『 D O S 』

35 11 0
                                    

• ────── ✾ ────── •

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

• ────── ✾ ────── •

—Así que.. ¿Qué hace un gato pulgoso cómo tú en mi cocina?— La gruesa voz de Bakugou resonó por toda la cocina, haciendo que el gato le mirase curioso.

     El pequeño minino levantó su cola de forma que quedase completamente estirada, la mantuvo de esa forma hasta que el rubio se acercó hacia él con la intención de echarlo de su hogar.

—Lo siento, pulgoso, no puedes estar aquí, ¡Ni siquiera sé cómo entraste, maldita sea!— Se quejó, mientras tomaba al animal del pellejo sin ningún cuidado.— Hazme el favor de no arañarme antes de que te vayas.

     Se acercó a la puerta de la entrada con la bola de pelos en brazos y al abrir la puerta, pudo ver el pasillo del edificio dónde vivía vacío, miró hacia ambos lados esperando ver a alguien. Al notar que nadie saldría, soltó al gato afuera de su puerta.

—Hasta luego, pulgoso.

Y dándose la vuelta, cerró la puerta. Miró hacia el suelo, observando su par de zapatos desacomodados, sintiéndose más tranquilo que hace unos minutos, decidió acomodarlos al lado del resto. Sin embargo, no se esperaba que al agacharse, un maullido lo distrajese de su tarea.

—¿Qué acaso no te dije que no podías estar aquí? ¿Cómo demonios entraste sí te acabo de sacar?— Cuestionó el cenizo, al darse cuenta de lo que estaba haciendo, se frotó su sien con cansancio.— No sé porque mierda estoy hablándote, no es cómo si me fueras a contestar, eres un simple gato pulgoso.

     El pequeño felino volvió a alzar su cola a más no poder al notar que el humano le miraba directamente, dejó salir un "Miau" cómo respuesta, cómo si realmente pudiese entenderle, pero aquello era imposible, si realmente comprendiera lo que le decía, ¿Por qué seguía entrando a su casa cómo si nada?

     Al ver cómo el animal no planeaba dejar su hogar, suspiró, podría echarlo al día siguiente, ¿No? Podría aguantarlo durante la noche, además de que estaba lloviendo, ¿A dónde iría el minino a esas horas? Terminaría empapado.

—Bien, escúchame, pulgoso. Te dejaré quedarte aquí, pero será sólo una puñetera noche y después te quiero fuera de mi casa, ¿Me escuchaste?— Dijo el ojirubí, señalándolo con su dedo índice de forma acusatoria, volviéndose a percatar de que estaba hablando con un gato.

     Acomodando sus zapatos, se volvió a dirigir hacia la cocina por su vaso de agua, siendo seguido por el pequeño felino. Sirvió su bebida y no dudó en consumirla, sintiendo cómo era observado por el gato de pelirrojos pelos.

—¿Tienes sed, bola de pelos?— Cuestionó, para después tomar uno de sus refractarios y servirle agua también. El animal se acercó tímidamente y dio ligeros lenguetazos, conforme los segundos pasaban, tomó mayor confianza y bebía sin cuidado el líquido transparente del recipiente.

—¡Oi, cuidado! Vas a tirarla toda en el suelo y seré yo quien lo limpie, bobo.— Se quejó, sin embargo no hizo ningún movimiento para detener al minino. Lo miró tomar agua cómo si no lo hubiese hecho desde hace días, por lo que pensó que también podría tener hambruna.— ¿Tienes hambre? Aunque no tengo comida para gatos, carajo.

     Se aventuró a través de su propia cocina en busca de algo que pudiese comer, ¿Pescado estaría bien? Es decir, era algo típico a lo que asociaban a ese tipo de animales, ¿Debía dárselo crudo o frito?

     Sacó de su refrigerador una mojarra sin cocer que él sabía que no se comería, había sido un regalo por parte de una de sus vecinas: Una anciana de ya 60 años de edad; no se vio capaz de rechazarla cuando ésta se la dio diciendo que se la daba con mucho cariño y aprecio.

—Supongo que esto estará bien para ti.— Soltó al aire sin esperar alguna respuesta y volvió a tomar otro refractario limpio, sirviendo ahí el pescado y acercándolo hacia su acompañante, quien curioso se acercó al plato.

     Bastante fue su sorpresa cuando vio que el felino olfateó la comida, mas no la probó, podía jurar que este había hecho hasta una mueca de asco al mover bruscamente su nariz.

—¿AH? ¿No te gusta el pescado o que mierda te pasa, bastardo? Todavía que te doy de comer y tu no lo aceptas.— Volvió a tomar el recipiente y lo vio, su aspecto era asqueroso, quizás porque estaba crudo; dudaba que estuviese echado a perder debido a que se lo dieron recientemente.—...Quizás no te gusta crudo.

     Nadie, ni siquiera él mismo, esperaba prender su estufa con la intención de cocerle un puñetero pez muerto a un simple gato; pero ahí estaba él: Preparándole a un felino un filete de pescado cocido.

—Ya está, comételo o de verdad te saco a la calle por despreciar mi comida.— Por segunda vez, el minino se acercó a olfatear el alimento.

     Katsuki pensó que por segunda vez, también rechazaría la comida, pero al ver que la bola de pelos comenzaba a degustar del pescado con velocidad, le creció ligeramente el ego. Sonrió de forma socarrona y le sirvió más agua al animal.

     Pasados los minutos, el pequeño pelirrojo arrasó con todo lo que había en ambos platos. El ojirubí los alzó del suelo y los dejó en su fregadero con la intención de lavarlos al día siguiente, ya era hora de dormir y descubrió que tenía un nuevo problema.

     ¿Dónde dormiría el gato?

• ────── ✾ ────── •

Curiosidad 1:     Cuando un gato levanta la cola y la mantiene totalmente estirada hacia arriba, eso significa que te está saludando

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Curiosidad 1:
Cuando un gato levanta la cola y la mantiene totalmente estirada hacia arriba, eso significa que te está saludando.

¡Segundo capítulo! Avanzo rápido, supongo.~ Realmente estoy escribiendo todo esto antes de publicarlo, tendré todos los capítulos listos y los iré publicando cada semana, al menos eso trataré.

¡Gracias por leer!


˗ˏˋUn maullido es un masaje al corazónˊˎ˗| KiriBakuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora