Capítulo 1: La Misión

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Narra Chaeyoung:
Un sonido irritante hizo que despertara de los brazos de Morfeo.
Con pesadez abrí los ojos y apagué aquel aparato que realizaba aquellos sonidos espantosos.
Me levanté del mullido colchón y comencé mi día como otro cualquiera.

Cuando llegué a aquel edificio "normal y corriente" las puertas automáticas se abrieron dejándome pasar, fui a la planta prohibida, coloqué mi mano en esa pantalla digital que ahora mismo estaría examinando mis huellas dactilares.
La puerta se abrió y entré.
Todos mis compañeros ya estaban en sus puestos.
-Agente Rosé.
-IU
-¿Se puede saber dónde estaba? Llega tarde.
-Disculpe las molestias jefa
-No te preocupes, de hecho, necesito que vengas a mi despacho. Es importante.
Simplemente la seguí, en el camino no hubo ningún tema de conversación, solo un silencio extremadamente incómodo.
Al entrar en esa oficina ella solo se digno a mirarme.
-Agente Rosé necesito que vayas a Canadá
-¡¿Que yo qué?! -Me quedé estupefacta. ¿Yo, ir a Canadá?  -Es una broma, ¿Verdad? -Ella me miró con esa mirada escalofriante que no mostraba ningún acto de cariño ni alegría. Solo frialdad. -Ya veo que no. Y dime IU, ¿Por qué yo?
-No se crea tan importante a pesar de que seas la mejor espía de aquí. Irá con las agentes 007 y 001.
-Vale, ¿Y para qué tenemos que ir?
-Park, ¿Sabes quién es Lalisa Manoban?
-Claro que sí jefa.
-Bien. Hemos descubierto que se han ido a Canadá pero no sabemos ni los asuntos ni lo que vayan hacer ahí
-¿Y por qué no se encarga eso la policía de allí?
-No pueden.
-¿Cómo que no pueden? -Se le escapó una risa amargada.
-Chaeyoung, este caso lo debemos solucionar nosotros -La miré con atención. -Rosé, somos los más importantes mundialmente. Necesitan ayuda más que nunca, si Lalisa hiciera lo que se le antojara te prometo que desaparecería Canadá. -Lo peor es que no mentía, Lalisa era una mujer sin corazón por lo que todos me han contado, dicen que esa mujer no le importa nada ni nadie mientras ella esté bien.
-¿A que hora debo estar?
-¿Aquí? Ah no señorita, debéis pasar desapercibidas lo máximo posible. Iréis al aeropuerto de Canberra a las 5:00am. Ya os he comprado el billete, no sé cuánto vais a tardar en capturar y encontrar toda la información y rastros de esa mujer pero quiero que sepas que tú eres la que manda en tu grupo. ¿Entendido?
-Entendido. -Dije sorprendida, nunca he participado en misiones tan peligrosas y mucho menos he llegado ha estar al cargo de un grupo.
Salí de aquella oficina temblando, no creía que esto podría ser real.
Pasaron las horas hasta que llegó el momento de irme a casa, cuando llegué ni cené, tenía que descansar bien porque mañana sería un día muy duro.

Aeropuerto de Canberra
Estaba esperando a las agentes 007 y 001. Si alguien ahora mismo me estuviera mirando pensaría que estaría normal, pero por dentro estaba nerviosa y emocionada al mismo tiempo. Me siento orgullosa del trabajo que me han asignado pero por otro lado estoy agobiada porque sé que en esta misión depende de inteligencia, agilidad, fuerza y todo lo que se necesita para sobrevivir contra Lalisa Manoban.
-Usted debe ser la agente Rosé, ¿No es así?
-Sí, ¿Vosotras las agentes 007 y 001?
-Así es. -La agente 001 se quitó las gafas de sol, debo admitir que era muy guapa. Creo que se dió cuenta la agente 007 que no dudó en quitarse ella también las gafas de sol y empezar a darme un discurso.
Genial, justo lo que necesitaba ahora (-_-).
-Cuidadito que es mi novia
-Pero si yo no hice nada
-Jennie, déjala, la vas a agobiar.
-Tsk.
-¿Jennie?
-Es mi nombre real, no me creo que te llames "agente Rosé"
-No. Mi nombre es Park Chaeyoung.
-¿¡Park Chaeyoung!? -Dijeron aquellas dos jóvenes impresionadas, me miraban como si fuera alguna especie de super estrella o un monumento histórico. ¿Que coj*nes...?
-Emmm, ¿Ocurre algo?
-¿De verdad eres Park Chaeyoung?
-Sí -Dije como si fuera obvio.
-Jisoo hemos tenido la mayor suerte de todas.
-¿Me podéis decir cómo es que me conocéis?
-Venga ya, ¿No puedo creer que digas esa pregunta? Obviamente te conocemos. Eres la espía más importante.
-Ya pero... Tampoco es para tanto
-¿¡Que dices!? Llevas criándote para ser espía desde los 3 años, todos conocemos tu historia. Has sido un gran ejemplo para mí y para muchos, te admiro desde que empecé a entrenar en esta empresa cuando  tenía 11 años  -Dijo la chica de pelo castaño con los ojos iluminados.
Voy admitirlo, me siento incómoda. Nunca he sido una persona que le guste fardar de lo que hace bien o qué la llenen de tantos cumplidos. Por suerte el reloj de Jisoo sonó, eso significaba que iba ha salir nuestro vuelo.
Cuando ya estábamos dentro y sentadas en nuestros sitios a destino a Canadá ya empezaron los problemas.
Solo había pasado media hora y el avión ya se estaba moviendo descontroladamente, las azafatas intentaban tranquilizar a los pasajeros.
Esto estaba planeado, estaba segura.
Como pude me levanté del sitio e ignorando a las azafatas entré en el lugar reservado a los pilotos y los copilotos.
Cuando entré los dos estaban "dormidos", un dardo sobresalía del cuello de ambos. Saqué aquellos dardos que ya estaban compactados en los cuellos de esos hombres. Nada más sacarlos desprendían un olor bastante fuerte, estaba segura, era veneno.
Solo tenía una explicación, Lalisa Manoban.
Tiré al piloto al suelo al igual que al copiloto, al fin y al cabo ya estaban muertos, poco les importaba ha ellos que los tirara al suelo sin un poco de delicadeza. Por los walkie talkies llamé a Jennie a que viniera y que Jisoo intentará hacer todo lo posible por proteger a los pasajeros, yo no podía pilotar el avión sola.
-Ya estoy aquí Rosé.
-Bien. Ponte esto y haz todo lo que te ordene, ¿De acuerdo?
-De acuerdo -Le di los auriculares de aviación y empezamos a pilotar. El avión bajaba cada vez más rápido a tierra, podría ser el fin de la misión sin ni siquiera haber comenzado y el juego ya lo habría ganado ella, pero me niego a que se salga con la suya y que le quite la vida a cientos de personas inocentes que ahora mismo están en este avión.
El ritmo cardíaco se me aceleraba, intentando hacer todo lo posible para que el avión no cayese en picado, mi pulso bajaba y subía y mi corazón latía cada vez más fuerte por culpa de los nervios y la ansiedad que participaban en ese preciso instante. Cuando creía que todo estaba perdido el avión ya no estaba cayendo, volví a abrir los ojos y volví a tener esperanza.
Lalisa empezó fuerte, ¿Con que querías jugar, eh? Pues ahora sí que empieza el juego.

Continuará

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