5. Pénde (Editado)

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Culpaba a mi necesidad de complacer a las personas y a mi incapacidad de decir no por estar sentada en ese momento sobre el tapete de la sala de Daniel.

Llevábamos la última hora intentando armar algo para comenzar nuestro proyecto, pero en ningún momento Daniel nos había dado la oportunidad a Clímeno y a mí de decir una sola palabra.

Apenas podía contener la risa por la manera en la que Clímeno parecía querer clavar dagas a Daniel con su mirada. Así que simplemente miré mi regazo e intenté imaginarme que estaba en casa sumergida en una buena novela.

Pensar en casa hizo que sintiera una punzada de arrepentimiento. Había mentido a mi madre diciéndole que iría con Sam al cine, mientras que a Sam le dije que hoy necesitaba terminar un proyecto y que no podía acompañarlo sino hasta el día siguiente para buscar nuestros disfraces.

Esa no era tanto una mentira, más bien era omitir parte de la verdad ya que, en efecto, tenía un proyecto que hacer, solo que no le dije dónde lo haría.

-¿Tú qué opinas, Kore?- La voz de Daniel me trajo de regreso al presente.

-¿Qué?- Sentí mis mejillas sonrojarse al ser atrapada sin prestar atención.

La sonrisa de Daniel fue tan grande que me desconcertó. ¿Se estaba burlando de mí? ¿Había dicho algo burlándose de mí? ¿Acaso yo había hecho algo lo suficientemente vergonzoso como para que se rieran de mí?

Pero cuando voltee en dirección de Clímeno, su rostro no podía ser lo más alejado a la burla.

-Disculpa, tenía la mente en otro lado. ¿Podrías repetirlo?- Sin poder mirar a Daniel a la cara, enfoqué mi atención en la cutícula de mis uñas.

Escuché su suave risa antes de repetir la pregunta.

-Pregunté si tú pudiste encontrar algo más sobre Hades- Ah, eso.

-Algo así- Pasé mis dedos por las hojas que tenía en mi regazo -Además de lo que has mencionado, sobre Hades siendo el hijo mayor de Cronos y el rey del Inframundo, encontré algo sobre su esposa, ¿Perséfone? Creo que así se llama-

Mi vista fue de Daniel a Clímeno y tuve que detenerme en este último por la intensidad de su mirada. Su postura había cambiado, ya no se sentaba relajado en la silla, sino que ahora su cuerpo estaba echado hacia delante, con sus codos recargados en los gruesos músculos de sus piernas.

Sus bíceps estaban flexionados de una manera deliciosa y tuve que desviar mi atención de él antes de que se diera cuenta por el rubor en mi rostro de la dirección que estaban tomando mis pensamientos.

Dejé que el cabello cayera sobre mi rostro, cubriendo parte de mi vergüenza. Aclaré mi garganta antes de continuar.

-Hades encontró un día a Perséfone en medio del bosque y se enamoró inmediatamente de ella, así que durante un tiempo la cortejó, hasta que se ganó su cariño -Algo de la historia sonaba vagamente familiar, pero ignoré el sentimiento y seguí leyendo -Sin embargo, la madre de ella, la diosa Deméter, se oponía a su unión, así que le prohibió a Perséfone acercarse al dios de los muertos-

Era una pena, que una de las personas que más ames en el mundo te impida estar con el amor de tu vida. No cabía duda que las historias de amores prohibidos se remontaban hasta la antigüedad. 

Una sensación extraña me invadió conforme seguí leyendo. Podía sentir los ojos de Clímeno quemando mi piel, trazando un camino de llamas por las facciones de mi rostro.

-Como Hades no podía vivir sin su joven amada, decidió raptarla y llevarla a su mundo, para coronarla como Reina del Inframundo. Al darse cuenta que su posesión más preciada había sido robada, Deméter acudió a Zeus, dios de los cielos, para que convenciera a Hades de regresarle a su hija. Pero el mayor de los Olímpicos no cedió tan fácilmente, y le pidió a Perséfone que comiera del fruto de la granada seis semillas. De esa manera, sellaron un pacto de amor y, a pesar de las protestas de Deméter, Perséfone debía pasar seis meses en la Tierra, mientras que el resto del año bajaba al Inframundo para estar con su amado-

El Rapto de PerséfoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora