Susurros [En edición]

Capítulo XVI.

La carta de su padre había permanecido orgullosamente cerrada en su baúl, pero ya no podía ignorarla más. El peso de las palabras de su parte y la cadencia característica con la que había hilado un discurso apresurado eran la prueba de que algo sucedía.

Los pasillos en Hogwarts estaban tranquilos y las palabras de traición y de veneno susurradas en los rincones oscuros no significaban nada, no trataban temas nuevos o preocupaciones relevantes. Algo estaba pasando, y muy probablemente era un plan cocinándose lento y secreto.

Abrió el sobre nuevamente, con la espalda inclinada hacia su escritorio y sus cejas fruncidas. Leyó las líneas rectas, la tinta oscura formando palabras en una caligrafía familiar, su madre estaba bien, decía en el tercer renglón del pergamino. Su abuelo seguía en Francia, expresó Lucius en el medio del cuarto párrafo. A primera vista no había nada de valor ahí, nada además de la reafirmación que lo hizo suspirar de alivio; ellos estaban bien.

Draco acarició la firma de su padre, en tinta verde y con un relieve apenas perceptible. Eran el tintero y la pluma que Lucius usaba cuando estaba de buen humor, o al menos tan sereno y firme como para dejar que algunas bromas secas se derramaran en el papel, esas que hacía cuando quería tranquilizar los ánimos de su hijo.

Escondida ahí entre las letras prolijas y el rugoso papel, estaba una frase, algo que no tendría sentido si alguien más lo leyera, pero para Draco, ese joven curioso y un acérrimo lector en sus tiempos libres, con un gusto compartido en la simbología y códigos intrincados con su padre, significaba algo más.

"La guerra comenzó. Dentro de algunas semanas, con un plan bien trazado, iremos al Ministerio y buscaremos la profecía de Potter. Cuídate, Dragón."

Sintió un nudo en su estómago cuando terminó de leer. Él estaba medianamente seguro dentro de Hogwarts, pero sus padres...

Estaba preocupado por ellos, por las implicaciones. No había espacio para dudar que Lucius Malfoy estaba incluido en ese plan, en esa batalla; él era uno de los mortífagos más cercanos a Voldemort. Deberían estar bien, pero había algo en los espacios en blanco del pergamino, ese toque denso y peligroso en las oraciones que le gritaban lo contrario.

Si todo iba como ese plan establecía, Lucius estaría a salvo, pero sí, como pensaba, había algo más, una intención oculta, entonces las cosas se podían complicar. Se sentía inútil e incapaz. Él no tenía el poder de intervenir, no afuera de Hogwarts y no con esos planes secretos de Voldemort y su círculo cercano que permanecían ocultos para todos los demás, los que no estaban en el estrecho grupo de magos de su confianza.

Él no estaba en esas filas todavía, no tenía la marca y probablemente sus padres seguirían encontrando excusas para que no la tuviera; en secreto les agradecía por eso, aunque sabía que en algún momento sería sospechosa su negativa, esa capacidad de encontrar más y más razones para alargar su conversión oficial, para evitar que se convirtiera en un mortífago en todo el sentido de la palabra.

No quería pensar en eso.

Escribió su respuesta a su padre, camuflando entre su cursiva practicada y elegante una actualización de las circunstancias. No había nada extraño en Hogwarts, todavía no, pero tenía la espinita de que, tarde o temprano, algo sucedería, los años anteriores estuvieron envueltos en incidentes importantes, ¿por qué ese debería ser la excepción?

Le contó sobre su puesto como jefe de la Brigada y el propósito de la planilla. Quizá si no estuvieran tan sumidos en el peligro su padre vería lo divertido del asunto, el burdo intento del ministro de ganarse nuevamente a los Malfoy y sus familias amigas por extensión. Sin embargo, era realista y era consciente de que no debería esperar una respuesta de esa índole, solo recibiría felicitaciones y algunos elogios, lo que les convenía que saliera a la luz si sus comunicaciones eran interceptadas.