Eran cerca de las 9 p.m cuando Mika dijo la palabra mágica y Plagg se fundio en el anillo de Chat Noir. Su traje negro cubrió su cuerpo y salió por la ventana procurando cerrar la puerta con llave y dejar su única via de entrada (la ventana) sin cerrar por completo.
Llevaba su ukelele en mano y una idea clara en mente.O más bien se trataba de una canción.
La inspiración habia surgido esa tarde al llegar a casa del trabajo de su padre, sin embargo sentía que algo le faltaba, necesitaba a Kendo para ello.
Se sentó en la terraza del edificio y sus pies colgaron sobre el aire. Comenzó a tocar suavemente el instrumento de cuerdas. A pesar de que el violín era su predilecto también sabia tocar ukelele con mucha soltura y naturalidad, en teoría había nacido pegado a instrumentos de cuerda.
Culpa de Luka. Por supuesto.
Desde allí arriba podía ver el balcón de la habitación de Kendo. Con algunas plantas adornando la baranda de concreto. El heroe rasgó las cuerdas con ánimo, dejandose llevar por la melodía que desprendía su corazon enamorado de adolecente desastroso. Desde el interior de la casa se podían escuchar las notas musicales resonando. Kendo, quién se encontraba comiendo palomitas de maiz y jugando DS, levantó la mirada de aquél aparato y observó las luces de la ciudad. Abrió la puerta corredisa del balcón y se apoyó en la baranda tirando la vista hacía arriba y descubriendo el escondite del músico.
— había escuchado gatos maullar en los techos, pero jamás uno que tocase tan bien — comentó la chica consiguiendo que la música se detuviera.
— lamento molestar.
Mika colocó el ukelele en la azotea siendo consciente de que si la rubia ponía sus ojos en el instrumento lo reconocería por los stickers pegados a él, enseguida bajó de un salto hasta la saliente. Se aferró al barandal pendiendo a un costado del edificio y enfrentó a la de ojos avellana.
— pero que interesante coincidencia, ¿No eres la chica que intentaba golpear una araña con un paraguas?
— se trata de mí, si — comentó esta sientiendose ligeramente en confianza despues de toda la interacción de aquella tarde — y tu debes ser quién salvó París.
— yo diría que Ladybug salvó París, yo la ayudé en lo que podía — sonrió el muchacho sentandose en la baranda y contemplando la vista. Desde allí se podia ver el río Sena y como una pequeña mancha luminosa lograba ver el barco en donde vivia su abuela.
— yo creo que Ladybug no podría haberlo hecho sin tí — murmuró ella mientras sus mejillas se sonrojaban un poco.
— es lindo saberlo, eres muy dulce — soltó una sonrisa gatuna — ¿No deberías estar dormida? ¿Qué no tienes escuela mañana?
— no me hables de la escuela — se quejó.
— vamos, sé que las clases pueden ser odiosas, pero no es tan malo — trata de animarla — ¿No te emociona ver tus amigos?
— lo haría si tuviera más de uno — sonrió con amargura — unos chicos me molestaron hoy y... algo me dice que será así todo el año si continuo en ese lugar.
— ¿Y los demás?
— ¿Los demás?
— si — dio un salto hacia el interior del balcon y comenzó a dar vueltas tocando con suavidad las plantas. Sonriendo ante el gusto de Kendo por los tulipanes — ¿Todos fueron tan malos?
— bueno... no tuve oportunidad de conocer más personas — comentó paseando su mirada sobre el muchacho — hubo un pequeño incidente y tuvimos que correr a casa.
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A Miraculous Tale: The Rise Of Two Heroes
De TodoGabriel Agreste está tras barrotes de hierro en una prisión federal. Han transcurrido 25 años desde aquel desafortunado día en el cual Ladybug y Chat Noir atraparon al villano de París rompiendo así el corazón de su hijo, pero trayendo paz nuevament...