Capítulo 2: Infancia solitaria

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Si tuviera que comenzar por mis recuerdos que me llevaron hasta ___... Creo que siempre empezaría con mi infancia. Aquella en donde mi mayor desafío fue la supervivencia en las calles. Mi memoria más clara de esa época fue el día en donde quedé completamente solo a mi suerte... Aquella mañana en donde, desde el muelle de mi pueblo, pude ver estallar en pedazos el navío donde viajaban mis padres gracias a un cañonazo de piratas que esperaban escondidos en un punto ciego para el timonel. No hubo tiempo ni gritos. Un gran "Bang" y luego silencio absoluto. Todas las almas de aquel barco se perdieron por el fuego y los cuerpos desaparecieron entre las aguas para jamás aparecer.

—(Supongo que desde allí comencé a hacerme fuerte...)— No era de una familia millonaria ni bien acomodada, sino humildes pero con un gran sentido de la justicia.

Ellos me enseñaron todo lo que era la "justicia". Marines comunes sin nada más que un gran sentido del deber cuando vivían; yo creía que eran invencibles por estar entrenando constantemente y enseñándome todo aquello del mundo donde ellos venían... Su muerte me demostró que estaba equivocado y mucho tiempo después la experiencia me hizo dar cuenta que ellos eran bastante débiles, pues no habían alcanzado siquiera el rango de capitán.

Una vez muertos, quedé completamente a mi suerte, abandonado en mi casa hasta que no tuve más opción que dejarla cuando las lluvias la derribaron junto a mis memorias de ellos. Sus fotografías quedaron sepultadas bajo toneladas de barro y escombros que serían imposibles de mover por parte de un mocoso de menos de diez años. Lo único que pude rescatar de ese lugar fue una gorra blanca (ya marrón claro por el lodo y la suciedad) en la cual había escrito "Justicia" aquella misma mañana y un cuchillo con el cual se me había entrenado para la defensa personal.

De allí en adelante, mi infancia entera se vio truncada y debí dejar de ser un mocoso para sobrevivir como fuera. A pesar de no comer por días, jamás robé a nadie del pueblo. En las noches aquellas donde las tabernas se llenaban de borrachos violentos y el alcohol era dado a cualquiera que pudiese pagarlo, todo cambiaba. Ya no eran personas inocentes que sonreían ignorantes de todo, sino animales peligrosos capaces de matar a un crío porque les hicieran tirar el trago por accidente.

—(Ese pueblo era un infierno...)— No era raro encontrar cadáveres de niños cada mañana por callejones u oír de alguien desaparecido para siempre.

Desde la explosión del navío, el gobierno mundial comenzó a cobrar a los pueblos, ciudades o reinos que protegía como un "seguro" en caso de que volviese a ocurrir algo similar. Al ser tan alto el precio, ese lugar quedó completamente desprotegido ante los piratas, incluso teniendo una base de la marina relativamente cerca (a dos islas de distancia). Nunca me extrañó que ocurriera eso; el North Blue es conocido por ser un mar extremadamente hostil, incluso para aquellos que lo habitan.

Con el paso de los años, el pueblo fue cayendo en decadencia y sus habitantes se fueron o murieron por ataques de piratas, hambre o enfermedades. A pesar de vivir entre desperdicios y basura llena de ratas, jamás me enfermé de nada; los niños que habían aprendido a sobrevivir peleando fueron falleciendo por enfermedades mortales o simples catarros mal cuidados.

Al haber pasado tanto tiempo cuidándome a mí mismo, aprendí a matar piratas utilizando ataques por sorpresa y la fuerza bruta. En una de esas peleas donde puse mi vida en juego nuevamente, mi gorra terminó siendo cortada en pedazos mientras distraía al pirata que quería matarme; logré ocultarme dentro de una casa y le corté el cuello con mi cuchillo oxidado pero aún con filo.

—(Creo que fue un dieciséis de agosto...)— El día en que cumplí trece años.

Dos años después, cuando creía que pasaría el resto de mi vida en ese decadente lugar... Apareció en la distancia un navío de velas blancas con un gran símbolo azul que conocía demasiado bien. Marines. No hice nada, tan solo quedarme en silencio observando que aquel barco se acercaba lentamente en dirección a la isla; en todo ese tiempo, no hubo gritos, celebraciones, susurros ni lágrimas. El único sonido que podía oír era el viento moviendo las hojas de los árboles y las olas rompiendo pocos metros antes de llegar a la orilla.

Sueños CenizaWhere stories live. Discover now