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Amaya.

toque dos veces la puerta de la casa de Ignacio y esperé a que me atendieran, salió mi abuelita bien vestida con un delantal.

—May, hija —me abraza — cuanto tiempo flaquita.

—digo lo mismo abue —beso su mejilla — no me diga que esta haciendo de sus fideos caseros

—te prometí que para Navidad te los iba a hacer —me sonríe y me deja pasar —

entre detrás de ella a la casa y la seguí hasta la cocina donde estaban Natalia y Ignacio, Natalia ponía los fideos en el agua hervida y Ignacio preparaba la salsa.

—hola —bese la mejilla de Natalia —

—que bombona —me alaga —

—gracias, vos me ganas igual —sonreí y me acerque a Ignacio —hola —bese también su mejilla.

me senté mirando como la familia hacia la cena, no podía opinar ni ayudar porque sólo ellos sabían como hacerlo y me gustaba ver como lo hacían.

si bien normalmente uno cena con su familia para Navidad o cualquier fiesta, mis viejos tenían que trabajar para noche buena y Nati me invito para pasarla con ellos y no estar sola en mi casa.

—¿qué tal Córdoba, Abu? —pregunto y me sirvo un vaso con jugo —

—hermoso mi hija —sonríe — tienen ese acento hermoso, muy lindo Córdoba

—me imaginé .

—me das un vaso con jugo —pide Ignacio a lado de la cocina —

sirvo jugo en un basó y  se lo doy.

terminó de hacer la salsa de tomate y subió a su pieza a bañarse y cambiarse. A probeche a poner la mesa navideña y dejar mis regalos bajo el árbol.

—¿cómo has estado Amaya? —pregunto Natalia —

—bien Nati, dentro de todo bien —sonrió —

—¿y con nacho, como estas? —sonrió de costado —

la mire sin entender al principio y después caí.

—somos amigos —lebante los hombros —¿vos Abu, andas de novia? —bromeó haciendo reír a Natalia —

—si, ya te lo voy a presentar —me toma de sorpresa y a Natalia tambien —pero calladitas eh —pone su dedo índice sobre sus labios —

—si Ignacio se entera le da un ataque —me río.

dejamos el tema ahí porque Ignacio bajo ya todo cambiado y con su pelo mojado.

tipo doce menos diez estábamos sentados comiendo de las delicias de la familia Spallatti, tenían eso italiano en la sangre. tomamos sidra mientras hablábamos cualquier cosa, era bastante lindo estar así, me sentía parte de esta familia.

—se acuerdan cuando Ignacio se calló de la moto —recordó Natalia —nunca vi a Amaya tan preocupada como ese día

logra hacer reír a la Abu y a Ignacio, en cambio a mi me hizo sonrojar.

—bueno che —me quejo con una sonrisa — hay que ser boludo para caerse así

—vos te paraste del piso cuando un pibe te estaba apuntando, ¿y yo soy el boludo? —sonríe y yo le saco fock you—

sentí derrepente el sonido de los fuegos artificiales y de cantidades de pirotecnia, ya eran las doce.

volvimos a servir sidra en los vasos y brindamos los cuatro.

la pirotecnia era una mierda en mi opinión, no sólo afectaba al oído agudizado de los animales, si no que también afectaba a los niños con autismo, se suponía que en algunos lados ya se empezaba a prohibir pero la Sociedad se lo pasaba por el culo y aún así lo hacían.

busqué debajo del árbol los regalos que había comprado y le entregue a los tres uno.

—no te ubieras echó drama —me abraza mi abu —en el arbolito esta un regalito que te hicimos con Nati

—gracias —les sonrió —

miro a Ignacio que abre el envoltorio y deja ver el hermoso reloj dorado por al cual me había matado el lomo, sin decir que lo había comprado meses antes. Sonrió al verlo y luego me miro para susurrar un "gracias".

salimos junto a Natalia y ignacio a ver los fuegos artificiales que tanto le gustaban a Ignacio, estábamos en el medio de la calle mirando el cielo iluminado.

—voy a ayudarle a tu abuela —le habisa Nati a Ignacio y entra a la casa —

Ignacio extiende su mano con una pequeña caja celeste que traía en su pantalón, la miro unos segundos y después la tomó.

—te va a gustar —dice confiado sin dejar de mirar el cielo —

abrí la cajita encontrando un reloj igual al que le había regalado a Ignacio, lo mire sin entender y el sólo lebanto los hombros riendo.

—feliz Navidad Amaya —murmuró.

—feliz Navidad Nacho —hable en el mismo tono que el.

lo mire unos segundos más y luego al cielo iluminado de colores, entrelace nuestras manos y nos quedamos ahí, en el medio de la calle mirando el cielos.

Esperándote; ECKODonde viven las historias. Descúbrelo ahora