II

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Berlín 1961

Mis dedos se deslizan con suavidad por sobre las teclas del piano, mientras ensayo la partitura de la famosa obra "El Lago de los Cisnes". Es una melodía dulce pero triste y el sonido que evocan las notas me transporta al teatro donde hace unos años vi la presentación de dicho ballet. Ver a las bailarinas sobre el escenario me pareció lo más fascinante, sus movimientos perfectos y sus pasos tan delicados parecían sacados del mismísimo cielo, sin embargo, cuando las vi tras bambalinas fue una gran desilusión. Todas eran arrogantes y orgullosas, parecía que se creían de cristal porque no permitían que nadie se les acercara sin su consentimiento, y miraban por encima del hombro a quien quisiera saludarlas. Fue tan horrible mi impresión que me prometí a mi mismo jamás regresar al ballet y cumplí mi palabra fielmente hasta hoy.

Sin embargo, he de romper mi promesa esta tarde, cuando me presente en la Academia de Ballet del lado oriental de Berlín. Trabajo es trabajo y en este tiempo no me puedo negar a tan importante presentación.

Recibí la solicitud hace dos días de parte del director de la Academia, un antiguo amigo de mi padre, al que apreciaba por su habilidad en el piano, habilidad que yo heredé a pesar de casi no conocerlo. Falleció en los campos de concentración nazi cuando yo solo tenía 3 años. Era judío, pianista de profesión, pero ni ser un destacado prodigio lo salvó de la crueldad humana. Mi madre, de origen japonés, me ocultó colocándome su apellido. Así pudimos salvarnos de aquella masacre, de la que ya han pasado muchos años, pero aún así sigue causando estragos en nuestro país, el que está dividido entre las naciones que ganaron la segunda guerra mundial. Existe tensión, demasiada para mi gusto, ya que la capital está separada en dos por una gran cerca que evita la inmigración de un lado a otro.

Por lo mismo, el trabajo que se me ha ofrecido en el lado oriental está respaldado por un permiso que se me ha otorgado de forma exclusiva. Solo yo puedo viajar, lo que me obligará a dejar a mi madre y hermana solas.

-Endymion -escucho la voz de quien arriesgó todo por salvarme-, el taxi está esperando afuera por ti.
-Madre... -respondo, tocando las últimas notas sobre el piano, cuyo sonido se desvanece sutilmente-, gracias por avisarme.
-Cuídate mucho, hijo. Sabes que yo preferiría que te quedaras a que fueras...
-Lo sé, madre, pero usted también sabe que necesitamos este trabajo.
-Es verdad... pero, tengo miedo. ¿Qué sucederá si no te dejan volver? Moriré de ansiedad estos días en que estarás del otro lado -me revela, tomando mis brazos con sus manos. La miro a sus bellos ojos azules y le sonrió para tranquilizarla.
-No se preocupe. Volveré sano y salvo. Dios así lo permitirá.
-Hijo mío, eres mi bendición. Que Dios te acompañe -finaliza, dejando un dulce beso en mi frente.

Me coloco mi chaqueta y mi sombrero, saliendo para tomar el taxi enviado exclusivamente para llevarme al lado oriental de Berlín, de otra forma no podría cruzar.

-Joven Endymion, ¿me permite sus documentos y la carta?
-Claro, aquí tiene -le digo, estirando las cosas que me pide, subiendo al taxi.

El trayecto es tranquilo, pasamos sin problemas al otro lado y me deleito observando esas calles que no veía desde que levantaron aquella cerca que ahora divide una misma nación. Unos minutos más y llegamos a la Academia de Ballet. El chofer me devuelve mis documentos y baja mi maleta, dejándome en la recepción, donde me espera Zoicite, el director.

-Endymion. ¡Qué gusto que hayas aceptado! Tu padre estaría orgulloso de lo que has logrado. Eres todo un prodigio -me alaba con demasiada melosidad, lo que me hace mantener cierta distancia.
-Muchas gracias por la propuesta. En verdad, estoy muy entusiasmado con este trabajo.
-Eso espero. Te hemos arrendado una habitación en una hostal a la vuelta de la esquina, fue lo más cerca que conseguimos, tal como solicitaste.
-Gracias. Prefiero que sea cerca para moverme con facilidad. Me gusta ensayar a todas horas.
-Perfecto. Ven, acompáñame para presentarte a la maestra que está a cargo de la obra.

Amor prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora