Capítulo XII.

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Incluso habiéndose pasado toda la mañana pensando y llegando treinta minutos antes a su encuentro, Draco no sabía qué decir ni cómo empezar a contar su parte de la historia.

Sabía que había algo en Harry que incluso con su difícil convivencia, no le permitiría irse sin escucharlo. Quizá el salvador era un curioso o quizá en realidad daba más oportunidades de las que cualquiera merecería, en cualquier caso, sabía que debía aprovechar y poner sus razones sobre la mesa. Viéndose acorralado, era la única manera de mantener bajo un escudo de protección a sus padres, su abuelo, a Theo, Pansy, Blaise, Gregory, Vincent, Snape y a él mismo

Meditó, aún tratando de descubrir la mejor manera de abordar esa historia que sabía que no era corta ni tampoco fácil de contar. Cerca de las ventanas de aquel aula desierta se permitió respirar profundamente, inundando sus pulmones con la fría brisa nocturna y recordando a su abuelo aconsejándolo mientras la cálida ventisca del verano mecía sus cabellos en los jardines de su hogar.

El rictus de disgusto vino cuando amargamente pensó en su mansión reducida a una guarida de salvajes guerreros de Voldemort, una encantadora construcción que ahora fungía como la apagada vivienda de una sarta de mortifagos cegados por ideas salidas de la retorcida mente de un mago cegado por el odio.

Reaccionó cuando el crujido de unas lejanas pisadas que trataban de ser suaves fue evidente para Draco. El sonido incesante de alguien caminando por la escalonada entrada al lugar sirvió como una melodía de fondo que se detuvo por poco más de un par de minutos.

La presencia de Potter, que en otro momento Draco no hubiera desaprovechado para insultar, ahora la veía como la más viable salida. Con más rigidez de la que planeó, giró sobre sus tobillos y escudriñando la entrada con la mirada, notó que desde su ángulo, en medio de la piedra de las paredes, flotaba un pedazo de tela de un desgastado pantalón.

Quiso rodar los ojos, quiso preguntar por la capa de invisibilidad, aunque de sus labios elegantes no salió sonido alguno. Vio un movimiento de la mano de Potter y después ahí estaba él, parado en la entrada del salón, mirándolo con la capa colgando de su brazo.

Draco se quedó en su lugar, sabiendo que su tiempo se había acabado y arrepintiéndose un poco de la repentina reunión que él mismo solicitó. Sabía que no había espacio para acomodar sus ideas y solo improvisó.

"Necesitamos hablar" la frase que escuetamente empezó su conversación aún flotaba en el aire, esperando que alguno de los dos comenzara.

Al ambiente tenso e incómodo los envolvió como una burbuja, una que fue rota por el muffliato que conjuró Draco antes de ir a sentarse elegantemente a una silla e invitar a sentarse a su compañero.

Con los dos posicionados y sentados de manera rígida, sin peleas, insultos y con las justas palabras para no alargar su reunión, los dos comenzaron a charlar.

Abrir sus emociones y dejar ir los recuerdos que celosamente guardaba no fue cosa fácil para Draco. Con la curiosa mirada de Potter, bajo sus feos lentes, clavándose en su frente, Draco solo se dejó ir, quizás como un desahogo personal, quizás para que su enemigo lo entendiera. Llegaron a un punto de la conversación en que la máscara del orgulloso slytherin se había derrumbado, donde solo quedaban restos de la prepotente y cínica expresión que siempre le acompañaba.

- Mi hogar ahora es una guarida llena de mortifagos, mi madre parece más como un rehén en las paredes que debería considerar como un refugio. Mi padre no me ha dicho nada, pero noto en él los rastros de arrepentimiento por habernos arrastrado a esto. Mi abuelo solo reniega y se ha mantenido viviendo en una mansión en Francia, lejos de todos.

- ¿Por qué me dices esto? - cuestionó Harry, conectando sus miradas y manteniendo el contacto con Draco - No me malentiendas, pero el que esto esté pasando es - suspiró- tan surreal.

- Porque tú, Harry Potter, eres la única manera en que puedo mantener a salvo a los que amo.

- ¿Sabes lo que estás diciendo? - inquirió el moreno, tratando de no notarse sorprendido después de la reciente declaración - precisamente el que te pongas de mi lado te deja en la misma posición, con el mismo peligro y sin oportunidades.

- Yo… sé que esto es una locura, pero ya estoy hasta el cuello, ya estoy metido en la orden como agente doble. Y si te estoy diciendo esto es precisamente porque ya sabía que tú comenzabas a sospechar de mí.

Sorprendido con las declaraciones, Harry solo abrió más sus ojos y esa expresión, le sacó una efímera risilla al rubio.

- ¿C-cómo lo sabías? - creyendo que había sido discreto, Harry se asustó al pensar que Draco siempre supo que estaba detrás de él.

- No eres en lo absoluto sutil, Potter - obvió la situación, señalando la escena que estaban montando. - Mira, en realidad eso no es importante, lo que quiero decir, después de que oyeras toda la historia, es que no estaremos en contacto, no trabajaremos juntos y nada en nuestra interacción cambiará. Todo debe seguir igual, porque si tú notaste algo extraño en mí y yo descubrí tus sospechas, alguien más podría hacerlo también.

- Pero… está bien -dijo Harry, tragándose la decepción de no poder estar en contacto con su reciente "aliado".

- Si esto es todo, debemos irnos. Nadie debe saber que nos reunimos aquí. Cualquier cosa que averigüe o cualquier información importante que descubra te la haré saber por medio del hechizo o te convocaré para alguna reunión - levantándose de su asiento y mirando que ya pasaban de las once, Draco acomodó su ropa y limpiando las inexistentes notas de polvo de su traje, miró nuevamente a la ventana - quizá sea mejor que tú te vayas primero, solo asegúrate de esta vez cubrirte bien con la capa, cuando llegaste se veía un poco tu pantalón.

Harry solo asintió vagamente, aunque Draco no lo vio. Corroborando que estaba bien cubierto, se encaminó hacia la puerta, y se quedó ahí por lo que parecieron segundos.

Su presencia aún se sentía en el ambiente, así que Draco volteo y sus ojos se movieron tratando de encontrar a su revoltoso compañero. Antes de siquiera poder cuestionar el porqué aún seguía en el salón, la voz de Potter lo interrumpió.

- Solo, tengo una pregunta más - dijo con su voz lejana.

- Pues dímela.

- Tú, ¿fuiste quién me llevó a la enfermería cuando me desmayé?

- Sí, Potter. Fui yo.

- Gracias por eso, supongo.

Draco no habló y Harry no esperó una respuesta. Las pisadas bajando los escalones sonaron más suaves esa vez, y Draco, esperando a que Potter se alejara completamente de la torre levantó el muffliato. Con su usual elegancia, el slytherin se escabulló también con sigilo y suficiente tiempo después, no dejando ninguna prueba de la reunión en la desolada aula.

Con su conciencia tranquila y un tanto más relajado por ese acuerdo mutuo de cooperación, llegó a su sala común, en dónde sus amigos estaban ya dormidos en los sillones de las orillas de la chimenea.

Recogió algunas tazas del suelo, intuyendo qué habían bebido chocolate antes de su llegada. Los tapó con algunas frazadas verdes, añadió un poco de calor en el frío espacio y sentándose en el extremo libre que quedaba del mullido sillón en dónde reposaba Theo, miró a todos sus amigos descansar.

Mordió su labio, esperando que todo saliera bien y que las aclaraciones con Potter sirvieran lo suficiente como para mantenerlos seguros, por lo menos temporalmente.

Susurros [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora