Capítulo 8

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Christopher terminó la llamada y fue a la cocina donde Dulce estaba ordenando los platos que había lavado, se acercó a ella y la abrazó por la espalda.

Dulce: ¿todo bien?...

Christopher: la reunión se pospuso un poco, pero aun así tengo que irme...- dijo apartando su cabello para besar su cuello.

Ella sonrió y se secó las manos con la toalla que tenía a un lado para después girarse y abrazarlo por el cuello acariciando el cabello de su nuca.

Dulce: entonces vete...- susurró cerca de sus labios.

Christopher: pero no quiero hacerlo...- dijo haciendo puchero.

Dulce: ve a cumplir con tus obligaciones- dijo antes de besar sus labios rápidamente.

Christopher: sólo quiero saber una cosa antes de irme...

Dulce: ¿Qué cosa?

Christopher: ¿seguirás aquí cuando regrese?- ella sonrió.

Dulce: claro que sí.

Christopher: entonces me voy confiado...- la besó de nuevo.

Dulce: te acompaño... a la puerta- dijo entre besos.

Él la tomó de la cintura y ambos comenzaron a caminar sin cortar el beso, en el camino hasta la puerta hubo tropezones y risas pero nunca faltaron los besos y el intercambio de tiernas palabras, el primero en llegar a la puerta fue Christopher que sin darse cuenta estrelló la espalda en ella.

Christopher: auch...- dijo riendo.

Dulce: ¿estás bien?- dijo riendo entre los besos que él no detuvo.

Christopher: la puerta está demasiado cerca...

Dulce: pobrecito...- dijo acariciando su espalda.

Christopher: ahora si déjame ir.

Dulce: ¿yo te estoy deteniendo?

Él asintió sonriendo y ella levantó las manos de sus hombros soltando completamente su cuerpo.

El celular de ella comenzó a sonar y al tomarlo del bolsillo trasero de su pantalón vio de quien se trataba, el mismo hombre que la ha llamado desde la noche anterior.

Christopher: ahora sí habla con él.

Dulce: está bien...- suspiró- pero antes... quiero un beso más.

Christopher: pero es el último...

Dulce: ¿seguro?

Christopher: no...

Ambos comenzaron a reír y él le robó un último beso antes de obligarse a salir de ese departamento.

Ella se recargó en la puerta suspirando profundamente sin poder borrar la enorme sonrisa de su rostro.

El celular en su mano volvió a vibrar y suspiró de nuevo buscando la paciencia para atender la llamada.

Dulce: Hola.

Paco: al fin respondes, estaba preocupado... ¿estás bien?- una punzada de culpa le atravesó, ella lo estuvo evitando toda la noche y el pobre hombre ahora estaba preocupado.

Dulce: había perdido mi celular... lo siento- dijo sin saber el motivo por el cual pedía perdón, parecía ser por el hecho de preocuparlo pero también por la noche que acababa de pasar en compañía de otro hombre

Paco: no te preocupes... ¿sigues en la ciudad?

Dulce: si, aun no se soluciona lo del auto y no quiero irme con la inquietud.

Paco: está bien cariño no te preocupes.

Dulce: entonces... te veo después.

Paco: claro, cuídate mucho.

Dulce: adiós...

Paco: te amo...

Ella colgó el teléfono fingiendo no haber escuchado eso último porque justo ahora no tenía una respuesta ante esa declaración antes era tan fácil mentir, incluso podía decírselo teniéndolo de frente.

Buscó el papel y el lápiz que había dejado la noche anterior y continúo plasmando sus sentimientos convertidos en canciones, las miles de canciones que escribía sobre su vida personal, familiar e incluso las canciones que le escribió a él y que al final tuvo que disfrazar con otros versos que no hicieran notar hacia quien eran dedicadas o las que simplemente mantenía ocultas del mundo.



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Diciembre 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora