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SeokJin se quedó dormido sobre mi hombro, tiene un aroma dulce. Deseo estar así con él peor sé que es imposible. Recuerdo las palabras de la anciana y sólo consiguen deprimirme más.
Lo recuesto en mí sillón y me dirijo a la cocina, no falta mucho para la hora del almuerzo. Reviso el refrigerador y no encuentro mucho, así que cojo las llaves que están en la mesa y salgo del departamento.
Las calles alegres me desaniman, sé que tal vez SeokJin nunca esté conforme con mi yo humano, pero mientras esté de está forma sólo quiero disfrutarlo todo lo posible.
Estoy caminando por la calle y encuentro, en los bolsillos del pantalón de NamJoon, un poco de dinero. Me adentro a un mercado para buscar algo de comer, pero una persona se interpone en mi camino.
Y es él.
Me mira con el ceño fruncido.
- ¿Tú otra vez? - dice, mi boca se fuerte, no quiero verle. Es la última persona que deseo ver.
- Se que estabas con él - Sin prestarle atención entró al mercado, discutir con él no me servirá de nada, y en cualquier caso, ya no tengo garras para defenderme.
- Oye - Dice demasiado fuerte para mí gusto - Es de mala educación dejar hablando sola a otra persona - No entiendo lo que dice, así que sigo andando. Me detengo en uno de los puestos pero una mano me toma del hombro y me voltea bruscamente.
- Estaba hablándote hace un momento - Su voz suena gruesa, y si él fuera un gato tendría la cola alzada y el pelaje erizado.
- ¿Qué quieres saber? - Lo miro a los ojos, y parece sorprenderse por mi repentina atención.
- Aléjate de él - Sus cejas se juntan en una expresión de enfado.
- No puedo - No contesto rápidamente, casi interrumpiéndolo.
- ¿Cómo has dicho? - Me muestra los dientes. No, ahora estoy seguro, si él fuera un animal... Sería un perro.
