Una persona para sobrevivir [Luzuplay, Rubegetta, Wigetta, Rubelangel]

Capítulo IV

Willy.

Me encontraba absorto en mis pensamientos con la mirada perdida en una de las chimeneas de aquel elegante salón cuando un susurro proveniente de la cocina me trajo de vuelta a la realidad, mire a Samuel, este estaba parado al fondo de la cocina detrás de la pequeña islita que decoraba la habitación, con uno de sus dedos me indico que entrara a lo cual obedecí amargamente con un asentimiento, al llegar al marco susurro una vez más que cerrara la puerta en esta ocasión no di señal de haber escuchado y me gire extendiendo los brazos y tomando ambas manijas atrayendo las dos puertas cerrándolas, vi por una fracción de segundos como Auron me escudriñaba con su mirada pero ya era tarde para que le dijera algo pues ya había deslizado las puertas hasta juntarlas. Me gire sobre los talones y me encamine hasta situarme en uno de los extremos de la isla, apreté los labios y levante la barbilla avisando que estaba para escucharlo.

—¿cómo te sientes? —cuestiono sirviéndome un vaso de agua de la llave y poniéndolo junto a mi mano—espero que no te moleste el agua, pero es lo que hay, no creo que te haga daño ni siquiera sé de dónde viene.

—estoy bien gracias por preocuparte—solté de forma mordaz dándole un trago a el agua fresca del vaso.

—¿seguro? —su voz sonaba molesta—no te vi muy bien allá abajo.

—a ti te da igual no sé ni siquiera porqué finges interés—respondí con el tono de voz mas frio que pude y di unos pasos al rincón para tomar una manzana que estaba sobre una repisa.

—¿por qué crees que no me importa lo que te pasa? —esta vez su voz sonaba confundida.

—primero te aseguraste de que Rubius estaba bien, ¿no es así? —le di una mordida a la fruta—ya después te acordaste de que existimos más personas en el mundo aparte de tu amiguito—sentí como se formaba un nudo en mi garganta y para disimular le di otro mordisco a mi fruta y tragué esta con dificultad.

—¿qué esperabas que hiciera?; su casa era la que mas cerca estaba de mí, aparte de que fue con el con quien desaparecí—su respuesta estaba cargada de molestia que provoco en mi un arrebato de ira, no sabía porque sentía tantos celos, pero quería que se diera cuenta que sus actos no me habían hecho ni el mínimo de gracia.

—¿cómo que estabas con el antes de esto? —le grite bajo apretando la manzana.

—me llamó por teléfono diciéndome que estaba asustado porque alguien había querido entrar a su casa—explicó convencido de que aquello que había hecho no era la gran cosa lo cual me saco de mis casillas, di un golpe sobre la isla provocando que la manzana que tenia saliera proyectada al otro extremo de la habitación.

—eres un puto héroe Vegetta, permíteme aplaudirte—solté irónico aplaudiendo burlonamente.

—¡¿Qué puto mosco te pico?!—grito mirándome desconcertado, divise en sus ojos morados un deje de dolor que pronto desapareció.

Entonces recordé como desperté esa mañana en aquel lugar, me vi tirado en medio del trigo con los pies húmedos llenos de lodo, me recordé corriendo en todas las direcciones que me brindaba el pueblo buscando ayuda para que alguien me dijera que estaba pasando, me sentí cuando entre a la iglesia y todos los feligreses me saludaron burlonamente y unos cuantos me juzgaron con la mirada, me escuche gritando al padre que me explicara lo que estaba sucediendo, volví a hacer contacto con mis sentimientos cuando me recordé viendo como Vegetta era tan amable con Rubius como si este se mereciera toda la atención del mundo. Pero mi cerebro no se quedo satisfecho con lastimarme con solo esos recuerdos, pues a mi mente salto un recuerdo de muchas horas atrás, cuando aun estaba en el otro mundo, me vi sentado esperando en un restaurante solo, con la gente mirando como pasaban las horas y mi acompañante nunca llegaba, me vi conduciendo de vuelta a mi hogar y me sentí quebrándome en la cochera.