Quarente deux.

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Era sumamente aburrido para YoonGi el tener que estar en tribunales para declarar lo que había pasado la noche anterior

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Era sumamente aburrido para YoonGi el tener que estar en tribunales para declarar lo que había pasado la noche anterior.

Y SeokJin no había podido acompañarlo porque debía quedarse en casa con su madre.

YoonGi se entretuvo en el patio de la estancia, contando las flores de los arbustos.

Ya era medio día cuando por fin terminaron. Así que la madre de YoonGi lo llevó a una cafetería para que pidiese lo que quisiera.

El de cabellos rubios pidió un pastelito de chocolate y también un trozo de brownie para SeokJin, quería llevarle algo por haberse quedado con él la noche anterior.

YoonGi ya había pasado a su madre en estatura y eso le parecía gracioso.

Volvió muy feliz a casa, donde ayudó a su madre a limpiar todo y sacar las cosas que estaban rotas, como los cuadros o los restos de sus dibujos.

Todo iba bien hasta que notó que algo le faltaba.

La cadena con el pequeño pingüino no colgaba de su cuello.

YoonGi se desesperó y comenzó a buscarla por toda la casa, pero no hubo resultados buenos.

Cuando SeokJin fue a casa más tarde, el más alto no sabía que decirle. Había extraviado su regalo sin querer.

- Jin hyung-gie... - YoonGi estaba al borde de las lágrimas.

- ¿Qué ocurre? ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo?

Era obvio que SeokJin se iba a preocupar inmediatamente, pero su expresión se calmó cuando YoonGi negó con la cabeza.

- Yo... Lo siento. Perdí al pingüinito chiquito, no sé donde está. No pude encontrarlo.

YoonGi abrazó a SeokJin y ahí el mayor notó la ausencia del collar, peor sólo sonrió.

- Podemos buscar otro, no importa.

El mayor dejó un beso en la piel blanca de YoonGi, causándole escalofríos al de cabellos rubios.


Pasitos de pingüino [YoonJin] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora