seis (parte II/II)

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Espero que la disfrutarais. No sé cuándo podré volver a actualizar ya que acabo de ingresar en el hospital. Espero que sea pronto...
Aquel tirón en mi ropa me impidió dar ni un solo paso más. Extrañada, giré la cabeza hacia el provocante del movimiento.

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-¿Que pasa ahora, Trav?- mi tono era el mismo que utilizan las madres con sus hijos cuando se ponen insoportables.

-¿A dónde vas?

-A coger el bus, ¿No esperarás que vaya andando, verdad?

El negó con la cabeza, mostrándome unas llaves delante de mi rostro.- A Grey no le importará.

Levanté una ceja, exceptica por su exclamación. No creía que a Christian le gustara que cogíeramos su coche, y menos sin permiso, pero no me apetecía coger el bus y tener que sentarme al lado de alguna vieja rosmona. Así que no dige nada y lo seguí hacia el coche de nuestro amigo millonario.

Travis se sentó de conductor, mientras que yo iba de copiloto.
El centro comercial quedaba a veinte minutos en coche y la tranquilidad llenaba el interior del auto.
Mis ojos miraban al frente, observando los semáforos, los coches y las motos.

-¿Y bien?

La voz del chico me quitó de mi ensimismamiento, haciéndome centrar toda mi atención en el.

-¿Y bien que?- pregunté confusa.

-¿Babeaste mucho por mi cuando leíste Maravilloso Desastre?- el amago de una sonrisa de superioridad amenazaba con aparecer en su cara.

-No sé de qué me hablas.- bufé, girando el rostro hacia mi ventanilla.

Una carcajada brotó de su garganta.- Está bien saberlo.

Fruncí el ceño y me crucé de brazos al encararlo.- ¿Saber el que?

-Saber que fue un nivel tan alto de babeo por mí que hasta te da vergüenza admitirlo.

- Eres un idiota egocéntrico.- sentencié.

-Me han llamado cosas peores.

El resto del viaje fue en silencio. No tardamos mucho en llegar al centro, y dí las gracias mentalmente por qué hubiera poca gente en ese momento. Odiaba los lugares con mucho gente apelotonada, era asfixiante.

Comenzamos a caminar, sin ningún rumbo fijo y entonces me dí cuenta de algo, ninguno de los dos sabía cuál era el chico al que se referían Chris y Cuatro.

-¿Y ahora que, Sherlock?- pregunté con sorna, poniendo los brazos en jarra.- ¿Cual es el siguiente paso?

Travis se encogió de hombros y siguió caminando.- Supongo que pasearnos por aquí y observar posibles candidatos.

Resoplé, dando a entender que no aprobaba su idea.
A pesar de lo que yo queria o dejara de querer, Travis me paseó por el centro comercial como si yo fuera un trofeo y quisiera buscar a algún deportista de élite a quien entregarme.

Recorrimos los establecimientos de comida y las tiendas de ropa, sin suerte alguna. Yo había estado durante todo el rato quejándome y recordándole que aquello era una perdida de tiempo, a lo que Travis ignoraba con gran facilidad.

-Travis vámonos, porfavor.- suplique- Quiero irme a casa, tengo hambre.

-Acabas de desayunar hace un par de horas solamente.-Travis no me miraba mientras me hablaba, sus ojos recorrían el lugar en busca de "una presa".

-¿Un par? Oh no, no. ¡Llevamos aquí cinco horas! - exploté.- Si tú no te quieres ir me parece bien, pero dame las llaves del coche porque yo me largo ahora mismo.

Entre líneasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora