III

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—¡Apuraos todos, la fiesta está a puto de comenzar!—la duquesa del reino, con un alto peinado y un vestido más pomposo y más ataviado que hasta de la misma reina apuraba a los criados, ya que en treinta minutos se darían paso a los  invitados para la celebración.

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Las fiestas nunca han sido su fuerte, nunca ha aceptado ninguna invitación, En sus dieciocho años cientos de reinos lo han invitado por su gran talento que ha demostrado, pero Nathaniel siempre se negaba a todas aquellas ceremonias de celebración.

Siempre pensaba que eran simplemente una total perdida de tiempo, podría aprovechar todos los minutos retratando algo que sintiera en ese momento.

—¿Estás seguro que quieres ir?—era la cuarta vez que Ámber se lo preguntaba, en sus ojos esmeraldas reflejaba la preocupación por él, el rubio le regaló una sonrisa de lado intentando tranquilizarla.

—Tranquila hermana, si no me siento a gusto agradeciendo su amabilidad me retiraré. 

El camino estaba adornado por pétalos de rosas. Unos cuantos guardias del castillo estaban en cada uno de los dos extremos de la puerta, y otro estaba dentro comprobando las invitaciones que fueron enviadas a las familias más ricas de Xhamin.

Al entrar al majestuoso castillo, su hermana había desaparecido de su lado, al contrario de él, su hermana era quien más disfrutaba en eventos así.

La infraestructura era preciosa, diseñada con demasiados detalles como para no ser apreciada, intentaba guardarla en su mente para después plasmarla en su lienzo con la compañía de su pincel y sus pinturas.

—¿Sir Nathaniel?—escuchó a sus espaldas una voz femenina que no reconocía para nada.

Se giró para ver de quien se trataba. Una mujer de su edad, con un largo cabello plateado adornado de algunas flores lo miraba fijamente, moviendo casi imperceptiblemente su hermoso vestido rojo.

—Mi lady—saludó con una reverencia, tomando la mano de la mujer de ojos ámbar para depositar un corto beso en ella.

—Parece que no me sabéis quien soy—dijo ella con una risita que fue cubierta por su larga y delicada mano.

—Todas mis disculpas, pero no recuerdo a ver visto a alguien con tanta belleza como usted.

—Me presento, mi nombre es Rosalya y soy la hija del médico del reino, he escuchado mucho de usted, a decir verdad, ha sido imposible no saberlo, hace un año Sir Nathaniel estaba en la boca de todos los habitantes. El hijo mayor de los Jacott, el famoso pintor que ha plasmado el rostro de varios reyes y príncipes en lienzos que parecen divinos.

—Según veo, a la gente le gusta exagerar.

—Al verlo me doy cuenta que todo lo que aquellas bocas han dicho es poco para lo que realmente es.

—Un total halago al se considerado así por una mujer como usted.

—¿Y cual es su opinión acerca del matrimonio real?—cambio de rumbo la plática—Parece que todo el reino está muy emocionado por la noticia—Nathaniel comenzó a caminar acompañado de Rosalya. Varias miradas se posaban en ellos de vez en vez. 

La decoración en el palacio era digna de un compromiso de aquel nivel. Risas y murmullos bajos resonaban junto a la música que deleitaban los oídos de las personas que apreciaban aquellas piezas de arte.

Unos cuantos sirvientes del castillo se acercaban con bandejas de plata en las que llevaban algunos bocadillos encima de ellas.

—A decir verdad mi lady, si al pueblo le encanta el matrimonio no debería importar lo que una sola persona piense de este.

Amante「casthaniel」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora