso, parecen unas hormiguitas trabajando entre todas, además, siempre dejan todo impecable, no me molestaba en absoluto.

Balas Y LágrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora