INTRODUCCIÓN

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SOBRE LA SANGRE
Por Conscience Censored
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SOBRE LA SANGREPor Conscience Censored _______________________________________

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—Si los trinos enjutos del aguzanieves no pueden ser escuchados entre el murmullo de la noria y el sonido de la prístina tierra del pasado siendo atormentada, ¿Acaso valió la pena que tanta sangre se derramara sobre lo cardos?


—Es cierto, pero ¿no es preferible el barullo del canto de las maikos y el de los niños correteando por los caminos, al de los herrajes mongoles y los gritos de pobladores convertidos en Kharash?


Dos hombres miraban desde la terraza del palacio el paisaje poco urbanizado de Kyoto; mujeres caminaban en una fila que se contoneaba.
Meciendo la carga en sus canastos, creaban un siseo que hacía parecer a su colectividad una serpiente nadando entre los arrozales. Eso pensaba el primer caballero, mientras extendía un recipiente de té a su anfitrión.


—Aquí tiene, mikado.


—Responda, Crawford-tono.


—Es cierto, lamento mi imprudencia —hizo una ligera reverencia de cabeza, mientras su interlocutor recibía la bebida entibiecida.


—Además, sin aquella guerra esta nación no sería lo que es ahora. No ves lo diverso de nuestras existencias, ¡tan solo en el color de nuestras pieles! ...somos como diminutas escamas en una carpa colorida —el emperador rio sonoramente, siendo acompañado por la sonrisa baja de Jack Crawford; aquella camaradería había surgido naturalmente entre ellos después de que el hombre asegurara la victoria del emperador sobre las tropas mongolas—. Pero, el shōgun no ha venido a el palacio real desde Okayama solo para tomar el té ¿o sí?



Crawford alzó la vista, acercando una taza de la bandeja frente a él para beber también. Humedeció apenas un poco sus labios, mirando al emperador resolver su vista hacia el ascenso del sol, bañándole con la cálida luz; no se atrevía a cuestionar la sabiduría y el misticismo de su cargo, aunque fuera meramente ornamental. Bebió tendidamente, paladeando las hierbas transfundidas en el agua, después habló. —Lamento haber venido tan solo con malas noticias... Haruo-tono ha muerto, era el shikken de la provincia de Chūbu.


—¿De que ha muerto? —dijo serenamente su acompañante; por un momento creyó ver una ligera perturbación en las arrugas junto a sus ojos.


—De indigestión, he comprobado personalmente junto con un médico de mi confianza la causa de la muerte.


—¿Lo saben ya?


—Aún no. Quisiera que aprobara mi propuesta para el nuevo shikken antes de crear semejante inestabilidad.


—¿A quién tiene en mente? —el hombre había dejado de mirar el horizonte para encontrarse con la mirada serena de Jack.


—Hay un hombre con excepcionales cualidades; fue médico y estratega desde el arribo de los navíos mongoles a los puertos de Yamagata hasta la llegada del kamikaze.


—Ese huracán no fue sino la muestra divina de los favores de los dioses a su pueblo ­—interrumpió animoso el hombre, captando aún más la atención de su interlocutor.


—No soy un hombre de creencias religiosas, pero contrariarle sería un acto de necedad pura.

Sobre la sangre [Hannigram]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora