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Alessia se rindió a las 12 cuadras de viaje. Entendió que Eli no iba a dejarla sola en su vuelta a casa.

Y, aunque no vaya a hacerlo, tenía que admitir que no estaba anímicamente preparada para caminarse 27 cuadras. El doctor recomendó reposo y ninguna realización de ejercicio forzoso las próximas horas.

No era que no quisiese que a la mayor cerca (al contrario, amaba su compañía, aunque no sepa bien el porqué).

La castaña se sentía culpable. La pobre la había estado cuidando todo el día. Se sentía una idiota por no poder cuidarse ella misma.

-¿Cantas?- de imprevisto, Eli le preguntó.

-¿Mmh?-

-Tu voz. Se nota.-

Alessia sonrió. -Bueno, si. Es como un hobby. Pero no se si se note tanto como asegurás.-

-¿Hace cuánto?- La mayor, completamente enfocada en su nuevo descubrimiento, consultó.

-Desde chiquita cantaba canciones de cuna con mamá. Ella siempre me halagaba. Supongo que me comí su cuento de que canto bien y desde entonces nunca paré de enfocarme en la música.-entre risas, contó. -Hasta el día de hoy compongo canciones; para mi son...como mi arte de la expresión, un refugio en el que puedo ser yo misma y descargarme a mi manera. No sé cómo explicarlo. Es bobo.-

-Bueno, yo creo que es hermoso, Alessia.-

Otra sonrisa.

~honey comb~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora