En camino. [Birdflash]

Alfred, Jason y Roy.

Mansión Wayne a las afueras de Gotham. 8:23am

Conduciendo su moto hacia la mansión, Dick Grayson se imagina saboreando las galletas de avena y fresa que prepara Alfred. El hombre mayor siempre le agrega pasas extras a las suyas, lo cual adora.

Esa mañana se había despertado con un fuerte antojo por esas galletas, así que simplemente llamó a Alfred.

Estacionando la moto frente a la enorme casa, el azabache acomoda de forma incómoda el enorme suéter que lleva. Han pasado cuatro meses desde que se enteró de que está embarazado, ahora está iniciando su quinto mes y todo aún parece un sueño. Un incómodo sueño.

Le costó bastante aceptarlo, no lo negará, pero gracias a su familia y Wally, esta llevando todo eso lo mejor que puede. En aquel punto, sólo esta enojado por el hecho de que su cuerpo parecía estarlo odiando. Su pecho estaba hinchado todo el tiempo y dolía ligeramente, parecía que había dejado el ejercicio intensivo por donas; su barriga estaba creciendo cada vez más grande, había aumentado dos tallas y no podía usar su ropa habitual.

Parece que se a tragado una pequeña pelota de fútbol, lo que le parece realmente incómodo, así que lo oculta lo mejor que puede.

Negándose a gastar dinero en ropa que sólo usara una vez, Dick usa cómodos pantalones de algodón y suéteres extremadamente grandes que robo de Bruce. Él ni siquiera los usa. Pensó cuando comenzó a saquear el armario del hombre.

El murciélago de Gotham simplemente le dejó, ya que tratar con una persona embarazada con cambios de humor era peor que tratar con el Guason.

—Bienvenido, joven Grayson. —le saluda Alfred abriendo la puerta antes de darle tiempo a Dick de terminar de subir los escalones. Le estaba esperando.

—Hola Alfred. —como es habitual en Richard, no puede evitar sonreír con encanto cuando ve al hombre de canas.

Entrando a la mansión, P cierra la puerta y le guía a la cocina.

—Las galletas están listas, las hice al momento. —menciona orgulloso, porque algo de lo que más se enorgullece Alfred además de sus chicos, es de su cocina y el jardín. Ignorando el hecho de que aún con su edad, le puede dar una paliza a cualquiera en la casa.

El olor a galletas recién horneadas le hace agua la boca al azabache de ojos azules. Aunque este enojado por el tamaño que esta tomando su cuerpo, realmente agradece haber dejado las náuseas atrás. Fueron los tres primeros meses más infernales, no podía comer nada sin vomitarlo al rato.

—Se ven realmente-

El dejar de hablar de golpe y la cara de horror que pone el azabache inmediatamente alertan a Alfred, quien se acerca rápido al lado de Richard cuando este se sostiene fuertemente de la encimera.

—Joven Richard, ¿qué pasa? —Alfred le sostiene de un hombro.

Con la mirada azul pegada en el piso, Dick no puede borrar la expresión de miedo que tiene. No gira a ver al mayordomo, pero le escucha claramente. Intenta encontrar las palabras.

—Algo... algo dentro de mi se movió. —suelta como un niño pequeño. Esas pocas palabras hacen al hombre mayor comprender, creando una enorme sonrisa en su rostro.

Asustado, Dick salta cuando la sensación se repite. Es raro, es algo nuevo. Si tuviera que describirlo, diría que son como pequeños revoloteos o mariposas en su estómago. Es inquietante y al principio desagradable.

—Alfred. —su voz tiembla, esta inesperadamente muy asustado.

—Calmese, son sólo los primero movimientos del bebé. —explica el mayordomo llevando a Dick hasta una silla para que se siente. Puede ver el miedo y el pánico en sus ojos, su voz suena realmente asustada, como si fuera a quebrarse, así que Alfred sabe que es la primera vez que aquello ocurre. Los primeros movimientos.