Capítulo III.

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Harry parecía más distraído que en mucho tiempo, actuaba de una manera lenta y poco propia de un jugador de quidditch con reflejos ágiles y precisos, y el cansancio cada vez lo invadía más y más; había llegado incluso al punto de estar agotado física y mentalmente. Las pesadillas y sueños extraños lo estaban consumiendo de a poco, no tenía apetito ni se alimentaba bien por mucho que intentara aparentar que sí, su ciclo de sueño era irregular hasta el punto de la preocupación y la falta de atención a cualquier actividad lo hacía parecer un tanto ido y desorientado.

Ese patrón ya se había alargado por más de un par de semanas y cuando el delgado cuerpo de Harry no aguantó más todo el mal cuidado, se desvaneció en un pasillo angosto y desolado en el Castillo, un atajo para llegar rápido a su siguiente clase cuando se encontró dormitando de nuevo en su colchón, justo minutos antes de que empezara la lección.

Las clases apenas habían comenzado y casi todos estaban en sus respectivas aulas. Los Slytherin, por fortuna o desgracia, tenían esa hora libre, y se encontraban desperdigados entre los jardines, el comedor y su ostentosa sala común, por lo que no había nadie que pudiera vislumbrar el cuerpo de Harry tirado sobre el suelo.

Fue pura casualidad, pero Draco había decidido dar un paseo para tomarse un merecido respiro en ese rato libre. Una corazonada insistente lo guió por algunos pasillos que nunca estaban en su ruta, se encontraba perdido en sus pensamientos y estaba convencido de que se toparía con un camino solitario hasta que regresara a los corredores amplios de alrededor del comedor y las áreas transitadas, por lo que genuinamente se sorprendió y preocupó al ver a Harry inconsciente en el piso, casi a la orilla del maltrecho pasadizo.

Se acercó con pasos vacilantes y cuando se aseguró de que no había nadie cerca, pasó su mano por los cabellos largos de Potter para apartarlos de su rostro. Su tez era diferente a su piel oliva característica, tenía unas pronunciadas ojeras y una expresión de cansancio que no se fue ni con el sueño obligado. Por debajo de la delgada tela de su túnica notó sus respiraciones acompasadas y el ángulo extraño en el que estaba doblado su brazo izquierdo. Levantó a Harry en sus brazos con un movimiento calculado después de considerar la idea de llevarlo con un Levi corpus y desecharla en el momento; esperaba que no, pero si se encontraba con alguien, sería más llamativo y difícil de explicar el por qué un Harry Potter desmayado iba flotando a sus anchas por el castillo, así que se encaminó con él a la enfermería, tratando de mantener oculta su cara.

Por suerte no se encontró con nadie en su recorrido, solo serenidad en el castillo y las voces suaves saliendo de algunas aulas en forma de murmullos inentendibles. A ojos extraños, toda la situación sería por demás rara, así que se alivió cuando concluyó que nadie daría inicio a falsos rumores ni habladurías al respecto.

Como pudo, abrió la puerta y se encontró a Madame Pomfrey en la habitación. Era impropio de ella, pero estaba encorvada en una silla desgastada mirando con cansancio por la ventana. Draco carraspeó cuando se dio cuenta de que la mujer aún no se había percatado de su presencia, ella volvió su mirada para después poner una expresión de sorpresa por la imagen de ambos chicos. No era de extrañarse, nunca habían llegado ahí en esas condiciones, no recordaba haberlos visto solos tampoco, siempre, cuando sus peleas llegaban a más que palabras, estaban ahí Hermione y Ron para apoyar a Harry, y un puñado de Slytherins del lado del Malfoy.

—¿Qué sucedió, Draco? —preguntó la mujer mientras se acercaba, con una pequeña nota juzgona que no pudo evitar, no le sorprendería de ellos que hubieran terminado así a punta de hechizos y maleficios. Sin embargo, Draco no parecía culpable o el responsable, de pie frente a ella tenía una expresión tan confundida como la suya.

—Eso quisiera saber —suspiró. —Me encontré a Potter inconsciente en el suelo y simplemente creí que era mejor traerlo aquí y dejarlo para que durmiera un poco, se ve que lo necesita —explicó mientras dejaba a Harry sobre la cama, señalando su semblante cansado en el proceso, labios agrietados y una apariencia enfermiza. —Por un momento pensé que tal vez lo habían hechizado o atacado, pero creo que solo necesita descansar, está muy delgado y se ve descuidado.

Se quedaron en silencio por un momento, alternándose entre mirar a Harry y la puerta de la enfermería. Madame Pomfrey finalmente se colocó del otro lado de la camilla y quitó los zapatos de Harry mientras una ola de incomodidad hizo que Draco se removiera en su lugar y hablara de nuevo.

—Muy bien, creo que es mejor que me vaya —repuso Draco sin saber qué más hacer. De alguna manera, sentía que su presencia sobraba, además de que, si alguien más decidiera aparecerse por ahí, no tendría reparos en señalarlo a él como el causante del breve internamiento de Potter, su enemistad nunca había sido un secreto y los piques entre ellos eran de conocimiento público en el castillo.

—¡Espera! No te vayas aún —Madame Pomfrey pasó saliva de manera ruidosa y continuó. —Necesito que lo cuides unos minutos, ya después te irás —medio ordenó, medio pidió.

Draco frunció el ceño por la situación, pero pensando en que Potter se encontraba vulnerable, no parecía buena idea que se quedara solo y indefenso, menos en épocas como esa, por lo que terminó por ceder y asentir con brevedad —Está bien, me quedaré, pero, Poppy, nadie tiene que saber que yo estuve aquí, ni siquiera sus amigos —señaló con su dedo a la medimaga, condicionando su estadía en el sitio.

—Bien —aceptó la mujer antes de dar media vuelta y perderse en el pasillo.

Draco abrió ligeramente una de las cortinas que servían para dar una falsa ilusión de privacidad cuando la enfermería estaba abarrotada. Se sentó en una silla incómoda detrás del biombo delgado, pensando en escapar de ahí si alguien como los amigos de Harry amenazaban con acercarse a la camilla, pero con la mano rozando la tela de su suéter en donde apenas destacaban los bordes irregulares de su varita, uno nunca debía bajar la guardia, su padre le había enseñado que siempre era mejor estar preparado para atacar que ser tomado por sorpresa.

Draco suspiró fuerte y pesado antes de hundirse en la silla, lo que menos necesitaba era que lo relacionaran con Harry Potter en ese momento, sabía que era riesgoso que ambos estuvieran cerca y realmente esperaba que Poppy fuera certera con sus palabras y que su estadía no se extendiera a más de unos minutos. Por ahora, solo quedaba echarle un vistazo a la entrada del lugar por la abertura de la cortina y esperar que nadie ingresara a la habitación.







Capítulo editado )?

No realmente, pero al menos ya es más legible que la primera versión.





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