Capítulo V

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Lolito.

Los rayos dorados del sol entraban por la ventana formando varios cuadritos flotantes en mi habitación, el sonido del agua moviéndose atrajo mi atención para abrir los ojos pues el sonido era muy parecido a las olas de mar lamiendo la arena de la costa. Al abrir los ojos me encontré con la sorpresa que la cama en la que dormía no era mi cama y la habitación en la que me encontraba no era mi habitación, intenté recordar si la noche anterior había bebido algo con amigos y al instante varias escenas sin sentido acudieron a mi cabeza.

—¿qué carajo?

Me levante de la cama y me acerque a la ventana que estaba de frente a mi, colocando las manos por sobre el marco superior me asome a ver el paisaje: una playa hermosa se cernía ante mí, sus olas amables acariciaban la costa y danzaban tranquilas al sol quien les prodigaba un brillo dorado especial, un pequeño muelle decoraba la imagen y lejos había un pequeña colina decorada por grandes arboles verde brillante y un manto de flores irreal. Me despegue de la ventana y di unos cuantos pasos hacia atrás, asustado me pase las manos por la cara dándome cuenta de que en ella no había ni un vello, confundido toqué mi cara hasta que una ráfaga de viento proveniente de otra ventana me empujo y alborotando mi cabello, fue en ese momento cuando note que mi cabello era demasiado largo pues me llegaba casi a la cintura y tenia un color especial, era un rojizo anaranjado que muy pocas veces en mi vida había visto.

—madre mía soy un Weasley—exclamé tomando un mechón de mi cabello—necesito verme en un puto espejo.

Busque la escalera de la habitación y dando dos saltos ya estaba en el primer piso, rebusque entre las cosas que estaban a simple vista, pero no encontré nada que se pareciera a un espejo, recordé la piscina que había construido en el patio trasero hace un par de directos atrás; nerviosamente asentí a mi pensamiento pues estaba volviéndome loco al pensar que me encontraba dentro de un juego. Salí por la puerta de atrás, todo lucia tan pacifico y tan real, la barbacoa estaba en un rincón humeando un poco como si alguien hubiera estado preparando unas costillas unas horas atras, por sobre los muros de valla que estaban rodeando la casa pude ver un bosque otoñal, unos cuantos pájaros se encontraban catando en las ramas de los árboles dándole un toque idílico al lugar. Baje la pequeña escalinata e inhalando un poco de aire me aproxime a la piscina, me arrodille sobre la orilla y asome mi rostro a la cristalina superficie, mi cabello se deslizo sobre mis hombros y callo al agua oscureciendo ligeramente el reflejo, pude entonces ver la imagen de un chico con rasgos demasiado finos y mirada cansada que era adornada por unos ojos verdes aceituna, la piel que se podía ver era clara sin ser pálida, tenía un tono cálido; las mejillas resaltaban por unas rosadas manchas a las que las chicas llamaban chapitas, pecas cafés moteaban mi rostro dándole aun mas un toque juvenil tirando a infantil.

—vale, esto no es real,

aunque se sienta que lo es no lo es—exclame levantándome lentamente, apreté los puños y en busca de una manera de despertar me solté una fuerte bofetada provocando un ruido seco que asusto a los pájaros los cuales salieron volando en dirección a el mar.

—agh mierda, no...

Mi respiración se acelero en señal de estar entrando en pánico, pase mi mano varias veces acariciando la parte en la que me golpee, realmente me ardía. Di varias vueltas en el jardín hasta que pensé que si me sumergía por completo en agua fría podía despertar así que sin rascarle mucho sentido corrí y salte a la piscina, efectivamente el agua estaba helada pues a esas horas del día la sombra de la casa cubría la mitad del patio trasero, nade rápidamente hasta la orilla y sosteniéndome con las uñas me arrastre hasta quedar totalmente fuera.

—efectivamente esto no es un sueño...—susurre a la nada.

Recostado en el frío césped me entregue a la confusión de estar sumergido en un mundo completamente nuevo que acogía en sus extrañas especies hostiles que fácilmente podrían devorarme o matarme, las hojas de los árboles se movían al ritmo de las olas y de la música que cantaba el viento. El paisaje tenía connotaciones muy diferentes en esa hora, algo dentro de mi me aviso que durante la noche aquel lugar tan colorido se volvería un infierno y entonces vería mi fin en la soledad de una dimensión desconocida.

Una persona para sobrevivir [Luzuplay, Rubegetta, Wigetta, Rubelangel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora