🌹; Flor

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SeokJin despertó un poco más temprano ese día, debía dirigirse a la bodega en el nivel tres y hacer una revisión de nuevos objetos. No sabía cómo, pero semanalmente aparecían en ese lugar cientos, o millones de objetos que debían ser identificados y clasificados.

Era un trabajo complicado en verdad, pero el azabache no se mostraba molesto siquiera un segundo. La curiosidad de saber qué tipo de objetos aparecerían lo superaba, además, ¡En cualquier momento podrían devolver cada uno de ellos a sus respectivos dueños.

Tendría solamente tres horas para trabajar antes de las diez, asumía que Jungkook volvería ese día, y realmente quería verlo.

Mientras tarareaba una canción cualquiera, el chico de sonrisa perfecta se dispuso a ordenar y clasificar todo a su paso. Habían objetos sumamente interesantes, otros comunes y algunos clasificados como "basura". Realmente quería tomar su tiempo y poder jugar con ellos, analizarlos e incluso usarlos un gran rato, pero tenía el tiempo contado y limitado. Todo sea por ser capaz de ver a Jungkook sonreír una vez más. Sin mencionar lo mucho que le interesaba saber más y más de ese extraño visitante.

Faltaban pocos minutos para las diez, por lo que bajó a la recepción, luciendo una amplia sonrisa de oreja a oreja. Cuando las puertas del ascensor se abrieron, llegó a sus oídos el característico sonido de la campana en la puerta, encontrándose con los ojos confusos del castaño.

— ¡Jungkookie! — el mayor alzó su diestra, dedicándole una hermosa sonrisa que dejaba ver si dentadura y que hacía sus ojos ocultarse en medias lunas.

— Hola Jin, ¿estabas ocupado?

— Oh, nada importante. — SeokJin hizo un ademán, ladeando su mano con parsimonia mientras caminaba en torno a la recepción, desde el día anterior que tenía listo el cuaderno donde apuntaba el registro del castaño, llenando sus datos en cuestión de segundos.

— ¿Qué traes hoy?

Las mejillas del menor se tiñeron con un sutil pero adorable color rosa, mordía su labio inferior y sus orbes buscaban el suelo como si fuera lo más interesante en ese momento. Le daba un aire infantil y tierno, a pesar de tener 23 años ya.

SeokJin sonrió, se estaba acostumbrando por completo a las acciones del menor. Su timidez, los momentos de silencio, esas ocasiones donde sonreía y lograba detener su mundo entero, lo misterioso e interesante que le resultaba. Todo empezaba a tornarse en una agradable rutina, y a pesar de llevar poco tiempo desde el día que Jungkook se asomó a ese lugar, el azabache sentía que lo conocía de toda una vida.

Aunque no supiera nada de su vida en el exterior.

El castaño extendió su temblorosa mano, entregando a SeokJin la fotografía de una simple flor. Específicamente se trataba de una rosa roja, voluptuosa y grande, con pétalos perfectos y un color brillante. Una obra de arte por parte de la naturaleza, no había duda de ello. Pero... ¿Quién creería tan importante una simple flor?

SeokJin buscó una llave, una de las olvidadas que creía jamás usar, obviamente existía un nivel para "Flora", abandonado en su memoria.

Entraron al elevador, y el silencio prevaleció. Jungkook continuaba con esos aires introvertidos, causando un poco de disgusto en el mayor, quien deseaba fervientemente conocerlo más allá.

— Y... ¿Puedo saber por qué esa flor causa un rubor en tus mejillas?

Jungkook sintió aún más vergüenza recorrer su ser. Sabía que tomarse tantas molestias por un objeto así era estúpido y carente de razón.

— Es... Una flor especial. No es una simple rosa.

— ¿Ah? ¡Quiero saber! — los ojos del mayor se iluminaron, dando un par de saltos emocionados y causando que el ascensor se moviera de un lado al otro, de manera poco natural en su funcionamiento. — ¡Siempre salgo aquí! No te preocupes por el movimiento. — añadió, percatándose del rostro de pánico del castaño.

— B-bien... —el menor buscó fuerza para proseguir con el tema de la flor, el rosado en sus mejillas tornándose un tanto rojo. — Esa rosa me la dio el amor de mi vida...

SeokJin no supo la razón, o siquiera lo notó, pero esa brillante sonrisa en su rostro se fue eliminando poco a poco hasta que un rostro inexpresivo tomó el control. Había algo en sus palabras que le estremeció, y no en un buen sentido.

— Llegamos. — una vez las puertas se abrieron, SeokJin volvió a sonreír. No prestaría atención a ese extraño sentimiento, ahora se enfocaría en esa habitación espaciosa y simulando ser una enorme llanura de césped ver y cielo azul. Plagado de todo tipo de flora, desde los árboles más grandes, hasta las flores silvestres más diminutas. El color abundaba en ese lugar, era simplemente hermoso.

Los ojos de Jungkook se iluminaron, acompañado de una amplia sonrisa de oreja a oreja. Sin dudarlo corrió hasta el interior de la habitación, inundando su ser de la tranquilidad y frescura que brindaban las plantas. SeokJin dejó escapar una risa, y no dudó en acompañarle, cual niños pequeños en época de otoño, con el deseo de lanzarse contra los montones de hojas secas, ambos simplemente rieron y jugaron. Subían a los árboles en retos, para ver quién llegaba más rápido a la cima, se acuclillaban para ver a detalle la belleza de algunas flores, o simplemente se observaban en uno al otro unos segundos antes de reír.

La preocupación por aquella rosa había quedado de lado, nada más que ellos existía en esos momentos. Los corazones de ambos se sentían cálidos y a gusto.

Pronto llegaría la hora en la que Jungkook debía partir, por lo que iniciaron su búsqueda. Era difícil saber con exactitud la rosa que el castaño había perdido, pero él sabría cuál era. Con sólo verla, la belleza y delicadeza de la flor le transmitiría el amor en su corazón.

— ¿Es ésta?

— Uh... No

— ¿Y ésta?

— No...

— ¿Qué tal ésta otra?

— Tampoco.

Ambos suspiraron con frustración. Una vez más, el objeto no apareció y el tiempo se les agotó. Jungkook pasó una mano por los cabellos de SeokJin, sonriendo con amplitud.

— Aunque no la encontraste, me has hecho muy feliz hoy.

El corazón del azabache se aceleró a mil por hora, al igual que sus ojos de llenaron de un brillo inusual.

Si decir más, hicieron el recorrido habitual de vuelta a la recepción. El castaño se despidió con un animado ademán en su diestra, dejando a un SeokJin completamente confundido.

— ¿Por qué debes irte tan rápido? — musitó en su soledad. Por alguna razón, la presencia del menor era de suma importancia para él en ese instante.


¿A ustedes se les hace rara la actitud de kook?

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