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Amaya.

Era al rededor de las dos de la noche y me encontraba mirando series en Netflix, empezaba algunas y las abandonaba en los primeros capítulos.

Mi celular empezó a sonar, la pieza se inundó de una melodía acompañada de la voz hermosa de Julián Serrano, atendi de inmediato antes que mis viejos se despertaran.

—¿Amaya? —se escuchaba con dificultad —perdón que te moleste —reconocí la voz de Damián y de fondo música —

—no pasa nada —miento, odiaba que me llamen de noche —¿qué pasó?

Adivine en seguida que se encontraba en una joda, o más bien en la joda de un tal Martín. Me habian invitado pero decidi quedarme en casa.

—mira, tuve un problemita —río nervioso —

—no voy a salir a buscarte a las dos de la madrugada —me adelantó —

—no te iba a pedir eso, pasa que el problema es Ignacio —vuelve a reír —

—¿qué le pasó? —pregunté preocupada mientras me sentaba en la cama —Damián

—no tepreocupes, el culiado se tomó hasta el agua del perro —comenta con gracia haciéndome despreocupar —y se puso a llorar porque te quiere ver,¿hay forma de que puedas venir a  la joda?

negué con mi cabeza mientras me recostaba nuevamente.

—¿Amaya? —volvió a hablar —

—no, Dam no puedo —contesto rápido —decile que no puedo ir.

—decile vos, a mi me va a cagar a piñas —se rie de nuevo —

—bueno —suelto aire cansada —

Espere un rato, hasta que escuché su voz ronca del otro lado de la línea.

—May —murmuró —¿vas a venir?

—No Ignacio —fui cortante —

—¿no me amas? —lo escuché sollozar —

—¿que tiene que ver?, Ignacio pedite un uber y anda para tu casa —evitó contestar su pregunta —

—¿no me amas? —volvió a preguntar esta ves con su voz temblorosa —Amaya yo te amo, veni

Aunque fuera una estupidez mis mejillas se ruborizaron y mis dientes mordieron con suavidad mi labio inferior, había soñado tantas veces con que el me dijera esas simples palabras, pero aún sabiendo que estaba borracho me movió el piso, después de todo dicen que hombre borracho es sincero.

—May —volvió a murmurar entre sollozos —

—¿qué Nacho? —suspire con una sonrisa en mi rostro —

—¿me amas? —sorbio su nariz —

—si, te amo —solté tapando mi cara de vergüenza, aunque el no me pudiera ver —

—¿Entonces vas a venir? —su tono de voz cambio rápidamente a una alegre —

—no

—¿porque no? —sonó enojado —

—porque no me dejan —mentí —haceme un favor y anda a tu casa

—sos re mala —contesto como un niño enojado —mala y histérica

—no jodas Ignacio

—¿si no que?¿le vas a decir a mi mamá? —me pelea como nene de jardín —chau, no quiero hablar con histéricas como vos

—pásame con Damián —pido antes que me corte —

—¿ahora quieres hablar con ese?, viste que sos re histérica —se queja — no me gustan tus histeriqueos

—pásame con Damián  —repetí —

—no, chau —se escucho por unos segundos la música de fondo y luego cortó la llamada —

frotemi mano con mi cara y volví a llamar con la esperanza de que me atendiera, y así fue, con suerte me atendió Damián.

—se enojo con vos¿qué le hiciste? —se rie —

—Damián llevalo a su casa o la de alguno de ustedes —le pido —por favor

—no te preocupes mami, ya se lo esta llevando Valentin —contesta relajado —

—dale, gracias Dam —sonrió en lo oscuro —

—de nada —y nuevamente corta la llamada —

Podía hacerme la enojada y todo eso, pero Ignacio valía más que mi maldita dignidad.

Esperándote; ECKODonde viven las historias. Descúbrelo ahora