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La castaña no podía negar la exquisitez de esas empanadas. Se las devoró a los minutos. El hecho de ser mimada encantándole.

Aunque, tampoco podía negar sentirse frustrada. Eli desaparecía seguido, y si, volvía, pero muchas veces con lastimaduras.

Lo primero que notó cuando esta le ofreció su abrigo fueron los abundantes moretones que le recorrían el lado izquierdo de las costillas.

Una de sus cejas también parecía lastimada. No cabía duda que ahí quedaría una cicatriz.

Alessia no estaba enojada. Tenía miedo de que algo peor le pase. De que no vuelva.

Tenía que hacer algo.

Se dirigió a su siguiente clase, agradecida de compartirla con Eli.

Llegó 15 minutos antes de que esta comenzara.
Al entrar, la encontró. Estaba sentada al fondo. Su vista fija en su cuaderno mientras trazaba líneas.

La menor se sentó en frente de ella, pudiendo así ver qué dibujaba.

Eran dos manos tratando de tocar la estrellada noche.

-Es hermoso.- alagó. Notoria fascinación en su voz.

La mayor alzó la cabeza, sus mieles constelaciones chocando con las negras lagunas de la menor.

Nuevamente, estaban en su burbuja.

-¿Porque hay inquietud en tus ojos?- Eli preguntó. Su voz, baja, tratando de ocultar su desesperante intriga.

-Tengo miedo.- reconoció Alessia, ayudando al aura silenciosa con un bajo tono de voz.

-¿De que?-

-De lo que pueda pasarte. Hice mal al enojarme con vos. Pero estoy muy preocupada.- evidente temblor en su tono. La castaña siempre fue muy sensible. Una vez lloro por haberse olvidado la letra de su canción favorita.

La ojimiel se levantó de su asiento. Olvidando sus cosas, rodeó la mesa y extendió su mano hacia la menor. Su mirada siempre en ella; como su prioridad.

Alessia, ya con los ojos aguados, tomó su mano, siendo así levantada y guiada hacia un abrazo koala.
Sus piernas rodeaban la cintura de la mayor, sus brazos aferrados a su cuello. El aroma a frutos secos, con toques de madera, vainilla y musgo seco, impregnándose naturalmente en ella, emanándole confianza.

Eli, con sus brazos firmes en la cintura de la menor, comenzó a caminar. Poco le importó las intrigadas miradas de los demás estudiantes, optó por dirigirse a la salida del colegio, su interés centrado en el ángel que portaba en brazos.

~honey comb~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora