Capítulo 1.

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Mi vida era absolutamente aburrida, deseaba delitos que investigar pero en este pueblo… ¡Aquí no pasaba nada emocionante!

Bueno, si había algo que me entretenía. Carlos… Mmmm ese chico… Vale mejor paro que me vuelvo loca. Carlos es un chico de mi clase que está buenísimo, juega en el equipo de fútbol del instituto y, ¿por qué negarlo?, me tiene enamoradita.

A pesar de eso, mis días discurren siempre igual. Iba al instituto que, por cierto, está en el pueblo de al lado, ni siquiera eso teníamos. Y el resto del día me lo pasaba con mi cámara y con mi disfraz de detective buscando algo que investigar.

¿Sabíais lo más emocionante qué iba a pasar? ¡Qué iban a hacer una fiesta para celebrar el comienzo del verano! ¡Qué bien!, nótese la ironía. ¿Por qué no me gustaba la fiesta? Porque sólo iban viejos y ponían música de viejos. Yo siempre me paso la noche sentada, obligada por mi madre a estar allí.

Y aquí me tenéis, como todos los años, sentada viendo como bailan por quinta vez un vals. A veces saco alguna foto, mi cámara nunca se queda atrás, de alguien que baila como un pato mareado. De repente, veo a una chica que no conozco, algo bastante raro en este pueblo. Voy a saludarla, una amiga nueva…

-       ¡Hola! ¿Quién eres?- la nueva me mira con una cara de asco… Me miro, llevo lo normal, mis vaqueros gastados y una camiseta rosa de manga corta.- ¿Qué pasa?

-       Ya es horrible que mis padres me hayan traído aquí este verano como para que se me acerque alguien como tú.- lo que faltaba una pija de ciudad.

-       Oye yo sólo te venía a saludar como buena persona que soy, pero ya veo que no te hago falta. Que pases un buen verano sola porque aquí no hay más chicas de nuestra edad.- diciendo esto me largué y la dejé mirándome con cara de rata.

Decidí ir a buscar a mi madre y decirle que me quería ir a casa. La encontré dándolo todo en la pista de baile improvisada para esta ocasión. En estos momentos sentía una vergüenza ajena tremenda, si por lo menos bailara bien…

-       ¡Mamá!- siguió bailando- ¡Mamá!- grité más fuerte. Esta vez me hizo caso y salimos de la pista y fuimos a un sitio que pudiéramos hablar más tranquilas.

-       ¿Qué pasa hija? Estaba bailando mi canción.

-       Para ti todas son tu canción.- dije negando con la cabeza. Mi madre a sus 40 años tenía la vitalidad de una adolescente, a mí me encantaba pero sólo a veces.- ¿Puedo irme a casa? Estoy cansada, porfaaaa…- dije lo último mirándola con cara de cachorrito.

-       Si la fiesta aún acaba de empezar, además, ¿cómo vas a ir tu sola hasta casa?

-       Tampoco es como si nuestra casa estuviera a tres kilómetros, vivimos a 3 minutos andando.

-       Espera un poco y nos vamos las dos juntas.- y sabía que era su última palabra.

Ella se dirigió de nuevo a la pista y yo me quedé allí sin saber qué hacer. Pasaron unos minutos hasta que vi algo que me llamó la atención. Era Carlos, ¿Qué hacía aquí? Decidí aprovechar la oportunidad e ir a hablar con él.

Estaba a escasos metros cuando veo a la pija de antes acercarse a Carlos y ponerse a hablar con él.

-       Yo me llamo Carlos.- le decía él cuando llegué a su lado.- Ah, hola Shasha. ¿Qué tal?- me dijo al verme.

-      Ho..hola.- mierda siempre tartamudeaba delante de él.

-      Vamos a algún sitio a hablar más tranquilamente.- le dijo la pija a Carlos pestañeando demasiado.

-       Perdona pero estaba hablando con él.

-       ¿Qué dices?- como si no hubiera hablado.

-       Vale.- contesta Carlos- Ya nos veremos.- me dijo y se fue con la pija.

Ahora que la fiesta se podía animar, viene esta y me quita mi diversión. Estaba muy enfadada y le pegué una patada a una piedra con tan mala suerte que tropecé y me caí de culo.

-      ¡Auuu!- vaya caída más tonta- ¡Seré patosa!

Mi madre que me vio en el suelo se acercó y me ayudó a levantarme.

-       Pero Shasha, ¿qué haces por el suelo?

-       Tropecé con mi propio pie. Soy patética.- ahora estaba más enfadada pero conmigo misma.

-       Vámonos a casa anda. La fiesta se acabó por hoy.

Bueno, tenía que mirar el lado positivo, nos íbamos a casa.

~~~

A la mañana siguiente me levanté a las 12 de la mañana y me fui a desayunar. Mi madre me esperaba en la cocina con mi desayuno listo.

-       Buenos días hija. ¿Qué tal has dormido?

-       Buen… ¡Au!- dije al sentarme.

-       ¿Qué te pasa?

-       Me duele el culo.- mi madre empezó a reírse- Mamá no tiene gracia.

-       Sí que la tiene y mucha.- dijo entre risas- Tendrías que verte ayer espatarrada en el suelo.- lo pensé y la verdad es que tenía razón debió de ser muy gracioso.

En eso estábamos cuando llamaron a la puerta.

-       Voy yo.- dije y me dirigí a la puerta. Ante mí estaba la vecina.- Hola señora Cata, ¿qué sucede?

-      ¿No os vais a creer lo qué ha pasado?- como podéis ver era la cotilla del pueblo, de todo se enteraba.

-       Pase.- le dije y fuimos a la cocina.

-       Cata, ¿qué ha sucedido?- le preguntó mi madre al verla.

-       Ayer, como ya sabéis llegaron al pueblo unos de la ciudad, pues la hija ha desaparecido.

-       ¿Qué?- la pija que tan mal me habló ayer- Esa seguro se ha ido de fiesta por ahí.

-       Eso pensarían sus padres si no fuera que encontraron un zapato suyo y sangre que creen que es de ella en el cruce de San Martín.- se refería a la encrucijada que había al salir del pueblo dirección norte.

-      ¡Genial! Este es un caso para mí.- dije emocionada por tener por fin algo que investigar que no fueran estupideces.

-       Hija, deberías dejárselo a Adrián.- Adrián era el policía del pueblo, pero era más tonto… Nunca resolvería este caso.

Rápido me dirigí hacia mi habitación y cogí mis cosas. Al pasar por la cocina mi madre me detuvo.

-       Espera, tienes que escuchar lo que acaba de decir Cata.

-       Shasha, ya tienen a un sospechoso.

-       ¿Quién?- sabía lo que me iba a decir.

-      Hubo un chico con él que la vieron marchar ayer a la noche…

-       Carlos- dije interrumpiéndola.

Mi pequeña detectiveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora