II

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—¿Está nerviosa, mi lady?—preguntó la mujer al lado de la princesa, su concubina más leal.

—¿Debería estarlo?—dijo en modo de pregunta sin despegar la vista de la ventada del carruaje.

El sol iluminaba su hermoso y suave rostro, el carruaje saltaba de vez en vez por el pedroso camino que circulaban.

¿Nerviosa? No sería lo que le definiera en ese momento, mas bien, emocionada.

No ha conocido aún al rey que se convertirá en su esposo. Pero los rumores dicen que es un hombre joven y dotado de mucha belleza, por fin dejaría de ser la pobre princesa a la que cuidaban simplemente solo por ser eso, la princesa, la hija del rey. 

Según ella, una carga, ya que su madre nunca tuvo más hijos que pudieran heredar el trono de su padre y eso siempre fue una molestia, su único propósito encontrar un rey como esposo para que dirigiera los dos reinos, pero seguro que al conocer a su prometido todas sus dudas y aquellos pensamientos negativos desaparecerían. Eso espera realmente.

♕♕♕

—¿Nathaniel estás listo ya? Padre ya llegó y nos está esperando.

—Voy saliendo, adelantate Ámber—el joven rubio se miró por última vez al espejo de su pared y salió directo a donde su padre esperaba.

—Oh, Nathaniel, ¿Vas a ir a una fiesta? ¿Estás enfermo o algo?

—Madre—sonrió de lado al ver a su madre salir de la recamara vestida con un largo y elegante vestido rojo—Prácticamente Ámber me obligó.

Rió con una de sus manos cubriendo ligeramente su boca—Vaya sorpresa—Nathaniel se acercó y mostró el brazo a su madre para salir enganchados.

—¿¡Podéis moveros ya!?—el grito de la niña hizo que ambos rieran ante tanta desesperación.

—Ya vamos, ya vamos

♕♕♕

Una de las cosas que más se oían en el reino era la música combinada con la alegría de quienes conformaban Xhamin.

Ámber apenas salió del carruaje y tomó la mano de Nathaniel para arrastrarlo por las calles donde varios guardias reales vigilaban que nadie pasara donde iba a cruzar la prometida de su rey.

Varias doncellas vistiendo vestidos algo brillantes lanzaban pétalos de rosas por la calle donde el carruaje real transitaría hasta llegar al balcón del palacio.

—Ámber, no corras tan rápido—dijo el rubio agitado, las actividades deportivas no eran para nada su fuerte.

—Tenemos que conseguir bueno lugares, hermano—en cambio para su hermana eran totalmente su pasión.

Simplemente un suspiro fue la respuesta de Nathaniel.

El momento había llegado, como si se tratara de un acto divino las trompetas sonaron y las miradas de todos se dirigieron a aquellos caballos blancos cubiertos de una elegante tela con el sello del reino de Fseth. Un carruaje gigante apareció. Las cortinas de las ventanas se abrieron y una delgada y femenina mano salió cubierta de un delicado guante azul, hasta que por fin apareció.

Una joven, la joven princesa mostró al fin su rostro, blanco y fino, con unos ojos grandes y de un color tan brillante como el mar; entre azul y verde; demasiados hermosos a decir verdad, su largo y liso cabello castaño se mecía con el viento, una mujer bendecida por los mismísimos dioses, tal y como los rumores decían.

Amante「casthaniel」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora