7. ¡Bienvenidos!

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- ¿Creéis que nos hemos alejado bastante?
-Sí, ya está bien -Milos respondió a Andra, que estaba exhausta.

Se detuvieron en un lugar con mayor espacio para descansar. Lenaro se sentó en una roca doliéndose del arañazo. Herin se acercó a él para analizar mejor su herida.

- No parece muy profunda. ¿Hay vendas?

-Creo que la bolsa donde estaban estaba atada a uno de los caballos -Respondió Andra-. Tenemos solo lo imprescindible.

- No os preocupéis -dijo Lenaro-. Solo necesito un poco de agua.

Milos permanecía inmóvil, de espaldas a ellos, observando el camino por donde habían venido.

- Tranquilo chico, están bien. Si algo sé de mis compañeros es que son más difíciles de matar que una mosca.

Milos dio media vuelta, pero no por las palabras de Lenaro, sino porque había escuchado movimiento entre los arbustos. Eran pasos, pasos humanos.
Enseguida apareció un hombre de mediana edad. Era alto y musculoso. Su pelo castaño le llegaba por los hombros y hacía juego con sus ojos.

- Buenas tardes. Este bosque no es de los mejores sitios para dar un paseo -No tardó mucho en ver la sangre entre las ropas de Lenaro-. Oh Dios mío. Parece que ya lo habéis descubierto solos. Acompañadme, os llevaré a un lugar seguro.

Los chicos intercambiaron miradas mientras Lenaro se levantaba. "Por su voz, parece de confianza." pensó el veterano caballero.

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La formación de los caballeros no intimidó al animal, que corría hacia ellos dispuesto a embestir.

- ¡Manteneos firmes! ¡Somos más fuertes juntos! -Thioren animó a sus compañeros.

-¡Vamooos! -gritó Tyres.

Los dos bandos colisionaron provocando un ensordecedor ruido que espantó a todos los pájaros de la zona. Aquella bestia pasó entre todos ellos, que cayeron al suelo con el impacto.
Thioren había conseguido clavar su espada en el costado del animal, aunque parecía que no le había hecho mucho daño, pues se desprendió de ella con unas cuantas sacudidas. Fue el tiempo justo para que el escuadrón se repusiera y planeara la próxima defensa.

-¡Hacemos la variante A! - Ordenó Thioren.

Y se pusieron de nuevo en forma de V. Todo igual salvo un pequeño detalle, un factor sorpresa con el que no contaba el animal. Y es que, justo antes de la segunda embestida, el escuadrón se apartó y quedó al descubierto el árbol que tenían detrás. No hubo tiempo para que aquella bestia pudiese reaccionar y se estampó de lleno.

Al verlo aturdido, empezaron a celebrarlo, la estrategia había sido un éxito. Estaban en clara ventaja, pero el combate aún no se había acabado. El animal volvió en sí y se puso a dos patas, era más alto de lo que parecía. Aquellos hombres no tenían la misma seguridad que hace un momento. No sabían cómo iban a poder matarlo.

De repente, del corazón del bosque, sonó un potente cuerno. Y, como por arte de magia, la bestia ya no parecía tan agresiva, de hecho, se marchó tranquilamente.

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- ¿Qué os trae por aquí chicos?

- Venimos un grupo de personas a traer un paquete al castillo de este bosque - respondió Milos -. Pero nos hemos separado, nos hemos encontrado con un...

- Entiendo-dijo aquel hombre sin despegar la mirada en el paquete-. Entonces, lo mejor es ir al castillo y avisar ¿No creéis? -esperó a que afirmaran-. Pues estáis de suerte, ahí es donde tenía pensado llevaros. Me llamo Sendomir, pero me todo el mundo me dice Sendi. Soy el hijo menor del señor del castillo.

La preocupación de los viajeros desaparecía a medida que iba hablando Sendi. "Conocerá el bosque de maravilla" pensaron.

- ¿De dónde sois?

- Iriato -Respondió Milos.

-¿Y por dónde está?

- Al sur de Nodinfer, no muy lejos de aquí -explicó Andra-. Perdón por entrometerme -continuó hablando-. No sale mucho de aquí, ¿Verdad?

- Efectivamente no. Aquí necesitan mi ayuda. Bueno, la mía y la de mi familia. Somos los únicos humanos del lugar.

Los jóvenes y Lenaro comprendieron perfectamente lo que quería decir.

Un silencio se apoderó del momento. Silencio humano solo, pues el sonido de los pájaros volvía a escucharse y todo el verde oscuro que les asustaba tanto antes, era más claro.

Un rato después habían llegado a una zona descubierta de árboles. En medio de aquel lugar estaba el castillo.

-Hemos llegado -dijo Sendi-. El castillo de Hanher. El corazón del bosque.

Aquella estructura pilló por sorpresa a los cuatro. Era más grande de lo que habían imaginado, pero tampoco mucho. Lo que no tenía de tamaño lo tenía de belleza y elegancia. Las torres del castillo, acabadas con un azul eléctrico, se encontraban a algo más de altura que los árboles.

- ¿Cómo hacéis para que parezca nuevo? - Preguntó Herin, entre sonrisas.

- Los humanos somos los únicos seres capaces de estropear las cosas. Y ten en cuenta que aquí somos pocos.

La puerta principal era de una madera fuerte y oscura. Estaba abierta.

-Acogemos a todo aquel que pase por aquí, incluso a los animales. Ninguna persona con mala voluntad se adentra en el bosque -explicó Sendi.

- ¡Bienvenidos! -Una alegre voz salía desde una habitación seguida de un hombre canoso-. Me llamo Hanher y soy el señor de este castillo. Digo señor y no Rey porque Rey es quien tiene reino. Lo único que hay aquí es bosque y el bosque no es de nadie. Por cierto, estamos en el lugar más claro, todo lo malo tiene algo bueno, aunque sea un poco. ¿No creéis?

- Perdonad a mi padre -El hijo mayor salió de la misma sala-. Se ha aprendido eso de memoria y se lo suelta a todo el que llega- dijo riéndose.

Los viajeros se presentaron y explicaron la situación de sus amigos. Además, entregaron el paquete en nombre de Pereamir y los habitantes de aquel castillo lo cogieron con sumo cuidado y se lo llevaron a alguna sala.

Mientras que pensaban en un plan para rescatar a los otros, un grupo de personas entró al castillo.
Milos y Andra corrieron a los brazos de su padre, también hizo lo mismo Herin. Estaban todos a salvo.

- ¡Bienvenidos! Me llamo hanher y ...

- Papá, ahora no -intervino Sendi casi riéndose.

Thioren contó lo que había pasado con aquella bestia, enfatizando la misteriosa huida, aquel cuerno que probablemente les había salvado la vida. Los habitantes del castillo pusieron cara de asombro, pero parecía que sabían más de lo que hablaban. Para romper el silencio que se produjo justo después, Hanher ofreció habitaciones para pasar la noche y ellos no las rechazaron.

Ya en la cena conocieron a la madre, era rubia, con los ojos claros y algo más joven que su esposo. Ella se dedicaba a todo lo relacionado a la medicina y tenía siempre trabajo: Animales heridos que iban al castillo en busca de auxilio. Pero también curaba a personas, y le echó un vistazo a Lenaro.

Thioren dio las instrucciones del día siguiente antes de dormir:

- Esta noche descansaremos un poco más. La idea es salir un par de horas después del amanecer. Gracias al trabajo de todos, hemos cumplido con la entrega, ¡Enhorabuena! Pero no os olvidéis del objetivo principal: Llegar a la ciudad de Nodinfer y entregar la carta. Buenas noches.

El Orbe BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora