9- Chicas de pelo azul y tu cuerpo aprisionándome.

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            Chicas de pelo azul y tu cuerpo aprisionándome. Listen to your heart (DHT)

9- Chicas de pelo azul y tu cuerpo aprisionándome.

GINA

Era una auténtica locura, pero aun así no dudé un segundo en llamar a la puerta de la casa de Erik. Él me había revelado la verdad sobre John y Claire hacía dos días… una realidad, que al parecer, todo el mundo ya sabía.

Una parte de mi mente pensó que incluso yo lo sabía. Lo veía cada día en las miradas de otras chicas, que coqueteaban con John descaradamente delante de mí, lo oía en el tono de voz que Claire usaba para hablar de él e, incluso, en la forma que tenían de saludarse. Se miraban como si se dijeran muchas cosas sin necesidad de abrir la boca.

La única persona que no sabía absolutamente nada era Jason, que había montado en cólera en cuanto se lo había dicho, jurando que mataría a Claire y John con sus propias manos y me entregaría sus cadáveres como ofrenda.

Al parecer, al fin y al cabo, Jason era lo único verdadero en mi vida. Al menos de momento.

Volví a llamar a la puerta de Erik, ya que la primera vez no había obtenido respuesta, y esta vez me abrió Margaret, su amable abuela.

—¡Hola, Gina! ¿Cómo estás?

No hizo falta que dijera nada más, puesto que la anciana me abrió la puerta y me invitó a pasar.

Durante un par de minutos mantuvimos una conversación cortés, de rigor, pero finalmente me aventuré a hablar con sinceridad.

—He venido a hablar con Erik, señora Polstky.

La mujer sonrió y me condujo a la cocina, allí me instó a sentarme.

—Tiene que estar a punto de llegar, ha salido con Terry hace un rato y… ¡Dios mío! Ya son casi las nueve —dijo—. ¿Quieres tomar algo?

Sobre la cocina eléctrica vi una tetera preparada, así que opté por no resultar maleducada y asentir.

—Un té, gracias.

—No sabes lo contenta que estoy porque Erik y tú seáis amigos. ¡Mi nieto necesita a alguien como tú para estabilizar un poco su vida!

Estaba nerviosa. No sabía cómo reaccionaría Erik al verme… ¿Y si me echaba de allí? ¿Y si me decía que no quería saber nada de mí?
Pero algo me decía que no haría eso. Él había sido quien había querido hablar conmigo un par de días antes, al contarme lo de John y Claire.

La señora Poltsky comenzó a hablarme de nuevo, pero yo fijé mi mirada en mis vaqueros ajustados y algo rotos, intentando controlar el temblor de mis manos sobre la taza de té.
Aún no se había enfriado la bebida cuando la puerta de la calle se abrió y dos figuras entraron por ella.

Ya no había vuelta atrás. ¡Estaba allí!

—¡Hola, chicos! ¡Estamos en la cocina! —gritó Margaret, y yo me estremecí.

Al cabo de unos segundos, en el quicio de la puerta, apareció Terry, el abuelo de Erik, y por detrás llegó él.

Sentí que me quedaba sin respiración cuando sus ojos se encontraron con los míos y se detuvo justo antes de entrar en la cocina.

Llevaba una camiseta larga de baloncesto y pantalones anchos, por lo que a través de su ropa podía ver la mayoría de sus tatuajes, contorneándose suavemente por su piel. ¿Era legal ser tan atractivo?

Le había dado vueltas a la cabeza los últimos días, cada vez que me sorprendía mirándolo en clase, o cuando pensaba en él, tumbada en la cama sin poder dormir.
La imagen de su rostro duro y sus ojos verdes me hacía sonreír. Ese chico no me gustaba; me encantaba.

Escoria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora