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Amaya.

La casa se había decorado con globos y guirnaldas de colores, la música sonaba moderadamente por toda la casa, mis hermanos, amigos y familiares estaban repartidos por toda la sala y cocina.

mi vieja entraba a la cocina con la torta de grema Blanca en sus manos y detrás de ella mis primos más chicos.

—¡hey Mami! —habla Damián al verme —feliz cumpleaños —me abraza y con gusto lo aceptó con una sonrisa —cada vez más vieja.

—we, vos seguís siendo más viejo —lo apuntó con mi dedo —asique no hables

Lo escucho reír llamando la tención de algunas de mis tías.

—lo prometido —me entrega la bolsa de regalo—espero que te entre Mami.

—gracias dam —beso su mejilla y abro la bolsa para ver la nueva camiseta de River dentro de ella —

Dejó el regalo sobre la mesa junto a los demás y miro a mis tías que reían a lo bajó, mientras me miraban.

—es como un hermano, no se ilusionen —les cortó el mambo —

Camino hasta donde se encuentra Nadia tomando fernet con Coca y a su lado Mauro hablando con Daniel.

—perrita —dice Nadia al verme acercar a ellos con una sonrisa —

—¿quieren algo para comer? —ofrezco —

—no, paso flaca —sonríe dani —

—yo si — habla el muerto de hambre de Mauro—

—¿qué quieres que te traiga?

—¡Sorprendeme! —hace un gesto raro con su cara a lo que hace reir a Nadia —

Camino hasta la cocina en búsqueda de algo para Mauro.

Al entrar me encuentro con mi vieja dándoles a mis primitos una tarta de frutilla y crema, a los pendejos parecía gustarle asi que a Mauro tambien le iba a gustar.

—bueno chiquillos —le habla mi vieja a los rubios menores— vamos para la sala

Y como si mi vieja los domara a la perfección, los pendejos salieron detrás suyo.

Corte la tarta de frutilla y la puse sobre un pequeño platito, junto la tarta de frutilla había una de durazno y decidí ponerle también de esa.

Salte de un susto cuándo sentí unas manos pasar por mi cintura y luego abrazarme.

—me asustaste —confieso al verlo sonreír detrás mio —

—perdón —susurra y acomoda mi pelo a un costado sobre mi hombro —Feliz cumple —besa mi mentón y deja su cabeza sobre mi hombro mirando lo que hacia —

—gracias —no puedo evitar sonrojarse y mirarlo con una sonrisita —

—¿eso para quien es? —sonríe mostrando sus dientes —

—para quien va a ser —digo obvia —para Mauro.

el asiente y lleva su mano al bolsillo de su pantalón, saca una cagita negra y la deja enfrente mío, con una sonrisa enorme la tomó y la abro para poder ver una hermosa cubana dorada.

—así me dejas de usar la mía —murmura en mi oído provocando que muerda mi labio —dame que te la pongo

Me empecé a reír como tarada, lo había mal pensado como siempre.

—no me refería a eso —ríe al igual que yo —pero si pinta después te la pongo —me agarra de la sintiera seductoramente o en intento —

—tarado —abro mis ojos como plato y vuelvo a reir —

Dejó que me ponga la cubana y salimos juntos de la cocina, sin olvidarme de la comida de Mauro, en eso que entramos a la sala donde se encontraban casi todos, Ignacio toma mi mano y camina junto a mi, hasta los chicos.

Las mirada de mis tias hablaban más que ellas y la de mis hermanos aún no las podía descifrar del todo, tal vez de sorpresa y algo de molestia, pero la cara de culo de Valentín era la ms notoria.

—toma Mauro —le entregó el platito con las tartas —

—gracias flaca —sonríe con sus tartas entre las manos —por vos dejó hasta a mi novia —le habla a la tarta de frutilla antes de darle un mordiscon —

—esta noche no vas a decir lo mismo —la rubia se cruza de brazos —

Las risas de los chicos se escucharon sobre cualquier charla.

Mi vieja llamó la tención de todos, traía la torta en sus manos con la belita ya prendida, a los segundos todos ya me cantaban el feliz cumpleaños.

En mi familia era como una tradición pedir los tres deseos, y desde los trece fingia pedir los, este cumpleaños no sería la excepción, sople la Bela y luego aplaudieron.

Valentín quito la Bela y de inmediato la mano de ignacio estampo mi cara con la crema de la torta, haciendo que todos rían y algunos celulares grabarán el momento.

—¡tarado! —me quejo quitando crema de repostería de mis ojos —

No contesto en su defensa y por venganza junte mis labios llenos de crema con los de el, luego del veloz beso quite un poco de crema con mi mano y la puse sobre su cara.

—así quedamos —amenaza riendo —

mis tías como locas gritaban llamando la atención de todos.

Esperándote; ECKODonde viven las historias. Descúbrelo ahora