Capítulo VIII

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La luna resplandecía detrás de ella, alumbrando su desolado camino. Ella, con una capucha que la abrigaba del frío a la vez que le daba una apariencia misteriosa, caminaba en aquella fría noche. A su paso dejaba caer un rastro de sangre, pequeñas gotas que caían de su abrigo, que se mezclaban con una ligera brisa. Con un rostro angelical caminaba por un sendero con pocas luces, pronto llegaría a un puente, en el cual un hombre se percató de su presencia, uno que aparentaba ser un ladrón, alguien quien espera a su víctima en medio del puente, el único camino para llegar al destino. El sujeto llegó a su encuentro.

— ¿Dónde vas tan sola... te acompaño? — preguntó

La misteriosa chica siguió su camino ignorando por completo a aquel sujeto, quien sin pensarlo dos veces la alcanzó tomándola del brazo izquierdo con fuerza.

— ¡No me ignores! — dijo con seguridad mientras ella se detenía.

Lentamente volvió su rostro al hombre, quien se aterró al ver esa mirada frívola, como si el peligro lo estuviera acechando. Se perdió por un momento en sus delicadas facciones, analizando su rostro detenidamente.

— Suéltame — dijo con calma.

Él por su parte, se acercó más a ella — No me das miedo — dijo mientras intentaba besar su cuello. Ella en cambio, dejó que empezara.

— No pongas resistencia — dijo él mientras la inmovilizaba.

Con fuerza juntó su cuerpo con ella, quien parecía inmóvil — Te voy a llevar conmigo — dijo excitado. Le llevó su capucha hacia atrás contemplando así su cabello.

— ¿Me deseas? — preguntó ella mientras lo empujaba.

— Sí — respondió el sujeto.

Se quitó el abrigo con la capucha, él hombre retrocedió al ver sus brazos cubiertos de sangre y un cuchillo en su mano derecha con un guante — Qué mier... — decía antes de que se aproximara a él para clavar el cuchillo en su vientre varias veces y así asesinar a aquel sujeto, quien poca resistencia puso producto de la impresión.

***

La casa de Peter era grande, después de entrar al portón te encuentras con un pequeño jardín con unas bancas, adelante se encontraba la casa en sí, una puerta que te lleva a la sala, al lado derecho una cochera. A la izquierda la cocina, ambos cuartos amplios, en el costado derecho podías ver la puerta que va al garaje y a su lado las escaleras que van a los cuartos, ubicados en el segundo piso. más adelante, salías a la piscina en un área bastante amplia, a un lado una barra, una casa bastante elegante.

Las personas empezaban a entrar a la casa de Peter, quien les abría la puerta, varios autos se estacionaron en la acera de la casa. Eran chicos de la universidad en su mayoría, llegaban con cervezas y en grupos, la música sonaba a todo dar. Peter les daba la bienvenida junto a Jeremy. Después de varios minutos esperando en el jardín de la entrada, daba la impresión de que Matthew y Roxana no iban a llegar.

— No creo que vengan, ya podemos entrar Pete — dijo Jeremy.

Jeremy había pasado la tarde junto a Peter, él no era un chico que iba a fiestas, antes de unirse al grupo, era como el chico raro que no le hablaba a nadie y sólo se dedicaba a jugar videojuegos. En esta ocasión, estaba bajo la influencia de Peter, quien le ayudó a elegir su atuendo y le dio varios consejos sobre cómo pasarla bien en la fiesta, tal vez en esta Jeremy podría conocer a alguna chica.

— No tienes que pasar todo el tiempo conmigo, se mira extraño... solo ve a tomar unas cervezas para empezar, aprovecha la noche, yo voy a esperar un poco más, sé que van a venir.

— Pero yo nunca he tomado...

— Entonces busca el ponche de frutas que está en la piscina, es más suave, pero no te excedas, yo ya voy para allá.

Jeremy se marchó nervioso — Está bien, pero no me dejes solo, no conozco a nadie.

Después de esperar un largo rato, Jessica apareció, acompañada de un chico nuevo, uno que a simple vista parecía ser una persona muy diferente a Matthew, un chico que daba la impresión de ser prepotente, tenía ese aire de superioridad que parecía que Jessica no le agradaba, pues no le prestaba mucha atención.

Jessica saludó a Peter, mientras su acompañante pasaba adelante, no sin antes decir— No tardes amor, voy a estar en la piscina — intentó besar los labios de ella, pero Jessica no lo correspondió y le dio un beso en la mejilla.

— Hola Pete — dijo Jessica.

— Hola... ¿Sabes algo de Matthew?

— No te preocupes — dijo tranquila — hablé con él, no quería venir pero quiere verme, así que no debe tardar.

— Ya veo... y quieres sorprenderlo con tu amigo — dijo sarcástico.

— No iba a venir sola — respondió seria antes de pasar adelante.

Después de varios minutos más, Peter parecía haberse resignado a que sus amigos no iban a asistir. Y cuando se disponía a entrar a la fiesta, divisó un taxi estacionarse, del cual se bajó Adam y Lisa. Lo que sorprendió por completo a Peter. Quien fue a su encuentro a paso veloz para así abrazarlo.

— ¡Maldito infeliz hijo de perra, estás vivo! — dijo emocionado.

— Hola — dijo Lisa.

— ¡Y vienes bien acompañado! — se volvió a Lisa — Y tú... ¿Eres la que lo raptó?

Lisa sonrió — Mucho gusto, bonita casa, y no, no soy una arpía.

Adam — Ella es Lisa, me salvó junto a Georgina.

En ese momento llegó Matthew, acompañado de Roxana, quienes se habían bajado de un taxi. Matthew y Roxana se sorprendieron al ver a su amigo, al llegar con él, Roxana le dio un puñetazo a Adam en el brazo.

— Hola... — dijo Adam apenado — lamento de tu auto.

— No tienes idea — respondió Matthew — pero me alegra que estés vivo, ya sabes que me debes un auto, y es en serio.

Después de eso, Matthew le dio un abrazo.

— Eso significa que estoy perdonado — dijo Peter.

Peter y Roxana conectaron sus miradas y momentos después, Roxana accedió a su intento de disculpa y le tomó la mano. Todos entraron a la fiesta.

***

— No quiero hacer esto, pero tengo que...

— ¿Alice, qué diablos sucede contigo?

Gina miraba aterrorizada a Alice. Se encontraban en una habitación que Gina no pudo reconocer, pues acababa de despertar en aquella cama, se encontraba atada.

— Voy a gritar — dijo Gina.

— Nadie vendría en tu auxilio.

Alice sostenía el cuchillo lleno de sangre y mientras se acercaba a ella, Gina empezaba a llorar y a suplicar por su vida. Alice sostenía el cuchillo con guantes, y luego lo puso sobre las manos de Gina para que ella lo sostuviera y después le dio la espalda para marcharse, ella vestía de negro con su capucha recogida.

— Adiós Gina.

— Esto es estúpido, voy a delatarte, déjame libre y escapemos juntas, tengo mucho dinero.

Alice se detuvo antes de salir por la puerta — Vas a morir dentro de unos minutos.

La chica de la noche Donde viven las historias. Descúbrelo ahora