Capítulo VI.

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Draco no esperaba recibir nada esa mañana, sus padres habían visitado el castillo a través de la chimenea de la habitación de Severus y le habían llevado un suministro de cosas útiles cerca de dos días atrás. Sin embargo, su búho real irrumpió en el comedor y el paquete que le envió su abuelo de última hora a través de sus padres estaba a medio envolver sobre la mesa, a un costado de los platos metálicos con los restos de la ensalada de frutas y su taza de té vacía.

Ciertamente tenía una debilidad por los caramelos, pero sabía que además de la evidente dotación de chocolates, su abuelo le había enviado otras cosas más. Abrió una de las tapas y echó un vistazo. Dentro estaba una camisa de lino, dos libros de tapas de cuero, una caja de pastelillos caprichosamente envuelta y una carta.

Decidió que la leería más tarde cuando estuviera en su habitación. Su abuelo era un hombre de mente aguda y afilada con quien tenía largas charlas a través del correo y claramente no se merecía menos que toda su concentración para responder con algo igual de astuto.

Estaba de buen humor, para variar, había terminado todas sus tareas a tiempo y tendría la oportunidad de dedicarse a sus pasatiempos el resto de la semana e incluso, leer alguna de las novelas que Abraxas le envió. Incluso dejó que Theo hurtara sus dulces y se saliera con la suya, iniciando los propios intentos de Pansy por quedarse con una de las barras de chocolate para ella.

Draco dio una mirada poco impresionada a su costado antes de reclamar — ¡Pansy, deja eso! —ordenó, con una expresión estoica y seria que empezaba a ser habitual en él, aunque esta vez su semblante escondía la diversión de la situación y también la curiosidad de cuánto más insistiría Pansy en tratar de obtener un dulce también.

—¡Eres tan injusto! Vi cómo Theo también tomó tus chocolates y no le dijiste nada —replicó Pansy en un tono chillón que lo hubiera molestado si no estuviera más que acostumbrado a escucharlo, sacando su labio inferior en un lindo puchero en un intento por hacerlo cambiar de opinión que no funcionó.

—Si, pero él es Theo y tú eres tú. Míralo, ¡qué cara más linda! —dicho esto, tomó suavemente el rostro de Theo entre sus pálidos y largos dedos llenos de plateados anillos, dando una caricia suave con su pulgar a su mejilla. —Compréndeme, Pans, si te encontraras en mi posición tampoco le dirías que no —terminó por darle un golpecito afectuoso en la nariz.

Una sonrisa inocente que escondía diversión fue la contestación de Theo a Pansy antes de dar un mordisco al dulce que tomó astutamente de la caja de Draco. Pansy solo fingió más enfado del que tenía mientras Blaise se reía de la discusión, al margen de toda la situación y sin intenciones de intervenir las peleas tontas de sus amigos. 

—Bueno, chicos, los veo más tarde —pronunció nadie en particular, seguido de eso se levantó de su sitio en el comedor, dejó la servilleta sobre la mesa y se posicionó a un costado de Theo, con su mano reposando en el hombro del chico antes de darle dos ligeros apretones. —Te cuidas, cariño —comentó a Theo, aunque fue un comentario audible a su grupo de amigos también. Era como una broma interna y lo sabían, la coquetería entre ellos era casi tan normal como las explosiones en el aula de pociones.

Draco salió del comedor con sus manos metidas en lo profundo de los bolsillos de su pantalón y emprendió una caminata solitaria. Parecía que se había perdido entre los engañosos pasillos de Hogwarts, sin ir a ningún lugar en particular, pero ahí, en esos pasadizos rara vez transitados, Theo lo alcanzó. Estaban ahí, en la ruta que abordaban cuando querían estar solos, hablar de temas que solo les incumbían a ellos dos.

