Capítulo 4

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De nuevo dentro de esa camioneta, era un día diferente pero el ambiente era el mismo, lleno de miedo y algo de nerviosismo. Fue una noche bastante larga, ninguno de los dos pudo dormir y ambos se levantaron de la cama aún más cansados de lo que se acostaron la noche anterior.

Ella por su parte, estaba agotada mentalmente después de la discusión telefónica que tuvo con su ahora esposo, él le reclamaba el motivo por el cual había postergado su regreso a casa y ella trató de explicarle la situación de su auto, sin embargo, no mencionó para nada quien era la persona que la estaba ayudando, sabía perfectamente que el simple hecho de mencionar su nombre sería motivo para otra discusión aún peor.

Por otro lado, para él la noche no terminó tan rápido, ya que después de dejarla en su casa tuvo que conducir por veinte minutos para llegar a la casa de aquella mujer que exigía su presencia.

Los gritos de ella seguramente fueron escuchados por toda la zona, por lo que la noche para él fue llena de emociones, un tanto divertidas al principio pero después la situación fue cambiando hasta convertirse en una visita que disfrutó a sobremanera.

Y es que nada se compara con el delicioso café que su madre preparaba y el cual se había ganado después de deshacerse de la rata que se había colado a casa de Alexandra.

Disfrutaba compartir una taza de café humeante con su madre y hablar por horas aunque las pláticas a veces eran repetitivas pero eso no importaba, el motivo era lo de menos, lo importante era disfrutar el tiempo con ella.

Estaba pensando en eso cuando una sonrisita se escapó de sus labios seguida de un suspiro que no él no noto, sin embargo ella sí lo hizo. Notó la sonrisita y el suspiro, así como también notaba su mirada perdida en el camino, ató cabos recordando la llamada de ayer y la sonrisa que vio en sus labios, la misma sonrisa especial que tenía ahora.

Estaban tan metidos en su mundo que cuando se dieron cuenta ya estaban frente al taller mecánico.

Mecánico: la falla está en la computadora, parece que se sobrecalentó un circuito y es necesario cambiarlo- dijo el hombre mostrándoles el monitor de una tableta desde donde había realizado el análisis del auto.

Dulce: ¿es muy complicado eso?... ¿cuánto demorará?- él la miró, suponiendo la razón de su impaciencia, anhelaba regresar a casa... con su esposo.

Mecánico: en cuanto tenga la pieza lo tendrá listo al siguiente día- ella asintió- llamaré ahora mismo para saber si la tenemos en almacén- ambos asintieron y el hombre se fue.

Dulce suspiró mirando su celular, harta de los constantes mensajes.

Christopher: debes extrañarlo mucho...- dijo poniéndose frente a ella fingiendo indiferencia, lo cual era todo lo contrario a lo que sentía en realidad.

Dulce: ¿a quién?...

Christopher: a tu esposo... heee- la miró interrogante.

Dulce: Francisco... Paco- le respondió.

Él asintió, sabía perfectamente su nombre, pero de alguna manera al referirse a él como su "esposo" le ayudaba a regresarlo a la realidad y no olvidar el sitio en el que estaba, era el amigo de una mujer casada y nada más.

Christopher: ¿se casaron hace cuánto?...

Dulce: un par de meses.

Christopher: ¿Qué tal se siente estar casada?... me imagino que debe ser complicado al principio.

Dulce: nos estamos acoplando, pero ha sido más fácil de lo que creía...- mintió- ¿nunca pensaste en casarte?- su mirada cambió tomando un brillo singular y se aclaró la garganta antes de responder.

Diciembre 2019Donde viven las historias. Descúbrelo ahora