Día 1. Restaurante/Café

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La cafetería Ground Zero, aunque pueda no parecerlo debido a su peculiar nombre, olía a canela. Shouto entró en ella por primera vez cuando quedó con sus hermanos a tomar algo y se encontraron su café habitual cerrado. Después de ese día, no pudo evitar volver alguna que otra vez, pidiendo en cada ocasión un café con canela, especialidad del dueño, y uno de los pastelitos artesanales que ofrecían. De hecho, tanto se había aficionado a ese lugar, con su dulce aroma, su ambiente agradable e informal, y su rock suave de fondo que fue el primer sitio al que pensó llevar a Momo, una chica con la que había quedado a través de una aplicación de citas, la cual él sentía que no necesitaba pero sus hermanos, y sobre todo Fuyumi, habían insistido en que se descargara tras su ruptura con Inasa. No es que su separación hubiese sido especialmente dura, Todoroki no tenía esa sensación por lo menos, era solo que había sido una relación muy larga, era normal que le costase hacerse a la vida de soltero de nuevo. Además, muchas parejas hoy en día rompían mientras tenían una acalorada discusión y llegaban incluso a lanzarse alguna que otra pieza de la vajilla, era muy común en esos tiempos que corrían, lo que había estado fuera de lugar por completo era que Yoarashi lo hubiese echado del piso con lo puesto, eso sí que había estado mal. Shouto tuvo que irse a casa de su hermana y volver a por sus cosas a la mañana siguiente, ya que lo suyo era imposible de arreglar. Desde entonces, había transcurrido cerca de medio año. Instigado por sus encantadores hermanos, el chico había tenido varias citas a lo largo de los meses, incluso una a ciegas que le organizó Touya y que terminó de forma desastrosa porque la chavala era medio psicópata. Ese fue el momento en que Fuyumi llegó a la conclusión de que su hermano pequeño necesitaba una página web o algo que lo ayudara porque ellos eran unos inútiles, aun si solo era a ampliar un poco su círculo de amigos.

Yaoyorozu era la primera persona de la aplicación con la que quedaba. Había hablado con otra gente, sin embargo, las conversaciones fluctuaban entre temas superfluos todo el rato o, en su defecto, eran enfermos que le mandaban fotografías de sus genitales. Quizá por eso estaba tan nervioso y optó por llevarla a un sitio conocido que le transmitiese cierta seguridad, es decir, había conocido ya a unos cuantos bichos raros en la dichosa aplicación, no quería que esa muchacha tan dulce, agradable y, se viera como se viera, normal resultase ser lo que no era. Él llegó primero y se sentó en su mesa favorita, junto a la ventana. Ella apareció poco después, con un precioso vestido blanco y su larguísimo pelo negro recogido en una coleta alta. Era incluso más guapa que en las fotos, Todoroki pensó que se le terminaría cayendo la mandíbula al suelo si no se contenía. Se sentó, y en seguida pidieron. Momo se dejó aconsejar por el chico, y pidió un café con canela y una tostada con miel. Shouto quiso tomar lo de siempre. Mientras esperaban, charlaron acerca de multitud de temas, y ella hasta dejó escapar una tímida carcajada un par de veces. Todo iba viento en popa, Shouto sentía que nada podía salir mal. No obstante, por algún motivo, lo hizo, es lo que sucedía cuando la política salía en una conversación para conocerse mejor, que surgían disputas. Sus opiniones políticas tampoco diferían mucho en realidad, pero la perspectiva de Todoroki en ciertos temas generó el rechazo en la chica, quien se mostró muy seca al final de la tarde y le hizo saber que no se notaba preparada para considerar algo más o menos serio con alguien como él, significase lo que significase.

Shouto volvió a visitar la cafetería unos días más tarde, después de una mañana agotadora. Era escritor, y se encontraba en la etapa final del proceso de publicación. Su última novela había sido muy difícil de sacar adelante, e incluso había sufrido de cambios drásticos durante las múltiples revisiones de sus editores. Ahora, cuando el manuscrito definitivo ya había sido entregado y ya parecía verse la luz al final del túnel, se topaba con más problemas. Elegir la portada y el formato en que sería publicado el libro llevó casi dos semanas enteras debido a unos problemas internos de la editorial, por no hablar de la semana de retraso que había experimentado la impresión a causa de un error del departamento encargado, lo cual había generado un retraso en la fecha de salida y, por consecuencia, reuniones eternas en las que el autor de la obra estaba obligado a tomar partido aunque no supiera qué estaba pasando ni cómo solucionarlo. Hoy era uno de esos días, con suerte, el último, pues sus editores le habían asegurado que todo se solucionaría en un par de días gracias a la colaboración de todo el mundo. La verdad, entre semejante lío en el trabajo y el fulminante rechazo de su cita, el chico comenzaba a pensar que le habían echado un mal de ojo o algo por el estilo, porque no podía ser normal que salieran tantas cosas mal en tan poco tiempo. ¿Qué sería lo siguiente? ¿Que su mesa de siempre en Ground Zero estuviera ocupada y le tocase sentarse en la barra, donde estaba siempre el atractivo dueño del café que le dejaba sin habla? Pues, desde luego, esa no la había visto venir.

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