No es que no quisiera estar con sus amigos, pero Theo siempre había sido más especial, ellos compartían un vínculo distinto y no habían tenido mucho tiempo juntos últimamente. Además, claro, de lo irritada que se ponía Pansy cuando Draco no cedía a sus peticiones. Alejarse de ella fue una decisión inteligente, de otro modo, su amiga estaría refunfuñando todo el día o hasta que se olvidara del asunto.

Draco y Theo se sumieron en un silencio casual, y, aunque, la sensación de que alguien lo observaba lo había seguido desde que dio vuelta en la esquina y entró a ese pasillo, Draco se tranquilizó cuando Theo llamó su atención, entrelazando sus brazos en un apretón cercano por unos instantes antes de soltarse y comenzar una plática casual, todavía caminando a paso tranquilo.

—¿Sabes que Pansy realmente se molestó cuando no le diste de tus dulces? —preguntó Theo. —Esos son sus chocolates favoritos —agregó como si no fuera un hecho conocido entre su núcleo cercano de amigos.

Draco se encogió de hombros despreocupadamente. —Supuse que se enojaría, pero si ella quiere dulces, tendrá que conseguirlos, solo tiene que escribir una carta a sus padres, tampoco es tan difícil.

—Oh, eres realmente malo, sabes que está castigada —se burló Theo mientras comenzaba a sonreír con sorna.

—Bueno, no fui yo quien casi hechizó a unos muggles porque sin ineptos para dar direcciones correctamente —replicó, haciendo un ademán para quitarle importancia al asunto.

Theo no respondió, pero era visible su expresión divertida y cómo las comisuras de su boca tiraron hacia los lados como cuando no quería reírse.

—Aunque puede que le de un pastelillo al final del día si se comporta —añadió con entretención. Le gustaba molestar a su amiga, pero Draco nunca era duro con ella, siempre la trataba con suavidad y terminaba por ceder a sus peticiones, por más absurdas que fueran.

Caminaron un poco más, juntos y con sus hombros chocando de vez en cuando. Sus dedos se rozaron un par de veces y terminaron entrelazando sus manos con familiaridad. El ambiente entre ellos cambió y, cuando estuvieron cerca de la mitad del largo pasillo, Draco miró hacia los dos sentidos del corredor; no había nadie. Tomó a Theo por la cintura y acarició su mejilla con su otra mano, cariñosamente acunando su rostro con sus dedos fríos. El gesto sutil y cuidadoso hizo sonreír a Theo, quien besó con parsimonia la palma de la mano de Draco, aferrándose a él por los hombros, casi como su perteneciera ahí, con una costumbre y facilidad ganadas con el tiempo. Todo ese asunto ilícito y privado era su dulce secreto.

El rostro de Draco se acercó peligrosamente al de Theo y su nariz rozó su pómulo derecho unos segundos antes de desviarse y terminar de juntar sus labios de manera tranquila, empezando un beso lánguido y sereno que, quizá por su rápida aceptación, parecía un gesto usual en ellos.

En el medio del pasillo ambos parecían reacios a separarse, pero lo hicieron después de unos minutos. Los ojos de Draco, grises y con sus pupilas dilatadas estaban fijos en la expresión cómoda y satisfecha de Theo. Sin decir palabra, volvieron a besarse, esta vez con más necesidad que la anterior. El el medio del siguiente beso, Draco arrastró a Theo con él a la protección de una de las paredes del corredor, escondidos de la vista y dándoles el tiempo suficiente para separarse y pretender que no se habían estado besando si alguien más se acercaba por casualidad y se los topaba por ahí. 

Recostados de costado sobre los fríos muros de piedra estaban ambos Slytherin, entregados a un beso inocente que ya no lo era tanto.

Estaban tan sumergidos en su burbuja, en la necesidad del contacto del otro, que no notaron las suaves pisadas sobre el suelo que se alejaban con rapidez de la escena, un tintineo sutil que trató de anunciarles los cambios por venir, si solo lo hubieran escuchado...






Capítulo editado)?

No realmente, pero al menos es más legible que la primera versión.



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Editado: 12/05/2024


Susurros [En edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora